Cuando envié la imagen que encabeza esta entrada como felicitación de Navidad, una amiga mía, Asunción, me respondió con una descripción estupenda de la foto:
Una novia en el embarcadero se dispone a abordar la góndola.
Una última mirada al hombre que queda en tierra.
¿Vienes o te quedas? ¿Finalmente empezará el año acompañada?
Como soy un romántico, contesté que sí, que se quedaba con el chico y empezará el año con él.
Y pensé que era bueno añadir aquí, en esta entrada del blog, toda la serie, y que la disfrutéis.
Quizá recordaréis que Indiana Jones y su amigo Marcus toman un avión hacia Venecia en busca del padre de nuestro héroe, Henry Jones. Ambos toman un vaporetto del que desembarcan junto a la Basílica de Santa Maria della Salute y allí se encuentran con la doctora Elsa Schneider.
Los tres se adentran en el barrio de Dorsoduro y caminan por la Fondamenta Gherardini, cruzan el Ponte dei Pugni y continúan por la otra parte del mismo muelle hasta llegar al Campo San Barnaba.
Elsa Schneider quiere enseñarles a Indiana y a Marcus la biblioteca donde Henry desapareció mientras buscaba pistas del Santo Grial en la sección de mapas de la ciudad. La imponente fachada de la iglesia de San Barnaba, con la torre de ladrillo detrás de esa biblioteca de ficción.
En efecto, San Barnaba ya no es una iglesia, sino que ejerce la función de sala de exposiciones, con una muestra permanente dedicada a las máquinas de Leonardo da Vinci.
Tras una serie de peripecias en su interior (tumbas, fuego, agua y ratas), Elsa e Indiana logran escapar a través de una alcantarilla, que abren en medio de las mesas de un café de la plaza y salen corriendo, perseguidos por los defensores de la Hermandad de la Espada Cruciforme.
Digamos que el Campo San Barnaba también ha sido el escenario de otras muchas películas, en especial de Locuras de verano, de la que hay también otro capítulo en el libro y que podéis hojear íntegramente y comprarlo, si os apetece, en la web de la editorial Ecos. También lo tenéis en Amazon, El Corte Inglés, La Casa del Libro, Fnac, Apple y Google Play.
Elsa e Indy aparecen junto a la Calle de Santa Lucia y los muelles industriales de Venecia, deonde se inician las escenas de una persecución en lanchas por unos canales. Ah… pero el viajero no encontrará esta localización: la verdadera calle de Santa Lucia desemboca en el Rio Terà Lista di Spagna y la Ferrovia. En cambio, en la ficción de Indiana Jones y la última cruzada, esa escena fue rodada en los citados estudios Elstree, días antes, en Inglaterra.
Después de la pelea entre Indy y Kazim, con la gran hélice de un barco detrás de ambos destrozando una de las barcas, la otra motora vuelve hacia el centro tras pasar frente a algunas localizaciones venecianas reales, como el Canal Lavraneri, un lugar situado en la parte trasera Sacca Fisola, una zona tan alejadas que prácticamente no la pisan nunca los turistas. Una vez en el canal de la Giudecca, la barca se desliza frente al hotel Hilton Molino Stucky Venice, que ocupa el imponente edificio de una antigua firma harinera.
La escena finaliza en el Gran Canal, a la altura del Puente de la Accademia. Detrás de los dos hombres, que hablan del Grial, van desfilando lentamente las fachadas de algunos de los palacios de ambos lados, como el Palazzo Venier dei Leoni, que alberga la Colección Peggy Gugenheim, y la bonita fachada del Palazzo Barbarigo. Finalmente, Indy deja desembarcar a Kazim en el muelle del Palazzo Barbaro, donde le explica que su padre está retenido por los nazis en un castillo fronterizo entre Austria y Alemania.
La mejor forma de admirar esos palacetes al borde del Gran Canal es, lógicamente, en una embarcación: la más barata, el vaporetto. También se puede acceder a los muelles más cercanos para observar los edificios desde la orilla contraria. Por ejemplo, el más cercano al último lugar es el Ponte dell’Accademia, mientras que la mejor perspectiva del Guggenheim puede ser desde justo enfrente, en la Fondamente del Traghetto de San Maurizio, muelle al que se puede llegar a través de la Calle Dose da Ponte, no muy lejos de la Piazza San Marco.
