El blog del periodista Txerra Cirbian

Categoría: Televisión (Página 2 de 13)

Programas y temas relativos a la televisión

La humildad de Pau Freixas

Pau Freixas, durante la entrevista con Txerra Cirbián, en 2017 (foto de Ricard Fadrique).

Este viernes, 28 de enero, Movistar+ estrena la nueva serie de Pau Freixas (1973), ‘Todos mienten‘, de la que dan buena cuenta mi antigua compañera y amiga Inés Álvarez en El Periódico y otros muchos colegas en sus respectivos medios. Son unos días de promoción de una producción presente, que yo no tocaré de momento.

Sí que viene a cuento para poder escribir esta entrada, que incide en la carrera en el cine y en la televisión de este cineasta. Un filón con joyas como ‘Héroes‘, ‘Pulseras rojas‘, ‘Citas‘ y ‘Sé quién eres‘. Para echar la vista atrás, reproduzco parte de la entrevista que le hice hace cinco años, el 15 de febrero de 2017, en El Periódico (la podéis leer entera aquí). También me habló de ‘Los misterios de Laura’, una serie que vuelve a estar de actualidad gracias a un reciente telefilme emitido por TVE.

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Las mejores series de 2021

Esto de elegir las series preferidas del año no me gusta mucho, porque ya se sabe que esa es una tarea que comienza a ser imposible. Hay tanta producción, que seguramente me dejo cosas en el tintero. Trabajos que a cualquier lector le podría parecer absurdo no haberlo nombrado.

Pero, como mi incansable amigo José López Pérez me ha pedido que me moje en Nosolocine.net, pues vamos allá, con un top ten aproximativo. Quizá alguna serie esté en la frontera del 2020, pero son las que yo he visto y disfrutado durante este 2021.

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Todo sobre Indiana Jones, en un libro

El escritor y guionista Salva Rubio acaba de publicar el libro que muchos hubiéramos querido escribir y todos los fans estábamos deseando leer: ‘Tras los pasos de Indiana Jones: objetos mágicos, lugares míticos y secretos de la saga‘, editado por Minotauro (Planeta).

Una obra que, dividida en dos partes, en una de ellas recoge la biografía más extensa y completa del héroe creado por George Lucas y Steven Spielberg, y en la otra, llena de sorpresas y descubrimientos, explica todo sobre las cuatro películas, la serie, las novelas, cómics y videojuegos que llenan el universo del arqueólogo del sombrero y el látigo.

Para saber más cosas sobre el libro, hemos querido charlar con el autor en esta entrevista, que publiqué originalmente en Nosolocine.net

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‘El juego del calamar’, circo sin pan en Corea

El amigo José López, alma de Nosolocine.net, me ha animado a escribir sobre ‘El juego del calamar’, la serie de Netflix que ha triunfado en todo el mundo. Como un espectador más, vi (algo más de) dos minutos del primer episodio de esta ficción coreana. Dicen que son los que cuentan para esa plataforma a la hora de incluirte en el cómputo de los muchos millones que han visto esa producción. Este texto, como el de José, se ha publicado originalmente en Nosolocine.

Fue un arranque a desgana, con un tipo al que le salen mal todas las cosas. Vale. Ya he visto mil y una historias parecidas. ¿Qué mas? Cuando un tipo le convence para enrolarse con medio millar más de parias como él en un juego en el que puede ganar mucho dinero, el guiñol se torna en tal orgía de sangre e higadillos, que haría gritar de felicidad al público habitual del Festival de Sitges. Vale. Ya tenía bastante para dejar la serie, y eso que aún no había acabado el primer capítulo.

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Candice Renoir, una poli francesa muy diferente

Les voy a confesar que estos días estoy enganchado a una serie francesa que emiten en el canal AXN a través de varias plataformas de pago. Se trata de ‘Candice Renoir‘ y lleva ya la friolera de nueve temporadas en antena, desde el año 2013. La protagonista es una peculiar oficial de policía (una comandante, en su escalafón, situada por encima del capitán de la brigada, ayudante directo suyo), la Candice del título, una mujer separada y con cuatro hijos, a quien da vida la actriz Cécile Bois. Este artículo lo publiqué originalmente en Nosolocine.net

Esta no es la única serie francesa protagonizada por una mujer policía, toda una tradición en el país vecino. Entre las últimas, destacan dos de ellas: ‘Los crímenes de Cassandre‘, con las peripecias de la seria comisaria Florence Cassandre (la actriz Gwendoline Hamon) en la zona de Annecy, al norte de los Alpes; e ‘Inspectora Marleau‘, con Corinne Masiero en el papel de esa excéntrica oficial de la gendarmería, una especie de Colombo con sempiterno gorro ruso en la cabeza. Ambas producciones echaron a andar en 2015 y siguen en antena con bastante éxito. Las tres intérpretes son actrices veteranas y han superado los 50 años.

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‘Caronte’, el mejor Roberto Álamo

Roberto Álamo, protagonista de la serie ‘Caronte’.

Seguro que el lector recuerda el físico potente del actor Roberto Álamo (Madrid, 1970), a quien estos días podemos ver en ‘Caronte’ (Cuatro), metido en la piel del abogado penalista Samuel Caronte, un expolicía que se pasó varios años en prisión. Hace ya un mes que la cadena de Mediaset empezó a emitir esta serie, que prolonga así su estancia primigenia en Amazon Prime Video, donde se estrenó hace ya un año. Este artículo lo publiqué originalmente en Nosolocine.

La serie ‘Caronte’ no sería lo que es sin la mirada y el gesto de este actor de cráneo rasurado y barba corta que logró la popularidad gracias a su personaje de Juan de Calatrava en la serie ‘Águila Roja’ (2009). Pero Álamo ya tenía una amplia carrera detrás, primero teatral con la compañía Animalario, la de sus amigos Alberto San Juan y Guillermo Toledo, donde triunfó con la premiada obra teatral ‘Urtain’.

El cine le descubrió gracias a David Serrano, que le incorporó a su comedia ‘Días de fútbol’ (2003), junto a San Juan y Fernando Tejero. Y luego intervino en ‘Gordos’ (2009), ‘Una hora más en Canarias’ (2010) y ‘La piel que habito’ (2011), donde Pedro Almodóvar le dio un pequeño, pero jugoso papel. Así, más tarde logró su primer Goya como actor de reparto en ‘La gran familia española’ (2013) y el segundo Goya como protagonista por ‘Que Dios nos perdone’ (2016), donde encarnaba a otro policía, junto a su amigo Antonio de la Torre. Los borda.

Belén López es Julia, la exmujer de Caronte, y Álex Villazán es Guille, el hijo de ambos.

Pero volvamos a ‘Caronte’, cuyo título evoca el mito griego del barquero de Hades, una producción de Big Bang Media, que mezcla intriga policial y casos judiciales. Inicialmente, su protagonista es un policía pasado de vueltas, toxicómano y con problemas familiares (divorciado y con un hijo, pequeño), que acaba penando ocho años en la cárcel por una muerte que no ha cometido. Un personaje que quizá anticipa el agente lleno de dudas que Álamo interpreta en la posterior ‘Antidisturbios’.

Pero ocho años son suficientes para que Caronte se haya reformado, haya dejado las drogas, estudiado Derecho, lograr demostrar su inocencia y lograr sacarse el título de abogado. Y siempre en esa cuerda floja que va de la responsabilidad a que le obliga su nuevo trabajo, intentando siempre frenar su carácter para contener su antigua violencia.

