Donna Leon, en Barcelona, en 2005.

El pasado domingo pudisteis leer ‘La Venecia del comisario Brunetti‘ (parte 1), hoy os dejo aquí el resto del reportaje que escribí en 2005.

El Mercado de Rialto: compra y cocina

Los Brunetti hacen la compra diaria en el mercado de Rialto. Van temprano, porque esta parte de Venecia es el centro comercial de la ciudad y lugar de paso casi inevitable para los miles de turistas que a diario se dirigen hacia la Piazza San Marco. «¿Es que no tienen mercados en su país ¿No venden comida allí «, se queja Paola Brunetti en una de las novelas. Pasa que Rialto, su puente y sus alrededores son objetos preciados para los fotógrafos.

A los puestos de pescado, carne, frutas y verduras del mercado de abastos acuden cientos de venecianos con sus carritos de la compra. Éstos, a diferencia de los habituales, calzan unas ruedas más grandes para salvar con facilidad los escalones de los pequeños puentes que salvan los innumerables canales de la ciudad.

Tampoco es inusual ver a los vecinos con el carrito en dirección a la Piazzale Roma para tomar un autobús e ir a comprar a grandes superficies comerciales de Mestre. La diferencia de precio con Venecia es tan notable que el viaje merece la pena.
Paola Brunetti es la cocinera de la familia. Dice Donna Leon que a su personaje, profesora de Literatura en un instituto e hija de un conde, le gusta cocinar.

Paola tiende a elaborar cocina tradicional veneciana e italiana. Guido, su marido, asegura estar «saturado de la nueva cocina». Entre los sabrosos platos que pueden leerse en las novelas hay desde una lasaña hasta unos ‘involtini’ con jamón y corazones de alcachofa o un risotto con jengibre; desde un pez espada con gambas y salsa de tomate hasta un estofado de cordero a la polenta… Y todo ello regado con un vino blanco pinot grigio. De postre, fresones con mascarpone.

Entre San Polo y Rialto: vinos y quesos

En general, el comisario va y viene andando desde su casa a la oficina. Y si tiene prisa, toma el vaporetto en la parada de San Silvestro, a la que se accede a través de un oscuro y feo túnel que sale a la pequeña plaza homónima.
En ese trayecto a pie, por la tarde, y de regreso a casa, Brunetti suele pararse a comprar en las tiendas de las calles adyacentes a Rialto, evitando las situadas junto al puente.

Donna Leon ofrece un par de pistas: «Mis tiendas favoritas son La Baita, donde desde hace 20 años compro todo tipo de quesos, y Mascari, donde suelo comprar frutos secos, pesto, aceitunas y pasta», explica. Este último establecimiento es un clásico. La antigua Drogheria Mascari está situada en la misma Via San Polo, 381, junto a la Ruga dei Orefici, y su colorido y abigarrado escaparate es apabullante: vinos y aguardientes italianos, dulces, turrones, cafés e incluso regaliz. Y especias, de todos los tipos, orígenes, olores y sabores.

No sería extraño, pues, que Brunetti comprara aquí ese prosecco que suele tomar con Paola, ese fresco, afrutado y rico vino blanco espumoso algo similar al cava. O el café de la mañana o la grappa que toman tranquilos después de la comida.
Regentada por un par de atareados empleados, La Baita es una minúscula parada situada en la esquina de la Ruga dei Orefici con la Ruga Vecchia de San Giovanni. Tienen todos los quesos y el mejor parmesano, aunque al lado del Gran Canal, en el Campo Erbaria, hay otra excelente. Ninguna de ellas es barata. Nada en Venecia lo es.

Campo San Stefano: el último caso del comisario

En la última novela de Donna Leon [en 2005], ‘Piedras ensangrentadas’, un inmigrante ilegal, un ‘vu cumprá’, como les denominan los venecianos, es asesinado a tiros en el Campo San Stefano en los días previos a las fiestas navideñas. La escritora hace referencia a un problema de nuestros días: la presencia de los sin papeles en las ciudades y su utilización por mafias de diverso signo.

En Venecia se sitúan cerca de la Piazza San Marco, en las calles adyacentes y en las rutas turísticas, sobre todo al caer la noche, cuando las puertas de las boutiques de la zona ya han cerrado. Son chicos jóvenes, negros en su mayor parte, que ofrecen perfectas imitaciones de bolsos de Prada, Gucci o Louis Vuitton a precios irrisorios si se los compara con las lujosas tiendas situadas a sus espaldas.