A raíz de la publicación de mi libro ‘Venecia de cine’, los colegas de Viajes National Geographic me pidieron un reportaje sobre la capital del Véneto, que publicaron en el número de noviembre de la revista.
Ahora la acaban de colgar en su web en abierto, donde la podéis consultar y disfrutar de las maravillosas imágenes de la ciudad de los canales que acompañan a mi texto y que lo hacen más atractivo. No saben cómo se lo agradezco.
Con su permiso, os dejo aquí también el texto íntegro, pero con alguna de mis propias fotos, para no restarles protagonismo.
Venecia, un paseo de cine
Escapada de fin de semana a la bella ciudad italiana de los canales
Decía Thomas Mann, autor de ‘Muerte en Venecia’, que a la ciudad de los canales hay que llegar por mar, que hacerlo de otra forma es como entrar por la puerta trasera de una casa. Ya no hay barcos de vapor como desde el que Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde, en el cine) descubre la ciudad entre la bruma. Existe, sin embargo, una forma más sencilla para hacer realidad los deseos del escritor: al salir del aeropuerto Marco Polo, es cuestión de abordar el Alilaguna, el ferry que cruza la laguna y permite vislumbrar el perfil de Venecia con los campanarios recortados en el horizonte.
Venecia es una de las ciudades más literarias del mundo, pero también una de las más cinéfilas. Por eso, si no se hace caso a Thomas Mann, se puede optar por el glamur de Hollywood y llegar en tren, como Katharine Hepburn en ‘Locuras de verano’, la película que David Lean dirigió hace justo 60 años y que puso de moda la ciudad como destino romántico.
Tanto si el viajero ya ha visitado otras veces Venecia como si no ha estado nunca, que no dude en imitar a aquella gran actriz: subir a un vaporetto de la línea 1 en la Ferrovia en dirección a San Marcos y, si puede, tomar asiento en la parte delantera de la barcaza, porque disfrutará del placer de deslizarse por la Historia, así en mayúsculas. Estamos en el Gran Canal, la principal arteria de la ciudad, que dibuja un enorme 2 (o una gran S invertida) a lo largo de casi cuatro kilómetros. A este espejo se asoman alrededor de medio centenar de palacios que enseñan sus mejores galas sobre fachadas góticas, barrocas, renacentistas y neoclásicas.
Durante el largo trayecto, el inconfundible autobús acuático pasa bajo tres de los cuatro grandes puentes que unen las dos orillas del canal: el de los Descalzos, el de Rialto y el de la Academia. El cuarto, el de la Constitución, el más moderno y polémico, fue construido por el arquitecto español Santiago Calatrava y enlaza la Piazzale Roma y la estación de tren.
Rialto es el puente más bonito y conocido de todos, y también uno de los ejes de la vida comercial veneciana. Punto de encuentro, de negocios y conspiraciones, es el lugar donde Al Pacino, en su papel del judío Shylock, recibe el escupitajo de Jeremy Irons, el aristocrático Antonio de ‘El mercader de Venecia’ (2004), en la última adaptación para el cine de la obra de Shakespeare. Rodada en pleno invierno por Michael Radford, los especialistas que eran arrojados desde el puente vestían trajes de neopreno bajo los ropajes medievales para aguantar las heladas aguas del Gran Canal.
El mercado de Rialto es una parada obligada. A primera hora de la mañana, los venecianos acuden a comprar pescado y marisco de la laguna, hortalizas de la isla de Sant’Erasmo y setas del Friuli. Las callejas situadas entre el puente y la Fondamenta Riva Olio, en especial el Campo de la Pescaria, acogen las multicolores paradas. El edificio de ladrillo visto y toldos rojos que alberga los puestos de pescado está coronado por una terracita desde la que Johnny Depp se lanza sobre los toldos de los puestos de fruta y verdura para huir de los matones que le persiguen en ‘The tourist’ (2010).