Tras salir de prisión, Caronte ha rehecho su vida, vive en Gijón y tiene nueva pareja, interpretada por la estupenda actriz gallega Marta Larralde (Vigo, 1981, ‘León y Olvido’ y ‘Gran Hotel’). Pero vuelve a Madrid para intentar ayudar a una antigua amiga cuyo hijo está acusado de haber matado a un hincha de un equipo rival, un joven que es íntimo del propio hijo del protagonista, Guille (Álex Villazán), un chaval de 17 años que después de tanto tiempo no quiere saber nada de su padre, alentado por Julia, su madre y exmujer de Caronte (Belén López). Paula (Itziar Atienza), la hermana de Caronte, tampoco tiene muy buena opinión del expolicía, entre otras cosas porque ha de cuidar de la madre de ambos (Julieta Serrano), que padece Alzheimer.

Itziar Atienza es Paula Caronte, y Miriam Giovanelli, la joven abogada Marta Pelayo,

En cada capítulo, Caronte se ve involucrado y va solucionando diferentes casos, no siempre de forma exitosa, junto a Marta Pelayo (Miriam Giovanelli), muy conocida gracias a la serie ‘Física o Química’), una joven letrada de buena familia que logra convencerle de formar equipo, ya que ella posee lo que el valiente expolicía no tiene: educación y contactos. Aurelio (Raúl Tejón), un inspector y antiguo compañero del expolicía, le echará una mano siempre que pueda.

La trama principal recorre los 13 capítulos de esta primera y por ahora única temporada: el protagonista busca pruebas contra quien cree culpable de su desgracia, el comisario Paniagua, inquietante personaje a quien da vida con aterradora ambigüedad el veterano Carlos Hipólito (Madrid, 1956). Como acostumbra a pasar últimamente, los mafiosos rusos y criminales procedentes de Europa del este son aquí los matones de turno.

Carlos Hipólito es el comisario Paniagua, el enemigo del protagonista.

En cada episodio se desarrolla un caso judicial, que Caronte y Marta suelen solucionar satisfactoriamente, aunque el éxito no sea siempre el deseado, como en el tercer capítulo, el de un antiguo compañero de celda del protagonista. Lo cierto es que la serie es entretenida. No en vano ha sido creada por Verónica Fernández, escritora y curtida guionista, cuyo nombre está detrás de series como ‘El Comisario’, ‘El Príncipe’ y ‘Velvet Colección’, entre otras muchas, así como de la reciente ‘Hache’ para Netflix. Y con ella, en el desarrollo de guión han colaborado guionistas como Natxo López (‘Hispania’, ‘Allí abajo’) y Antonio Hernández Centeno (‘Hermanos’, ‘Vivir sin permiso’), con quienes Fernández había trabajado en ‘Ciega a citas’.

Entre los realizadores de la producción se encuentran Joaquín Llamas (‘Antivicio’, ‘Tierra de lobos’), Sandra Gallego (‘Vis a vis’, ‘Los hombres de Paco’, ‘Cuenta atrás’), Alberto Ruiz Rojo (‘Apaches’, ‘La templanza’) y el catalán Jesús Font, bien conocido por series como ‘El comisario’, ‘Gran Nord’, ‘La sagrada família’, ‘Gavilanes’ y ‘R.I.S. Científica’.

En principio, el episodio número seis está previsto que se emita en abierto el lunes 19, en Cuatro. En este capítulo, Paula Caronte recibe una brutal paliza a manos de su marido, Rodrigo, que se da a la fuga. Caronte la acoge a ella y a su sobrina Irene en casa y les ayuda durante el proceso, frente a un juez muy poco sensible. Si el lector no desea esperar y tiene en casa la plataforma Prime Video de Amazon puede verla al completo, y sin cortes publicitarios, claro.

‘The Split’, abogadas y divorcios

El pasado 17 de noviembre, Filmin estrenó la serie británica ‘The Split’. Con el olfato que acostumbra y los datos de visionado de los usuarios, la plataforma española acaba de estrenar este mes de febrero la segunda temporada de esta producción, creada por Aby Morgan.

Esta escritora galesa de 52 años es la autora de una docena larga de obras de teatro y guionista de películas como ‘La Dama de Hierro’ (2011), ‘Shame’ (‘Vergüenza’, 2011), ‘La mujer invisible’ (2013) y ‘Las sufragistas’ (2015). Paralelamente, y desde el año 2000, también ha escrito para la televisión el libreto de filmes y series, entre estas la premiada ‘The Hour’ (2011), ‘Birdsong’ (2012) y ‘River’ (2015).

En 2018 creó para la BBC ‘The Split’ (podría traducirse como división o partición), un drama protagonizado por una familia de abogadas especializadas en casos de divorcio que la crítica inglesa quiso comparar con ‘The Good Wife’ y ‘The Good Fight’. Sin superar a estas dos excelentes ficciones estadounidenses, ‘The Split’ está a la altura, ofrece un buen entretenimiento a base de casos judiciales y tramas sentimentales de sus personajes, especialmente los femeninos, muy atractivos y bien dibujados.

La línea argumental sigue los pasos de Hannah Stern, una abogada especializada en Derecho de Familia, esa rama del Derecho Civil que incluye los contratos prenupciales, los casos de divorcio y la tutela de los hijos, entre otros temas que aparecen en los diferentes capítulos de la serie. El primer episodio muestra a Hannah en el nuevo bufete de abogados al que se ha incorporado, Noble & Hale, después de abandonar el despacho Defoe, liderado por su madre, Ruth, y su hermana Nina. A este trío de mujeres se suma la hermana menor, Rose, la única que no es abogada, que trabaja donde puede.

A lo largo de los seis episodios de la primera temporada los casos que trata Hannah y sus colegas se centran en un cómico que pelea con su ex-mujer por la custodia de su hijo; un hombre que quiere dejar a su esposa después de 20 años de matrimonio; el contrato prenupcial de un jugador de fútbol; la disputa sobre unos óvulos congelados, y la publicación de una lista de hombres apuntados a una web de ligues y que afecta al esposo de una ministra del Gobierno. En la segunda temporada destaca, especialmente, el caso de una pareja de presentadores famosos, en el que ella desea el divorcio del hombre, un tipo deleznable.

En paralelo, la serie teje la red de historias personales de los personajes. Así, Hannah (Nicola Walker) se debate entre el amor a su marido, Nathan Stern (Stephen Mangan), con quien tiene dos hijas y un hijo, y Christie Carmichael (Barry Atsma), un colega del nuevo bufete a quien le une una antigua relación amorosa.

Sus hermanas también tienen sus problemas: Nina (Annabel Scholey) liga con diferentes hombres, mientras se debate entre la bebida y la cleptomanía, y la menor, Rose (Fiona Button), no encuentra su camino, salvo en su novio, James Cutler, un economista muy formal y religioso, llamado Rudi Dharmalingam, con el que planea casarse, aunque no lo tenga del todo claro.

Ruth Defoe (Deborah Findlay) es la madre y matriarca del clan, además de jefa del bufete, que las ha educado en solitario tras un tormentoso divorcio. Su ex marido y padre de las chicas (Anthony Head) reaparece tras años de misteriosa ausencia y desvela varios misterios. en la primera temporada.

Los protagonistas son sólidos actores de la escena y la televisión inglesa, aunque sus trabajos no han llegado a ser aún populares en España. Así, Nicola Walker (1970) es una veterana intérprete de belleza extraña y penetrantes ojos verdes, que ha intervenido en numerosas películas y series. Entre estas destaca la producción de espionaje ‘Spooks’, ‘Last tango in Halifax’ y ‘Unforgotten’.
Mucho menos conocido es su esposo en la ficción, Stephen Mangan (1972), intérprete de la serie de hospitales ‘Green Wing’ y la comedia de situación ‘I’m Alan Partridge’. Su oponente sentimental en ‘The Split’ es Barry Atsma (1972), un atractivo actor holandés, muy popular en los Países Bajos por la telecomedia ‘Rozengeur & Wodka Lime’, que saltó al cine internacional con la película británica ‘Hector y el secreto de la felicidad’ (2014) y de esta, a la serie de la que estamos escribiendo.