El Campo San Stefano, donde se sitúa el crimen inicial, es una gran plaza, situada entre el Palazzo Grassi –que hace pocos meses exhibía una gran muestra dedicada a Dalí– y el teatro de La Fenice, la emblemática sala de ópera recuperada tras el devastador incendio que la destruyó en 1996, un lugar muy apreciado por Leon, reputada melómana.

En San Stefano se instala un mercadillo navideño, presidido por un gran arco de madera y con una veintena de paradas artesanas; las más decoradas tienen la forma de casitas de madera prefabricada y llenas de luces de colores. Allí, el turista que afronte el frío invierno veneciano podrá encontrar, como explica la novela, «quesos de corteza oscura de Cerdeña; aceite y queso de la Toscana; salami de todos los diámetros y longitudes de la Reggio d»Emília», así como dulces y típicos regalos de esas fechas.

La Jefatura: un discreto lugar de trabajo

Guido Brunetti es comisario de la policía veneciana. Es funcionario de grado superior, por encima de los agentes uniformados y de los detectives o inspectores de paisano. Sólo tiene por encima en la escala al vicequestore, el engreído Giuseppe Patta, y al questore, que rara vez aparece en las novelas.

La sede de la jefatura (questura) de ficción aparenta ser más grande de lo que en realidad parece desde fuera: un edificio de cuatro alturas cuyo único distintivo oficial es la bandera de Italia y un par de rótulos, uno de ellos con las palabras Polizia di Stato sobre una puerta verde no muy grande de dos hojas. Está situada en la Fondamenta San Lorenzo, o muelle del río homónimo, frente al puente y la plazoleta del mismo nombre.

En el recorrido hacia su casa, Brunetti, gira a la izquierda por la callejuela de Borgoloco San Lorenzo, pasa por encima del puente Novo, sigue por la calle de Santa Maria Formosa y el Campo Santa Maria Formosa, el puentecito y calle de Mondo Nuovo. En esta estrecha callejuela, en el número 5.801, se encuentra uno de los restaurantes preferidos de Donna Leon, el Alle Testiere, un minúsculo local de una decena de mesas, regentado por el chef Bruno Gavagnin, autor de una cocina de base tradicional con atrevidos toques modernos. No es un local para todos los bolsillos, pero su calidad –sobre todo el pescado– es excelente.

De Mondo Nuovo, Brunetti suele girar a la derecha por «un laberinto de pequeñas calles», como San Lio, San Antonio y Bissa, Campo San Bartolomeo y Rialto. En Vestido para la muerte, por ejemplo, camina de Campo San Fantin hasta San Luca y Rialto.

El Ospedale Civil: escenarios menos conocidos

Venecia tiene zonas apenas transitadas por el turista de visita rápida, lugares que Donna Leon sí descubre a lo largo de sus obras. Es impensable una gran ciudad sin su hospital, y la capital del Véneto tiene varios, entre los que destaca el Hospital Civil (Ospedale Civile), en el Campo SS Giovanni e Paolo. En un canal cercano aparece la víctima de Muerte en un país extraño. El forense amigo de Brunetti, Ettore Rizzardi, está peleado con la dirección del Hospital Civil, y prefiere realizar las autopsias en San Michele, la isla-cementerio situada enfrente. El comisario también ha tenido sus más y sus menos con alguno de los forenses y médicos de urgencias del centro.

Este hospital, ubicado en el dorso de Cannaregio, se encuentra en las Fondamente Nuove, la zona de vaporetos que van y vienen de Murano, la isla de los artesanos del vidrio, y a Burano, la de las encajeras. No son islas habituales en las obras de Leon, si bien la autora está pensando [era 2005] en un caso que, revela, «pasará en Murano» [y que sería la novela ‘Veneno de cristal, en 2006].

En cambio, hay otras islas y zonas de la laguna que sí han sido escenarios de algún caso, como Pellestrina, en ‘Un mar de problemas’. Como se explica en su trama, ésta es una isla de pescadores, alargada como la del Lido y situada justo al sur de ésta. De hecho, si el turista lo desea, se puede visitar en un autobús que se toma con un billete combinado con el vaporetto.

Sobre las otras islas de la laguna escribí un pequeño reportaje en diciembre de 2022 para la revista Viajes National Geographic, que podéis leer en este blog.