Depp y Angelina Jolie también llegaban en tren a Venecia, pero tras salir por la puerta de la estación de Santa Lucía, abordaban un taxi-motora que los dejaba junto al Danieli, el lujoso hotel situado a pocos metros de la plaza de San Marcos donde suelen alojarse todo tipo de celebridades. Dickens, Balzac, Proust y Wagner durmieron en sus habitaciones y, dicen, que aquí la escritora francesa George Sand vivió sus amores con Alfred de Musset. En todo caso, su espectacular vestíbulo y su restaurante, situado en la terraza y con una panorámica magnífica, merecen una visita.
Cuando el vaporetto llega a la altura de este hotel, tras sobrepasar la dársena del Palacio Ducal, descendemos de la barcaza. Al otro lado de la Piazzeta, después de pasar entre las columnas del León y San Teodoro, nos plantamos en la famosa plaza de San Marcos para admirar la Torre del Reloj y sus autómatas, la fachada bizantina de la Basílica y la Porta della Carta, la entrada principal del Palacio Ducal.
En los días de invierno este conjunto tiene un encanto especial gracias al fenómeno del acqua alta (de mediados de otoño hasta la primavera), cuando las aguas de la laguna inundan de forma pacífica pero inexorable las partes bajas de la ciudad. A primera hora de la mañana, la anegada plaza de San Marcos parece un espejo que refleja las arcadas de las Procuradurías, con las sillas y mesas de los cafés y las palomas revoloteando bajo el Campanile.
Después de haber dedicado todo un día a la Venecia esencial (Rialto, Gran Canal y plaza San Marcos), nos lanzamos a descubrir la otra Venecia, la de las placitas con iglesias y los palacios medio escondidos y asomados a canales angostos. El ‘sestiere’ del Castello, quizá el barrio de sabor más auténtico, se halla un par de paradas de vaporetto más adelante de la Piazzetta.
Cruzando el puente que une la Riva Cà di Dio con la Riva San Biagio, se llega frente a la bella entrada del Arsenal, el cuartel donde la actriz italiana Alida Valli buscaba a su amante Farley Granger en ‘Senso’ (1955), la primera película de Luchino Visconti ambientada en la ciudad, varios años antes de su ‘Muerte en Venecia’ (1972).
Para adentrarnos en el barrio hay que atravesar el puente de la Cadene y seguir la Via Giuseppe Garibaldi, flanqueada por comercios y tabernas tradicionales. Igual que Corto Maltés en la ‘Fábula Veneciana’ dibujada por Hugo Pratt en 1977, seguimos por la Fondamenta Santa Anna y cruzamos el largo puente de madera de Quintavalle para admirar la bonita y poco conocida Basílica de San Pietro di Castello.
El segundo día en Venecia recomiendo empezar frente a la Basílica de Santa Maria della Salute, a la entrada del Gran Canal. A finales de noviembre, precisamente durante la fiesta dedicada a la Virgen de la Salud, se instala un puente provisional para permitir un acceso más directo a la iglesia, dado que el de la Accademia queda algo lejos.
Justo al lado, la Punta della Dogana di Mare regala una increíble vista de la salida del Gran Canal, con la torre del Campanile y el Palacio Ducal emergiendo a la izquierda, y la Basílica de San Giorgio Maggiore al otro lado del amplio canal que separa Venecia de la isla de la Giudecca. Durante la Bienal de Arte –de mayo a finales de noviembre–, algún año en la Punta se han instalado obras, como la escultura del niño que coge una rana de Charles Ray, en 2013.
El museo que alberga la Colección Peggy Guggenheim, imprescindible para los amantes del arte moderno, está a pocos pasos de ahí. En su terraza, Woody Allen filmó escenas de ‘Todos dicen I love you’ (1996). Enamorado de la ciudad, el famoso director neoyorquino se casó en el Palazzo Cavalli, un edificio próximo a Rialto donde se celebran las bodas civiles de la ciudad.