Lo cierto es que el conjunto funciona, especialmente los personajes femeninos, muy bien trazados por Aby Morgan y dirigidos con pericia por Jessica Hobbs, una premiada directora neozelandesa que ya había intervenido en la realización de las muy interesantes ‘Broadchurch’ y ‘River’ (ambas, en 2015), y muy especialmente en ‘Apple Tree Yard’ (2017), con Emily Watson y Ben Chaplin. Su buen trabajo al frente de la primera temporada de ‘The Split’ (2018) le valió para ser escogida para dirigir cinco episodios de la última entrega de ‘The Crown’ (2019-2020).

La segunda temporada de ‘The Split’ está dirigida por Joss Agnew y Paula van der Oest, que han filmado tres episodios cada uno. Y aunque se mantiene la mirada femenina de la primera etapa, quizá resulta algo más irregular y descompensada, donde la ambigüedad amorosa y sentimental da paso a opciones y decisiones más tradicionales y menos divertidas. Aún así, no se preocupe el fan, porque habrá tercera temporada de la serie.

Omar Sy, un moderno ‘Lupin’ negro

Entre las diferentes series y películas que ha estrenado estos días la plataforma Netflix, me lo estoy pasando en grande con la titulada ‘Lupin’. Hay varias razones: remite a un detective literario clásico, tiene al simpático actor negro Omar Sy como protagonista y es muy entretenida.

La trama se centra en las aventuras de Assane Diop, un tipo tan hábil a la hora de disfrazarse o camuflarse, que es capaz de planear y ejecutar el robo de un valioso collar del interior del Museo del Louvre sin que le pillen. Algunas escenas retrospectivas muestran la niñez del personaje y la razón que le ha llevado a convertirse en un ladrón de guante blanco, al mismo tiempo que vemos otras escenas domésticas con su hijo y la madre del niño, de la que parece estar separado.

A lo largo de los primeros cinco episodios en que Netflix ha querido dividir la primera temporada, que consta de 10, el espectador comprueba de forma explícita de dónde le viene la inspiración al protagonista, algo de lo que un inspector de la policía pronto empieza a sospechar: Arsène Lupin, el personaje creado por el novelista francés Maurice Leblanc (1864-1941), un escritor coetáneo de Arthur Conan Doyle (1859-1930), autor de las aventuras del famoso detective de ficción Sherlock Holmes.

Y si la primera novela de este último fue ‘Estudio en escarlata’ (1887), el debut del francés se produjo 20 años más tarde con ‘Arséne Lupin, caballero ladrón’ (1907), si bien el personaje ya había aparecido en una serie de relatos publicados en 1905. De hecho, Leblanc era un reconocido escritor de cuentos cortos desde 1890. La saga completa de novelas del Lupin de Leblanc consta de 20 volúmenes, más varias secuelas autorizadas escritas por Pierre Boileau y Thomas Narcejac.

Como el Lupin literario, una especie de Robin Hood que había estudiado Derecho y Medicina, experto en lenguas clásicas e ilusionismo, en boxeo y esgrima, el protagonista de la serie ha sido creado con elementos similares por el guionista George Kay, co-creador de ‘Criminal’, otra serie de Netflix, y previamente, de un par de episodios de la sensacional ‘Killing Eve’.

Así, Assane Diop es un hombre cultivado y experto en arte, que se mete en la piel de un adinerado coleccionista pero que también puede aparentar ser un trabajador de la limpieza e incluso un chorizo de poca monta, capaz también de desembarazarse de un malvado sin contemplaciones, entrar en una prisión y salir indemne de ella, además de mostrar la ternura de un padre con un niño de corta edad.

Un personaje así no podía ser adjudicado a cualquier actor francés. Y el gran acierto de los responsables de la serie ha sido cambiar de raza al Lupin de inicios del siglo XX para vestirle con los rasgos de Omar Sy, el coprotagonista del filme ‘Intocable’, junto François Cluzet, un papel que le proporcionó un César en 2012 y el salto a la fama, después de años en los que había formado dúo cómico con el también humorista Fred Testot.

El actor, de origen mauritano-senegalés, rasgos inconfundibles y metro noventa de estatura, aporta frescura y simpatía al personaje, con toques de acción, drama y comedia. Tras haber participado en pequeños papeles en filmes de producción internacional (‘X-Men: días del futuro pasado’, ‘Jurassic World’, ‘Inferno’), ahora se consagra con esta serie, de la que sale bien airoso. Ahora habrá que esperar a que Netflix estrene la segunda tanda de cinco episodios que completarán la primera temporada de las peripecias de este Lupin moderno.

Cuando el fútbol dejó de ser sólo un juego

Me extraña que en un país como el nuestro, donde el fútbol ocupa horas y horas de televisión, no se haya publicitado mucho más de lo habitual en las producciones de Netflix una serie como ‘Un juego de caballeros’, que narra los orígenes de este deporte. Quizá sea porque ‘The english game’ (su título original) va de mucho más que del balompié.

Vayamos por partes. En el origen de la serie está el británico Julian Fellowes, el oscarizado guionista de ‘Gosford Park’ (2001), autor del libreto de películas como ‘La feria de las vanidades’ (2004), ‘La reina Victoria’ (2009) y ‘The Tourist’ (2010), además de creador de la exitosa serie ‘Downton Abbey’ (2010-2015). Se conoce menos que Fellowes, también novelista, productor y realizador, posee un título de barón y que pertenece al partido conservador, aspectos de su vida que seguro ha sabido aplicar a sus historias. Netflix le fichó para que creara y produjera esta estupenda ficción, que hace disfrutar no sólo a los aficionados al fútbol.

La historia se sitúa en 1879, pocos años después del nacimiento de la Football Association inglesa, que en 1863 había propuesto unas primeras reglas para practicarlo, más allá de dar patadas a un balón y meterlo en una portería. Esta asociación instauró la FA Cup, una competición de eliminación directa, como la actual Copa del Rey, por ejemplo.

Era una época en la que todos los jugadores eran aficionados, en la que equipos de jóvenes aristócratas disfrutaban de lo lindo con aquel ‘juego de caballeros’ y en la que nuevas formaciones, integradas por trabajadores, aspiraban a ganar a los señoritos.

La trama se centra en la rivalidad entre el equipo favorito de la clase alta, Old Etonians, formado por antiguos alumnos del famoso colegio Eton, de donde han salido siempre las élites del Reino Unido, y el Darwen, propiedad del pequeño industrial algodonero James Walsh e integrado por trabajadores de su fábrica. El empresario, un hombre hecho a sí mismo y procedente de la clase baja, deseoso de ganar la copa, decide fichar de tapadillo y pagándoles (algo prohibido entonces) a dos jugadores escoceses, que darán la sorpresa a los estirados caballeros de Eton.

Al frente de estos últimos está Arthur Kinnaird, el capitán y jugador estrella de los Old Etonians, un personaje con un interesante desarrollo a lo largo de la trama. Aquí es donde Fellowes aplica sus conocimientos: este joven aristócrata, hijo de banquero, pasa de un cierto desprecio hacia la clase trabajadora a una progresiva comprensión de sus necesidades, al mismo tiempo que vemos cómo mejora la relación con su joven esposa, maltrecha a raíz de un triste suceso.

Lord Arthur Fitzgerald Kinnaird existió realmente. Fue una de las primeras estrellas del fútbol inglés, ganó cinco veces la FA Cup y fue presidente de la Asociación de Fútbol inglés durante 33 años, desde 1890 hasta su muerte, en 1923, cuando tenía 75 años. Y ciertamente, como apunta en varios momentos la ficción de la serie, desarrolló una posterior labor filantrópica, financiando la creación de varios orfelinatos. Le encarna el atractivo actor inglés Edward Holcroft (1987), hasta ahora un secundario en filmes como ‘Kingsman: servicio secreto’ y ‘Kingsman: el círculo dorado’, así como en las series ‘London Spy’ (2015), ‘Alias Grace’ (2017) y ‘Gunpowder’ (2017).

