Quienes ejercemos el periodismo con seriedad repudiamos ciertas formas de trabajar de presuntos colegas que actúan en nombre de no se sabe qué interés público.
El penúltimo ejemplo, porque seguramente habrá más, es el del tratamiento informativo del asesinato de la joven Marta del Castillo. Pero unos días atrás lo fue un joven que mató a sus padres… ¡hace 15 años!
Mi compañero Ferran Monegal escribía ayer (publicaba hoy, en El Periódico) sobre la increíble, intolerable, entrevista que Nacho Abad había llevado a cabo a una adolescente, novia del presunto homicida, en el programa Rojo y negro de Telecinco. El diario El Caso, a su lado, era una hoja parroquial.
Menos mal que la fiscal jefe de Sevilla ha anunciado haber abierto diligencias sobre los programas de televisión que están mostrando a menores de edad relacionados con la muerte de la joven andaluza.
Y menos mal, que la Federación de Sindicatos de Periodistas haya repudiado ese tratamiento informativo y la utilización de menores para exaltar el morbo.
En una nota hecha pública ayer dice:
La FeSP vuelve a lamentar y denunciar que algunos medios, sobre todo televisivos, vuelvan a mostrar lo peor de su quehacer mediático y a ofrecer estos espectáculos morbosos bajo el falso pretexto de informar.
En este caso, se llega a vulnerar la privacidad de menores y como reconoce la propia Fiscalía, el hecho de que estos acudan a estos programas o sean entrevistados con autorización de sus padres no disculpa al medio de su actitud indigna ni del daño que puedan causar.
La FeSP vuelve a denunciar que estos excesos contra las personas no se llevarían a cabo sin la inducción necesaria de los directivos de esos medios y programas, que son quienes imponen a sus trabajadores estas transgresiones a las normas deontológicas de nuestra profesión.
Asimismo, la FeSP debe volver a denunciar a los poderes responsables que continúan sin regular el derecho a la información de la ciudadanía, y sin poner en marcha un Consejo del Audiovisual de ámbito Estatal que debería poner freno a estos desmanes en la comunicación.
Ahora sólo hace falta que la audiencia dé la espalda también a este tipo de programas. Ya lo hizo el viernes con el especial de Jordi González, en La noria, dedicado a los parricidas. Si queremos, podemos cambiar de canal. Sólo hace falta apretar un dedo.
Como decía el maestro Adolfo Marsillach, quizá tenemos la televisión que nos merecemos…
Otros personajes que fueron «juguetes rotos» fueron Joselito, aquel pequeño ruiseñor o el Vaquilla, aquel hombre que se llamaba Juan José Luis Moreno Cuenca y a quien la tele y el cine le hizo flaco favor, ya que siempre tuvo que vivir de la renta y fama de sus fechorías pasadas.
Totalmente de acuerdo con el post. Incluso desde fuera de mi condición periodística, me horroriza contemplar el mencionado programa que, efectivamente, trata, y no solo con el triste caso de Marta del Castillo, de conseguir la atención del oyente hundiendo el dedo en las llagas más purulentas de la sociedad, regodeándose en su propia cueldad para con el entorno de los protagonistas.
Me repugna que el conductor de este espacio en concreto se afane en hacer creer a la audiencia que es de vital importancia conocer todos y cada uno de los escabrosos detalles de cada caso, dandose aires incluso pretendidamente científicos.
Está todo dicho en cuanto a la utilización de menores, motivo por el cual me extraña que la ley no haya precintado hace tiempo ese plató.
Pero lo peor de todo es que el camino que lleva nuestra televisión nos habla de que no será este el último reducto de la desvergüenza mediática.
Yo, personalmente, confío en el criterio y el raciocinio del televidente español. Aun estamos a tiempo.
Y como decía Falla: «Quantum naufragio de genere humano»