Paseando cerca del Gran Canal por el mismo barrio de Dorsoduro, llegaremos al Campo de San Vio. Esta amplia plaza sirvió como decorado de la terraza de la ficticia Pensione Fiorini, donde se alojaba Katharine Hepburn en ‘Locuras de verano’; un poquito más adelante, en el Campo de San Barnaba, la actriz se caía a las aguas del canal mientras hacía una fotografía.
En esta misma plaza, en la película ‘Indiana Jones y la última cruzada’, Harrison Ford penetraba en la iglesia de San Barnaba en busca de pistas para localizar a su padre (Sean Connery) desaparecido. Unos minutos después salía a través de una alcantarilla situada en medio de la plaza ante la atónita mirada de los turistas. El templo, erigido hacia el siglo VIII, reconstruido en el XVIII y hoy desconsagrado, acoge una exposición permanente de Leonardo da Vinci.
Los callejones que desembocan en el Gran Canal conducen hasta uno de los palacios venecianos más bonitos, Ca’ Rezzonico, que alberga un museo de arte del siglo XVIII. En la orilla opuesta se alza el edificio de mármol blanco del palacio Grassi, el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad, que ocupa una parte del Campo San Samuele. Un tercer palacio imprescindible se halla en esta misma plaza: el de Malipiero, en cuyas salas Giacomo Casanova sedujo a decenas de damas.
De nuevo rumbo a Rialto, cruzamos plazas tan encantadoras como Santa Margherita, San Pantalon y San Tomà hasta salir al Campo San Polo. Este es el corazón del barrio donde vive el comisario Guido Brunetti, el personaje creado por la estadounidense Donna Leon, que reside en Venecia desde hace décadas. Cada mañana el policía sale de su casa y se dirige hasta el puente de Rialto, su lugar preferido para hacer un alto al mediodía y tomarse una copita de vino blanco acompañada de una tapa en algún bar o restaurante de la zona.
Pero Brunetti suele tomar el café al otro lado del puente de Rialto, en el Campo San Bartolomio. Su creadora vive por esa zona, en las cercanías del animado Campo Santa Maria Formosa, no muy lejos del conjunto arquitectónico de la Basílica dei Santi Giovanni e Paolo y la Scuola Grande di San Marco, que alberga el hospital de la ciudad.
Corto Maltés, otro personaje de ficción célebre, también está presente en esta zona. En la calle del Rio Terà dei Birri se encuentra la Casa de Corto Maltese, el museo dedicado al personaje de cómic creado por el dibujante italiano Hugo Pratt.
Estamos a pocas travesías del bonito barrio de Cannaregio, fragmentado por tres canales paralelos y lleno de rincones sugerentes. La plaza del Ghetto judío, la Fondamenta della Misericordia y el Campo de l’Abazia son mis preferidos, aunque muchos venecianos sugerirían seguir la calle de la Corte Vecchia hasta la iglesia de la Madonna dell’Orto, que aparece bellamente retratada en la película ‘Retorno a Brideshead’ (2008), basada en la novela de Evelyn Waugh de 1945. Un final de película para este paseo por la Venecia más literaria y cinematográfica.
Hace unos días, en una clase de periodismo digital, el profesor citó como herramienta de trabajo en la web a Storify.
En Clasesdeperiodismo.com lo explican así:
«Es una manera de contar historias usando contenido de los llamados medios sociales. Permite compartir tuits, actualizaciones en Facebook, fotos (también de Flickr e Instagram), sonidos y videos. Las historias que se crean son interactivas y fáciles de compartir e insertar en sitios web»
En efecto, he hecho esta prueba y es fácil. No deja de ser un copiar-y-pegar que adquiere forma de imagen embebida en tu web o en tu blog. Bonito y barato. La originalidad está en lo que explican los otros en los recortes que incorporas a tu sitio.
Esta noche, aprovechando que Spectre ya está en los cines, Antena 3 emite Casino Royale, la primera película con Daniel Craig como James Bond… y la última vez que 007 se paseó por Venecia.
En mi libro Venecia de cine hablo de los escenarios reales de la ciudad donde se rodó este filme. Os explicaré algunos lugares que podréis reconocer viendo las aventuras del personaje.