De la misma forma, Fellowes apuesta también por un buen desarrollo (con diversas licencias narrativas, como es lógico) del otro personaje protagonista (el antagonista), Fergus ‘Fergie’ Suter, uno de los primeros futbolistas profesionales. Nacido en Glasgow, en 1857, hijo de un borracho maltratador, dejó la albañilería por el fútbol para ayudar a su familia a salir de la pobreza. Empezó en el Partick escocés antes de viajar hacia el sur, para jugar, cobrando un pequeño sueldo, con el Darwen, el equipo de esta localidad inglesa del condado de Lancashire.

La narración avanza al tiempo que muestra la difícil relación de Suter con los otros jugadores del equipo, unos aficionados que no cobraban por ello, aunque sí por trabajar en la fábrica de algodón del propietario y su ambigua postura ante una huelga planteada por los operarios cuando el gremio de algodoneros decide recortar unilateralmente los sueldos y que Fellowes dibuja con trazo grueso y sesgado (la postura de los obreros, claro).

La serie incide también en las complicadas relaciones con su padre y su deseo de proteger a su madre y hermanas, así como sus dudas a la hora de fichar por otro equipo que, como ocurre aún en estos días, cuando la lealtad a una camiseta se topa con una oferta económica mayor. El actor escocés Kevin Guthrie (1988), conocido por su buen hacer en las películas ‘Amanece en Edimburgo’ (2014), de Dexter Fletcher, y ‘Sunset Song’ (2015), de Terence Davies, es el encargado de interpretar, y muy bien, a Fergie Suter.

En conclusión, ‘Un juego de caballeros’ es una de esas producciones inglesas perfectamente producida, dirigida, ambientada e interpretada que merece la pena tener en cuenta.

Yo ya no voy al cine

Querían ustedes un titular llamativo. Pues ahí lo tienen: yo, un veterano periodista cultural, antiguo crítico de cine y hasta director de un cortometraje (pecados de juventud), ya no voy (casi) a las salas. Venga, admito ese ‘casi’ delante de la ‘boutade’. Y supongo que esta provocación será ‘castigada’ por buena parte de mis amigos y colegas, que empezarán a tirarme de todo (de forma figurada, espero). Y para añadir más leña al fuego les confesaré que lo mío, ahora, ya no es ‘Cinema Paradiso’, sino el ‘streaming’: ver películas y series a través de una pantalla conectada a internet.

Permítame el lector recordar unas palabras de Álex de la Iglesia cuando era presidente de la Academia del Cine, en la gala de los Premios Goya de 2011: “Hace 25 años, quienes se dedicaban a nuestro oficio jamás hubieran imaginado que algo llamado internet revolucionaría el mercado del cine de esta forma y que el que se vieran o no nuestras películas no iba a ser sólo cuestión de llevar al público a las salas. Internet no es el futuro, como algunos creen. Internet es el presente”.

Y seguía así: “Internet es la manera de comunicarse, de compartir información, entretenimiento y cultura que utilizan cientos de millones de personas. Es parte de nuestras vidas y la nueva ventana que nos abre la mente al mundo… (Los usuarios de Internet) son nuestro público. Ese público que hemos perdido y que no va al cine, porque está delante de una pantalla de ordenador. (…) No tenemos miedo a internet, porque internet es, precisamente, la salvación de nuestro cine”.

El director vasco, que acaba de estrenar su primera serie para una gran plataforma, ’30 monedas’, en HBO, fue clarividente. Hace casi 10 años de esas palabras y lo que dijo ya es una realidad. Recordemos que el vídeo bajo demanda (VOD) de Netflix para ordenadores empezó en el año 2007 y que el servicio de ‘streaming’ de HBO data de 2010 (como cadena de cable nació en 1966). Y ese mismo 2010 resurgió la catalana Filmin en la forma que ahora la conocemos, con una tarifa plana, aplicaciones para tabletas y la difusión en ‘streaming’ en alta definición.

Vuelvo al titular inicial. Siento confesar que ahora apenas voy a una sala de cine, y no es por ganas, porque siguen siendo el mejor lugar para ver una película, sin ninguna duda. Y no sólo superproducciones de estreno, sino los clásicos en blanco y negro que exhibe la Filmoteca.

Una sala de cine sigue teniendo algo de comunitario y misterioso, y más cuando la gran pantalla blanca, antes, se descubría detrás de unas cortinas gigantescas, generalmente rojas, como solían serlo también las butacas y las alfombras rojas que poblaban pasillos y vestíbulos.

Hubo una época en que conocía y saludaba a casi todos los porteros de cine de Barcelona. Y ellos a todos los periodistas culturales que acudíamos a los pases de prensa matinales y, luego, a las proyecciones de tarde y noche. Eran otros tiempos.

En parte estoy de acuerdo con lo que decía el colega Toni Vall, hace unos días, con respecto a la iniciativa de algunas de las grandes ‘majors’ de estrenar sus películas en sus plataformas digitales: «No tengo ningún interés en ver películas sólo en mi casa, aunque la dinámica de las distribuidoras y las productoras va hacia aquí. Contenidos ‘on line’ para ser vistos en casa, inexorablemente (…) Me estoy sintiendo expulsado del cine. Y es una sensación terrible, muy dolorosa».

Yo tengo otras razones para quedarme en casa. Os las explico.

La primera, evidentemente, la pandemia. Los cines y teatros han hecho un gran esfuerzo para adecuarse a la situación sanitaria pero toda precaución es poca y, si uno es población de riesgo, prefiere abstenerse. Tengo muchos amigos que acuden cada día a las salas y ninguno de ellos ha pillado la enfermedad. Cuando he ido a ver una película me siento en silencio más seguro en una de sus butacas que en el súper de la esquina o el centro comercial más cercano.

Otra razón: me he vuelto comodón. Siempre había soñado con tener una pequeña sala de cine, como hacían los directores y actores de Hollywood en las películas. Algo sólo posible para ricachones con mucha pasta hasta hace poco. Eso ha cambiado con las nuevas y enormes pantallas de los televisores inteligentes, que convierten cada salón en una soñada sala de cine.

Unos meses antes de la pandemia decidí aprovechar una oferta y compré una tele de 55 pulgadas, que mi esposa vio muy por encima de las posibilidades del tamaño de mi sala de estar. Pero ahí está y ya no parece tan grande. Con mi colección de películas en DVD y Blu-ray, y con un trío de plataformas cuyo contenido no me lo acabaré nunca soy un poco más feliz.


Y una tercera razón: la económica. Una entrada de cine de estreno cuesta entre 4,9€ del día del espectador y los 9€ de un festivo, 6€ una matinal y 8€ un día laborable. Multipliquen ustedes por dos, si son una pareja, y añadan si van con niños. También hay un estupendo abono anual de la Filmoteca de Catalunya por 90€ (un talonario de 10 entradas sale por 20€).

Cualquier familia con niños que se apunte al Disney+ pagará 6,99€ al mes o 69,99€ al año. Yo mismo estoy suscrito a varias plataformas y comparto otras con familiares. La suscripción anual a Filmin, la única íntegramente española, es de 84€ al año (la mensual básica cuesta 7,99€), y luego se pueden ‘comprar’ estrenos por unos 4€, como hacen el resto de empresas de ‘streaming’ salvo Netflix, que lo hace sin coste adicional (su plan básico cuesta 7,99€). Evidentemente, con esta competencia, no hay color. La balanza familiar se decantará siempre hacia este lado.

¿Significa esto que nos encaminamos inexorablemente hacia la desaparición de las salas de cine? Espero que no. Hace unos años, cuando el mundo de la prensa escrita empezó a decaer frente a la naciente digital, muchos periodistas no queríamos creer que el papel pudiera desaparecer. Y vamos camino de ello, con algunas salvedades (diarios de fin de semana con sus suplementos; algunas revistas especializadas) por las que el lector aún está dispuesto a pagar un poco más.

Una cosa similar puede pasar con los cines, convertidos en refugio de cinéfilos militantes. Sobrevivirán un puñado de grandes salas para exhibir espectaculares ‘blockbusters’ y, también, si saben jugar sus cartas, pequeños locales donde se exhibirán producciones independientes (¿quizá bajando los precios de las entradas?). Un tipo de cine que está encontrando su refugio y mayor visibilidad en las plataformas digitales.

Quiero citar precisamente a Filmin, que no solo apoya y potencia nuestro cine, sino que ofrece películas y series europeas independientes de gran calidad, ha rescatado una maravillosa biblioteca de clásicos y, en estos tiempos difíciles de pandemia, ha exhibido ‘on-line’ los contenidos de numerosos festivales cuya programación presencial era imposible desarrollar. Esta solución provisional no significa que los muchos certámenes que existen vayan a desaparecer, pero son fórmulas que en un futuro quizá deberán coexistir.

Nota: originalmente, publiqué este artículo en la web de Nosolocine. También hablamos del tema con Jose López en su programa de radio Nosolocine en las ondas (hacia el minuto 15).

‘Antidisturbios’ y ‘Gambito de dama’, las mejores series de 2020

Intente el lector el ejercicio de elaborar una lista de las series que más le han gustado este año y verá lo difícil que resulta ser ecuánime. Cada vez más resulta prácticamente inabarcable poder seguir la pista de lo que se produce anualmente en las televisiones tradicionales y, aún más, en las plataformas digitales de pago, donde la abundancia es tal que necesitas una buena brújula para orientar el rumbo y dar con la ficción adecuada a tus gustos.

Como siempre, elegir es optar por filias y fobias personales e intransferibles, aunque las del lector puedan coincidir con las propias. El cronista o el crítico, aporta además elementos de información que decantan esas preferencias hacia un lado u otro.

Para empezar, he hecho una división entre series españolas y extranjeras. Aunque las primeras son muchas menos que las segundas, también he querido incluir mi propio ‘top ten’. Quizá debería haber incluido algunas de las últimas producciones nacionales, como las ’30 monedas’ (HBO), de Álex de la Iglesia, o ‘Dime quién soy’ (Movistar+), con Irene Escolar, pero aún no he podido verlas. Originalmente, este texto lo publiqué en la web amiga de No solo cine.

Producciones españolas

  1. Antidisturbios‘ (Movistar+). Poco más se puede decir de esta magnífica serie policiaca con mucho de denuncia social por parte de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, su coguionista habitual. El primer episodio es una maravilla y el reparto al completo, con Vicky Luengo a la cabeza, está sensacional.
  2. HIT‘ (RTVE). El bombazo juvenil de este otoño. Las peripecias de un profesor atípico en un instituto con un grupo de alumnos de armas tomar. Los protagonistas son Daniel Grao, excelente, y unos jóvenes actores que darán mucho que hablar.
  3. Patria‘ (HBO). Sensible adaptación de la novela de Fernando Aramburu, con Elena Irureta y Loreto Mauleón encarnando a Bittori y Arantxa, las dos amigas enfrentadas por la muerte del marido de una de ellas a manos de ETA.
  4. El Ministerio del Tiempo‘ (RTVE). Sigue siendo la ficción más original del panorama audiovisual español, con sus vueltas de tuerca a la Historia. La esperada cuarta temporada no defraudó en su regreso a TVE en mayo, tras dos años y medio de ausencia, con todos sus principales intérpretes.
  5. Inés del alma mía‘ (RTVE y Amazon Prime Video). Apasionante adaptación de la novela de Isabel Allende. Ambientada en la conquista de Chile, recrea la vida de Inés Suárez de Plasencia, con una estupenda y apasionada Elena Rivera.
  6. La Unidad‘ (Movistar+). Más que interesante muestra del trabajo de la Policía Nacional contra el islamismo radical, de la mano de Dani de la Torre y con Nathalie Poza como la comisaria Carla Torres.
  7. Mira lo que has hecho‘ (Movistar+). La última entrega de la serie creada e interpretada por Berto Romero es la mejor de las tres que integran esta comedia en clave de autoficción, dirigida con habilidad (como la segunda temporada), por Javi Ruiz Caldera.
  8. La línea invisible‘ (Movistar+). Interesante retrato del nacimiento de ETA, de la mano de Mariano Barroso (excelente tambien su previa ‘El día de mañana’), y con Àlex Monner como el primer asesino y luego ‘mártir’ etarra Txabi Etxebarrieta.
  9. Caronte‘ (Telecinco y Amazon Prime Video). Las peripecias de un expolicía que pasó por prisión, reconvertido además en abogado penalista, merece la pena sólo por ver de nuevo en acción a Roberto Álamo (también, estupendo, en ‘Antidisturbios’).
  10. La casa de papel‘ (Netflix). La penúltima temporada de la serie de los atracadores de bancos vestidos de rojo y con careta de Dalí fue tan entretenida como frustrante: han alargado el chicle hasta la próxima y última entrega, según aseguran. Pero no la podíamos dejar fuera de este listado.

Producciones internacionales

https://youtu.be/w-fJaQitvS8
  1. Gambito de dama‘ (Netflix). Es la sorpresa de la temporada, creada por Scott Frank y Allan Scott y protagonizada por la fascinante Anya Taylor-Joy, todo un descubrimiento… y el deseo irrefrenable de volver a jugar al ajedrez.
  2. El colapso‘ (Filmin). Dura e impresionante miniserie francesa, creada por el colectivo Les Parasites (Jérémy Bernard y Guillaume Desjardins), que plantea un futuro distópico tan factible como próximo. Los ocho episodios, con historias independientes entre sí, aunque emperentadas, fueron rodadas en planos secuencia.
  3. Unorthodox‘ (Netflix). Otra miniserie imprescindible, como la anterior, basada en las memorias de Deborah Feldman, que narra la huida de una chica judía del interior de una asfixiante una comunidad jasídica de Brooklyn. El trabajo de la bajita protagonista, Shira Haas, es gigantesco.
  4. The Mandalorian‘ (Disney+). Las peripecias del guerrero de la máscara y un pequeño Yoda son el mejor regreso que se podía pedir al explotado universo de ‘Star Wars’ de la mano de Jon Favreau. Hasta el penúltimo episodio no hemos podido ver (por fin) la cara de Pedro Pascal.
  5. The Crown‘ (Netflix). La cuarta temporada de la vida de los Windsor ha supuesto la irrupción del personaje de Diana de Gales (estupenda Emma Corrin) a la familia real británica y de Margaret Thatcher (una Gillian Anderson un poco pasada de vueltas) como primera ministra.
  6. Todas las criaturas grandes y pequeñas‘ (Filmin). Una miniserie británica de la de buen rollo, con las historias de un trío de veterinarios de un bonito pueblo de la campiña inglesa. Basada en unos populares libros de James Herriot, la protagonizan Nicholas Ralph y Samuel West.
  7. Halt and catch fire‘ (Filmin). La apasionante historia de un grupo de informáticos que, a inicios de los años 80 del siglo pasado, transformó los pesados computadores empresariales en los ordenadores personales actuales.
  8. Little Fires Everywhere‘ (Amazon). De nuevo Reese Witherspoon, en su doble papel de productora e intérprete, sirve un potente drama familiar, con duelo actoral con Kerry Washington, una fotógrafa afroamericana que recorre EEUU con su hija adolescente y un misterio a sus espaldas.
  9. Adult Material‘ (Filmin). Una dramedia sobre el mundo del cine porno, centrado en la vida cotidiana de una ya veterana (¡treintañera!) estrella del cine X que ha de reconvertirse. Hayley Squires, a quien vimos en ‘Yo, Daniel Blake’ es la curiosa protagonista.
  10. La ruta del dinero‘ (Filmin). Estupendo ‘thriller’ financiero escandinavo, que cuenta con Jeppe Gjervig Gram, uno de los responsables de la prestigiosa ‘Borgen’, como cocreador de esta serie sobre los trapos sucios de los directivos de una empresa de energías renovables.