Para empezar, Bond, para no ser menos, entra a lo grande en la ciudad: ¡en velero! Su novia, Vesper, maneja el timón del barco, el Spirit, y deja Murano a estribor para encarar la Fondamenta Nuove por babor. El barco se desliza desde el puente de los Scalzi hacia el de puente de Rialto, en paralelo al Mercado, donde Vesper entrevé al malo de la película y prosigue en dirección al puente de la Academia a través del Gran Canal.
Inciso: ningún velero puede pasar por debajo de ningún puente veneciano, a no ser que corte, doble o abata el mástil…
Hagamos un corte, para no desvelar demasiado la trama.
Bond ha de perseguir a su chica desde el hotel donde estaban alojados hacia San Marcos. Por cierto: la de problemas que tuvieron para rodar esta escena, en pleno verano y con cientos de turistas en la famosa plaza.
007 mira a un lado y a otro de los soportales de la plaza y la cruza corriendo en busca de una sucursal bancaria: el Basel Bank.En realidad, es la Banca Commerciale Italiana, situada en la esquina noreste de la plaza y con un típico cajero automático en su interior.
Pero la chica se aleja con un maletín en la mano a través del Sotoportego del Cavalletto, subiendo las escaleras del puente homónimo. Nada ha cambiado en ese callejón, incluido un hotel de la cadena Best Western cuyo cartel anunciador puede verse perfectamente en la película.
Vesper se aleja de la zona, atraviesa el Sotoportego de le Colonne y el puente anexo y llega a las puertas de un vestusto palazzo, donde se desarrolla la escena culminante de la película, que ya no os explicaré.
Sólo os diré que el exterior del edificio tiene un parecido más que razonable con la fachada del Palazzo Pisani, sede del Conservatorio Estatal de Música Benedetto Marcello, levantado en 1876 en honor de ese compositor veneciano, contemporáneo de Antonio Vivaldi.
Si leer más cosas de esta y las 36 películas que integran el libro, podéis pasaros por la editorial Ecos o Amazon, y con sólo un clic bajará a vuestra tableta o smartphone.
Estas imágenes las tomamos hace justo un año, cuando estaba preparando el libro ‘Venecia de cine‘.
Muestran ese fenómeno tan molesto para los venecianos y los turistas que son las mareas altas extraordinarias.
En cambio, a mí me gustan…
En una de las películas del libro, la encantadora y triste a un tiempo La pequeña Venecia (Shun Li y el poeta), aparece claramente el fenómeno, que ahora os explico.
Las acqua alta son las mareas altas extraordinarias que afectan a Venecia, Chioggia y otras zonas de la laguna en algunas épocas del año, entre mediados de otoño y el inicio de la primavera.
Se considera acqua alta cuando la marea supera los 90 centímetros por encima del nivel normal. Pocas veces pasa de 120 centímetros, pero cuando ocurre provoca daños gravísimos. Con 135 centímetros, como en el 2004, se inunda el 80% de la capital.
Las autoridades avisan de la llegada del acqua alta al despuntar el alba mediante una alarma, una sirena que avisa de la crecida. Efectúan cierto número de toques en función de la altura prevista para la marea alta (100, 110, 120 centímetros y superiores).
Como solución tradicionalestán unas pasarelas de madera que permiten circular por encima del agua en las zonas inundadas. Los venecianos salen de sus casas con las botas de agua puestas y los turistas suelen optar por bolsas de plástico sobre los zapatos. Rara vez salen indemnes.
Aquesta imatge se’m va quedar al mòbil (les altres eren de la Canon reflex) i no l’havia compartit amb vosaltres.
És el Pont dels Sospirs, a Venècia, tot i que s’està restaurant i té aquest aspecte.
Horrible, oi?
Y para acabar con esta serie dedicada a Venecia, os mostraré algunas fotos más, curiosas o cotidianas, y os citaré tres restaurantes donde podéis comer bien y, relativamente, barato.
I per acabar amb aquesta sèrie dedicada a Venècia, us mostraré algunes fotos més, curioses o quotidianes, i us citaré tres restaurants on podeu menjar bé i, relativament, barat.