‘Todas las criaturas grandes y pequeñas’, una serie de buen rollo

Entre las nuevas series que llegan a nuestras casas a través de la televisión tradicional en abierto o mediante las plataformas de pago vía internet (‘streaming’), hoy les escribo de una serie de las de buen rollo, de las que te hacen disfrutar con sus personajes e historias y acabar cada capítulo con una sonrisa. Se titula ‘Todas las criaturas grandes y pequeñas’ y la acaba de estrenar la plataforma española Filmin.

Se trata de una ficción inglesa actual, ambientada a finales de los años 30 del siglo XX y con todas las características de las mejores producciones británicas: buenos guiones, realizaciones más que correctas, estupenda recreación de la época y con un puñado de actores que saben sacar jugo a sus personajes. Además, les puedo asegurar que hará las delicias de los amantes de los animales, grandes y pequeños, como reza el título. También tiene ese tono agradable y cálido que ya poseía Los Durrell’, que también acoge Filmin.

De izquierda a derecha, AnnaMadeley, Samuel West, Nicholas Ralph, Rachel Shenton y Callum Woodhouse.

Pero vayamos por partes. Primero, la trama, que es una nueva adaptación de los libros de James Herriot (1916-1995), seudónimo del escritor James Alfred Wight, que ejerció durante décadas como veterinario rural en el condado de Yorkshire del Norte, en mitad de Inglaterra.

Se tratan de historias semiautobiográficas que el autor escribió en una docena de libros a partir del año 1969. Fueron tan populares, que lograron incrementar el número de jóvenes estudiantes de Veterinaria, además de dar lugar a un par de telefilmes y una teleserie.

El protagonista es el mismo James Herriot joven, recién salido de la Universidad y que vive en Glasgow con sus padres. Un día le llega una oferta de trabajo en la zona del parque nacional de Yorkshire Dales por parte de un, más bien excéntrico, veterinario llamado Siegfried Farnon. Este vive en un caseron, Skeldale House, con una ama de llaves, la señora Hall, y posteriormente el hermano menor de Farnon, llamado Tristan, un bala perdida.

Las peripecias de todos ellos y sus relaciones con los vecinos, granjeros y ganaderos del condado, más los cuidados que proporcionan desde gatos y perros domésticos a caballos y vacas a punto de parir, conforman el simpático núcleo argumental.

Los veterinarios y el ama de llaves.

La primera adaptación de los libros de Herriot fue una película para la televisión, rodada en 1975, sólo seis años después de la publicación de la obra literaria original. Fue dirigida por Claude Whatham e interpretada por Simon Ward (como James) y Anthony Hopkins (como Siegfried), acompañados de Lisa Harrow, Brian Stirner y Freddie Jones. Su secuela, con otros actores, fue menos interesante, pero la BBC decidió impulsar una serie, que se mantuvo en pantalla de 1978 a 1990, a lo largo de siete temporadas y 90 episodios, con Christopher Timothy, Robert Hardy y Peter Davison al frente del reparto.

La miniserie actual de seis capítulos que llega ahora a Filmin parte del mismo material, pero con nueva savia, con un reparto encabezado por el joven actor escocés Nicholas Ralph (1990), como el joven, ingenuo pero eficaz James Herriot, su primer papel de importancia.

El veterano Samuel West (1966) encarna a Siegfried Farnon, cuya dura apariencia esconde a un tipo noble y generoso. West es hijo del legendario Timothy West y un rostro muy popular en el cine y la televisión inglesa, con trabajos que van desde ‘Regreso a Howards End’ a ‘The Crown’. El tercero en concordia es Callum Woodhouse, que ya interpretó a Leslie Durrell, el hermano aficionado a las armas en la serie de ‘Los Durrell’, le proporciona el toque juerguista a Tristan Farnon.

Callum Woodhouse, el Leslie de ‘Los Durrell’, es aquí el juerguista a Tristan Farnon.

A destacar que esta nueva adaptación ofrece notables toques de igualdad de género y un mayor peso de los personajes femeninos de la trama, empezando por Anna Madeley, como la señora Hall, la ama de llaves, y Rachel Shenton, como la atractiva granjera Helen Alderson.

Como casi siempre en las producciones inglesas, el puñado de actores secundarios ofrece recitales notables que aportan brillantez a sus personajes, aunque sean de corta duración. Y aquí destaca con luz propia la gran Diana Rigg, fallecida el pasado mes de septiembre: aquí hizo uno de sus últimos trabajos, encarnando a la señora Pumphrey, una adinerada dama a cuyo regordete y enfurruñado perro pequinés ha de tratar el joven veterinario Herriot.

Diana Rigg, como señora Pumphrey, y su glotón pequinés.

Finalmente, en el apartado técnico, hay que señalar que los dos primeros episodios están dirigidos por el británico Brian Percival, conocido por su trabajo en la serie ‘Downton Abbey’, la miniserie ‘Norte y Sur’ y las películas ‘A boy called dad’ y ‘La ladrona de libros’.

Ah… y no se pierdan los bonitos títulos de crédito, unos dibujos o pinturas animadas que recuerdan algunas de las portadas de los libros originales y también a estilo de los créditos de la serie ‘Los Durrell’, si bien en este caso fueron diseñados por Alex Maclean mientras que en las ‘criaturas’ la dirección de arte se debe a Thomas Goodwin.

Las aventuras del veterinario inglés ya tienen continuación: el Channel 5 británico estrenará la segunda temporada de la serie el próximo mes de enero. Filmin la emitirá en octubre de 2021, según ha avanzado su director editorial, Jaume Ripoll.

Entrevista con Eduard Jornet

“Viajar es barato si no te planteas dormir en hoteles de cuatro o cinco estrellas”, dice este montañero y autor de documentales, padre de Kilian Jornet, que estrena canal de Youtube

Eduard Jornet nació en vísperas de la Nochebuena de 1951, en Badalona, porque su padre, que era de Aitona (Segrià), empezó a trabajar en Ferrocarrils de Catalunya. Él fue el primero de su familia en convertirse en montañero, una afición que convirtió en profesión y que su hijo Kilian ha seguido y elevado a nivel de mito deportivo. Esta entrevista se publicó originalmente en el Catalunya Plural.

– ¿De dónde le viene esa afición a la montaña?
– Del ‘escoltisme’. Del grupo de ‘escoltes’ de La Floresta, que era donde vivíamos. Si me preguntas cuándo empecé a priorizar la afición a la montaña sobre otras cosas, fue hacia los 17 años. Y a los 25 rompí del todo con Barcelona y me fui a vivir a un refugio, al Mallafré, en Sant Maurici.

— ¿Dejó los estudios?¿El trabajo?
– No, no. Estudié el bachillerato y soy serigrafista de oficio desde los 14 años. A través de mi madrina, que era muy amiga de Ángel Camacho, que hacía los carteles de cine de Barcelona, logré entrar a trabajar en la sección de serigrafía de sus talleres. También hice una diplomatura en Marketing, pero lo dejé por la montaña. Evidentemente esos estudios me han servido para todo lo que he hecho luego, en los refugios y como pistero-socorrista en La Molina.

–¿Y eso de ser encargado de un refugio se consigue fácilmente?
– No. No te lo daban así como así. Te hablo ahora del año 1977 y yo solicité gestionar un refugio a la delegación catalana de la Federación Española de Montaña. Tuve que demostrar al comité encargado de esas concesiones que yo conocía la montaña, que había hecho travesías por el Pirineo, que había ascendido a varias cumbres… Y me dieron la gestión del Ernest Mallafré del Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici.

–¿No le daba miedo la soledad?
– Nada. Aunque soy una persona muy sociable, me gusta estar solo y caminar por la montaña solo sin ningún problema.

– Usted es guía de montaña desde 1978, pero también puede tener un accidente…
– Has de asumir la parte de riesgo que tienes, pero has de controlar muy bien dónde vas, cómo vas y de qué manera. Tienes que conocer bien el terreno.

– ¿Y no es mejor ir acompañado?
– Sí, sí. Es mejor ir con alguien. Lo aconsejo siempre.

– A inicios de los años 80 encontró a su alma gemela, Núria Burgada, que decidió acompañarle…
– Ella también venía del mundo de la montaña y coincidimos en la Molina. Estuvimos varios años juntos y tuvimos a nuestros hijos, Kilian y Naila.

– Vamos, que de tal palo, tal astilla…
– No, no. Nosotros les dimos a elegir qué querían ser. Kilian escogió la montaña, como profesional, y Naila decidió ser fisioterapeuta, pero también vinculada a la montaña, porque a ella también le gusta, y escala, hace parapente… No se lo inculcamos, sino que salió de una forma natural. De pequeños íbamos a la montaña y hasta donde llegaran. No era cuestión de hacer cumbre porque sí, porque había que llegar a la cumbre, sino que vamos allí y si llegamos arriba, pues muy bien, y si no, no pasa nada. No les forzamos nunca a continuar.

– ¿No le da miedo cada aventura de Kilian?
– Claro que me preocupa, como a usted si su hijo sale de noche y ha de conducir por una carretera que no conoce para ir a una discoteca. La cuestión es conocer tus límites y conocer el terreno que pisas. Y en deportes de riesgo, hay que saber tomar la decisión correcta en el momento crítico. No pasa nada por no llegar a la cumbre. Lo importante es nuestro esfuerzo por intentarlo.

– ¿Cómo lleva no poder ver a Kilian, a Emelie y a su nieta, con esto de la pandemia?
– Es duro, porque tenía que haber ido a Noruega en marzo, cuando empezó todo, y tal como están las cosas no sé cuándo podré verles…

– Volvamos a su faceta de fotógrafo y documentalista. ¿Cuándo le entró ese gusanillo?
– Es una afición que me viene de mis primeras excursiones por el Pirineo con tres amigos ‘escoltes’ más. Debía tener 16 o 17 años cuando preparamos una travesía desde Setcases hacia La Molina y luego hacia Berga. Y le pedí a mi madre una cámara muy sencilla, con la que hice mis primeras fotos en blanco y negro.

– ¿Aquellas de estilo Werlisa o reflex tipo Praktica?
– No recuerdo. Era muy sencilla, de plástico, tipo Instamatic de Kodak o Agfa. Con el tiempo, en cada salida, llevaba una cámara, que cada vez fue siendo más buena. La primera vez que fuimos a Benasque, mi hermano me dejó ¡una Yashica!

– Me hablaba del origen de su afición…
– Como le decía, cuando empecé como serigrafista hacía el revelado de las fotografías. Y el encargado, además, era aficionado a la fotografía y al cine, y eso me ayudó. Más tarde, un año que íbamos a estar de vacaciones en Benasque, alquilé una cámara de cine de 8 mm e hice una primera película, que no me salió muy bien, con veladuras y tal. Pero me gustó tanto, que me compré una de aquellas de tres objetivos, que me sirvió para filmar una excursión a los Alpes y la subida al Mont Blanc.

– ¿Qué edad tenía en esa ascensión?
– 20 años.

– Era muy joven…
– Sí. En aquella época éramos así. En la colla de Sant Cugat había otros tres chavales con 17 o 18 años. Y subimos todos juntos. Pues lo que te decía, que me aficioné al cine, y del 8mm pasé al Super 8mm, con una Sanyo. Y también una empalmadora, para cortar y montar planos. En realidad era más fotografía que cine. No tenía mucha idea.

– Bueno, como todos los aficionados cuando empezamos…
– Hacía mis pinitos e, incluso, grabé una de las clases de mi mujer, Núria, que estudiaba Magisterio, e incluyó la película en su trabajo de fin de carrera. Pero me faltaba algo. Veía los documentales de Jordi Pons y tenían una forma muy atractiva de explicar una historia. Y supe que necesitaba aprender un poco más.

– ¿De qué año me habla, más o menos?
– Hacia 1993 y 1994. Un día vi un anuncio del Centre d’Estudis Cinematogràfics de Catalunya (CECC) y decidí a apuntarme a unos cursos de montaje y fotografía.

– ¿Se apuntó a una escuela de cine con 40 años cumplidos?
– ¿Y por qué no? Habíamos dejado La Molina y me habían dado la gestión del refugio de Cap del Rec. Y en el CECC conocí a profesores estupendos, como el montador Manel Almiñana, con quien colaboré luego en varios cortometrajes, y el director de fotografía Gerard Gormezano. Y José Luis Guerín nos dio alguna clase de dirección. A partir de ahí hice varios cortometrajes más en super 8 mm y también me lié con una cámara de 16 mm.

– Esos son palabras mayores…
– Sí. Hice un par de cosas, ‘La Vall de la Llosa’ y ‘La procesó de Meranges’, pero el 16mm era carísmo y lo dejé. Volví a la fotografía analógica y en cuanto apareció la digital me pasé a ella. Luego, también, empecé con el vídeo digital. Así he rodado en HD ‘La Gran Volta al Toubkal’, ‘Aladaglar’, ‘Muntanyes de Llum’ y ‘La casa dels Esperits, 238 Km en solitari en territori
Mapuche’, sobre el volcán Rukapillan, en Chile. También he colaborado en algunos de los documentales de Kilian, como en ‘El contador de lagos’ [que puede verse en TV-3 a la carta].

– Además de efectuar grandes vueltas a la Cerdanya (con libro incluido), al Toubkal africano y al Rukapillan chileno, ahora está acabando otro documental.
– Yo grabo pequeños documentales que me sirven para ilustrar las conferencias que doy por todo el mundo. Pero es un proyecto muy chulo: la gran vuelta al Mongun-Taiga, un macizo montañoso en la zona oriental de Siberia, tocando a Mongolia. Estuve viviendo allí varios meses, antes de la pandemia. Ya tengo un primer montaje y sólo me faltan algunas voces y detalles.

– ¿Por qué Siberia?
– Es que fuimos con una idea doble: la ruta alrededor del Mongun-Taiga en sí, en la que también participaron un grupo de excursionistas catalanes, y un proyecto de una amiga, Anna Panchischeva, para elaborar queso a partir de leche de yak. Cuando lo explicamos, les pareció muy interesante a la gente de allí e, incluso, a las autoridades locales, que nos ayudaron con ambos temas.

– ¿Podremos ver el documental en alguna tele?
– No creo. Estoy muy desencantado con las televisiones. No las veo interesadas en lo que yo hago. Ahora mismo, en Filmin está ‘Amazigh’, un trabajo que codirigí con Alicia Almiñana, en Marruecos, sobre dos jóvenes bereberes que se preparan para participar por primera vez en una carrera ultra trail. Si alguna cadena o alguna plataforma quiere emitir el de Siberia, bien. Si no, se podrá ver en mi canal de Youtube.

– ¡En Youtube!
– Sí, sí. Unos amigos lo están preparando para que se puedan ver todos mis documentales en un canal propio de Youtube, probablemente vinculado a mi página web: EduardJornet.com

– Aunque usted está jubilado como guía de montaña, no para de viajar por cordilleras de todo el mundo descubriendo nuevos lugares. Y, además, colabora con la Fundación Itinerarium, una entidad que cumple ahora 10 años.
– Colaboro en el diseño de sus Circuitos Inclusivos, unos itinerarios que pueden ser recorridos por todas las personas, incluidas aquellas cuyas capacidades físicas o intelectuales estén mermadas. Son unas rutas señalizadas de forma permanente en diferentes ciudades y pueblos. El primero fue en Llívia y ya hay más de 40 en toda Catalunya, Madrid, Venecia, Chile y Estados Unidos. El próximo, antes de fin de año, será en Tiana.