Després del recés juganer d’ahir, en què també apareixia la ciutat dels canals i Florència, avui us continuo explicant coses de Venècia. Per exemple, del (mal) temps…
Tras el receso juguetón de ayer, en el que también aparecía la ciudad de los canales y Florencia, hoy os continúo explicando cosas de Venecia. Por ejemplo, del (mal) tiempo… Seguir leyendo
Como os decía en el post anterior, un viaje en vaporetto permite hacer fotos como estas. El más adecuado es el número 1, que recorre el gran canal y que es la línea más utilizada.
Com us deia en el post anterior, un viatge en vaporetto permet fer fotos com aquestes. El més adequat és el número 1, que recorre el gran canal i que és la línia més utilitzada.
Dado que es una ciudad sin coches –aunque en la última entrega de esta serie os enseñaré uno–, para llegar a Venecia yo os aconsejo viajar en avión.
Los precios de los vuelos de bajo coste, como Vueling, en mi caso, permiten ir y volver por menos de 120 euros.
Una vez en el Aeropuerto de Venecia-Marco Polo, puedes acercarte a la oficina de turismo que hay en el vestíbulo y solicitar un plano y preguntar por aquello que os interese.
Atès que és una ciutat sense cotxes – encara que en l’última entrega d’aquesta sèrie us ensenyaré un -, per arribar a Venècia jo us aconsello viatjar en avió.
Els preus dels vols de baix cost, com Vueling, en el meu cas, permeten anar i tornar per menys de 120 euros.
Un cop a l’Aeroport de Venècia-Marco Polo, pots acostar-te a l’oficina de turisme que hi ha al vestíbul i demanar un plànol i preguntar per allò que us interessi. Seguir leyendo
Aquests dies, com podeu veure per les fotos, he estat a Venècia. No és la primera i, espero, que no sigui l’última vegada que vagi a aquesta ciutat italiana, que hi he visitat ja una desena d’ocasions.
L’heu llegit bé: unes deu vegades… Seguir leyendo
Estos días, como podéis ver por las fotos, he estado en Venecia. No es la primera y, espero, que no será la última vez que vaya a esta ciudad italiana, que he visitado ya en una decena de ocasiones.
Lo habéis leído bien: unas diez veces… Seguir leyendo
Cal admirar el treball d’aquests senyors que organitzen exposicions als museus. Els diuen comissaris, encara que no sé gaire bé el perquè. Si busquem la paraula al diccionari de llengua catalana, apareixen les següents definicions:
1. Nom donat, en alguns casos, a qui és delegat per a certes funcions, generalment temporànies. 2. Funcionari de policia que té cura del compliment de les lleis i les ordres establertes per l’autoritat referents a l’ordre públic.
I si googlegem una mica, trobem la sèrie homònima de Telecinco, amb Tito Valverde al front. Però deixem de banda aquestes minúcies per reconèixer que els comissaris han de valer molt per poder muntar una mostra i fer que hi hagi cues per veure-la. Per exemple, a la Pedrera de Barcelona, on hi ha una exposició titulada Passió i negoci, l’art a la Venècia dels segles XVII i XVIII, que patrocina la Fundació Caixa Catalunya. El coordinador ha estat Xavier Barral, tot un catedràtic d’Història de l’Art, exdirector del Museu Nacional d’Art de Catalunya, membre de l’Institut d’Estudis Catalans i vicepresident de la Universitat Catalana d’Estiu. L’exposició, que presenta més d’un centenar d’obres procedents de museus de tot Europa, està organitzada en diversos àmbits: religió i mitologia, producció editorial, vida quotidiana, retrats i paisatges de la Venècia dels segles XVII i XVIII. A més, la mostra té pintures, dibuixos, gravats, escultures i llibres de Canaletto, Carriera, Guardi, Longhi i Tiépolo, entre d’altres artistes. Les cues que es formen a l’entrada de l’edifici, a més, donen fe de l’expectació de la mostra. Com es veu, res a objectar… llevat d’una qüestió molt personal: ja que el títol parla de Venècia, jo esperava veure molts més paisatges venecians. Només n’hi apareixen mitja dotzena escassa.
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