– Vamos, que no se está quieto. Y seguro qué tiene algún proyecto más en mente.
– Teníamos previsto haber ido este año a Oceanía, a hacer la gran vuelta al Tarawera, un volcán activo en Nueva Zelanda, pero la pandemia lo ha parado todo.

– Dado que viaja continuamente, ¿cómo lo hace para vivir fuera varios meses sin arruinarse?
– Viajar es barato si no te planteas ir a dormir a hoteles de cuatro o cinco estrellas. Mira, yo tengo un presupuesto de 900 euros al mes y sé que no me puedo pasar. Hay jornadas que estoy de ruta y duermo en una tienda en la montaña y no gasto nada. Así, otro día puedo bajar a la ciudad más cercana y estar en un hotelito donde ducharme. Además, siempre hay amigos que te acogen en su casa y te dejan una cama donde dormir.

Marianne Sägebrecht, Percy Adlon y los 35 años de ‘Sugarbaby’

El otro día, revolviendo y tirando buena parte de antiguo material de prensa que tenía arrinconado en la casa del pueblo descubrí el referido a ‘Sugarbaby’ (1985), la película que reunió por primera vez al director alemán Percy Adlon y a la simpática y rellenita actriz Marianne Sägebrecht, que cumplió 75 años en agosto. La película, un curioso cuento de hadas romántico moderno, se estrenó en nuestro país hace ahora 35 años.

Nacida en Starnberg (Alemania), ella provenía del mundo del cabaret y del café-teatro, mientras que Adlon (Múnich, 85 años) era coetáneo de directores alemanes tan famosos como Herzog, Fassbinder y Wenders, pero nunca se alineó con ninguno de ellos. Procedente de una familia de hoteleros, no había asistido a ninguna escuela de cine, sino que empezó como actor y luego fue realizador de numerosos documentales para la tele.

En los años 70 conoció a una joven productora que sería su esposa, Eleonore (79 años) y con la que fundó en 1978 una compañía con la que realizaría varios telefilmes y su primer largo de ficción, Céleste (1981), sobre una sirvienta de Marcel Proust que se vería en el Festival de Cannes.

Pero, de hecho, fue la feliz confluencia de Adlon y Sägebrecht la que daría lugar a una exitosa y fugaz trilogía que lanzó a la escena internacional a ambos. El director explicó en su día que ‘Sugarbaby’ nació de dos imágenes relacionadas con su actriz: un día la vio flotando en una piscina con su enorme humanidad, y decidió que sería la apertura del filme; y una noche la vio bailando animadamente un rock en una discoteca, y convirtió la escena en el colofón de la historia.

Entre medio, una simpática trama: la oronda empleada de una funeraria se enamora de un guapo maquinista del metro, interpretado por Eisi Gulp (Múnich, 64 años), un actor callejero, bailarín y artista de circo. Ambos eran debutantes en el mundo del cine. Aprovechándose de que la rubia, elegante y flaca esposa del hombre se ha de ausentar unos días, la sensual y sexi Marianne planea una seducción en toda regla y logra llevarse al chico a la cama.

La comedia se llevó la Espiga de Plata del Festival de Valladolid de 1985 y se estrenó en el Cine Casablanca de Barcelona de la mano del Círculo A, empresa especializada exhibir películas en versión original, subtituladas, y que tenía como programadores a Jaume Figueras y Àlex Gorina, dos grandes de la crónica y la crítica cinematográfica.

Desconozco si se puede ver en alguna plataforma de pago, actualmente. Existe una versión subida a Youtube con subtítulos en portugués y un par de tráilers en alemán.

Pero lo bueno de ‘Sugarbaby’ fue que propició la siguiente película del tándem Adlon-Sägebrecht, un par de años más tarde: ‘Out of Rosenheim’ (1987) que fue afortunadamente rebautizada como ‘Bagdad Café‘, que sería todo un éxito internacional, en parte gracias a la pegadiza canción ‘Calling You‘, interpretada por Jevetta Steele. Los lectores pueden ver la película en Filmin.

La historia, coescrita por Adlon y su esposa Eleonore, narra la odisea de Jasmin (Sägebrecht), una infeliz y gruesa señora alemana, cuyo indeseable marido deja tirada junto a un motel y gasolinera situados en un paraje desértico del medio oeste de EEUU. Para poder pagarse la estancia, Jasmin se ofrece a trabajar para Brenda (CCH Pounder), la malhumorada dueña del lugar, a la que poco a poco se irá ganando con su afabilidad. Al mismo tiempo, descubre el amor en Rudi, un maduro artista alojado en el motel, interpretado genialmente por el gran Jack Palance, en un papel romántico nada habitual en este actor.

El Círculo A de Figueras y Gorina logró que la película se estrenara en el Cine Casablanca, de nuevo en VOSE, con presencia de la actriz protagonista. El éxito fue tal, que la comedia se mantuvo en cartel año y medio. De rebote, el corto que se exhibía antes, ‘Quizá no sea demasiado tarde’, dirigido por quien firma estas líneas, logró la lotería de mantenerse ese mismo periodo de tiempo, siendo el cortometraje más visto en la historia de las salas de cine catalanas.

Posteriormente, ‘Bagdad Café’ se convirtió en 1990 en una serie de televisión interpretada por Whoopi Goldberg y Jean Stapleton, y dirigida inicialmente por el efectivo Paul Bogart. Pero no tuvo tanta suerte, pese a sus estrellas. Les falló el guión y la gracia del filme original.

Pero como no hay dos sin tres, Adlon volvió a contar con Sägebrecht para ‘Rosalie va de compras’ (1988), una crítica a la fiebre del consumo desaforado en forma de sátira, que resultó fallida. Ambientada en un pueblecito de Arkansas, la actriz interpreta a una alemana casada con un americano (Brad Davis), madre de familia numerosa y empeñada en vivir un tren de vida y de compras que durarán hasta que su tarjeta de crédito tenga fondos.

Fue la última vez que colaboraron actriz y director, que luego se distanciaron. Ella empezó a aparecer como secundaria en algunas películas de Hollywood, como ‘Presidente por accidente’ (1988), de Paul Mazursky, y ‘La guerra de los Rose’ (1989), de Danny DeVito, pero no quiso quedarse en EEUU. Prefirió volver a Europa para rodar ‘Marta y yo’ (1991), de Jirí Weiss, e incluso la patata frita de ‘La vida láctea’ (1992), a las órdenes de Juan Estelrich Jr., un horror pese a contar con intérpretes como Mickey Rooney, Emma Suárez, Jack Taylor y Feodor Atkine.

Desde entonces, Marianne ya no abandonaría el continente europeo e intervendría en filmes tan dispares como ‘El ogro’ (1996), de Volker Schlöndorff; ‘Corazones enfrentados’ (1998), de Jeroen Krabbé; ‘Astérix y Obélix contra César (1999), de Claude Zidi, seguida de varias series, miniseries y filmes para televisión como ‘Lilalu im Schepperland’ y las películas infantiles ‘Pettersson y Findus’, donde es la vecina del primer protagonista. También ha sido la decidida cocinera de la saga ‘Marga Engel’ y una secundaria habitual de la policiaca ‘SOKO München’. La actriz no ha parado de trabajar, ha recibido diversos premios en su país natal, pero no ha vuelto a tener el protagonismo ni el éxito de ‘Bagdad Café’.

A su director le pasó tres cuartos de lo mismo. Percy Adlon optó por la senda del cine independiente y los documentales. Tras el relativo fracaso de ‘Rosalie va de compras’ filmó ‘Salmonberries’ (1991), una curiosa historia de amor protagonizda por K.D. Lang. La trama, centrada en la peripecia de una joven esquimal, huérfana y andrógina que trabaja como minero en Alaska, fue coescrita por Adlon y su hijo Felix. La cantante canadiense le pidió a Adlon que le escribiera un guión a su medida, después de que el realizador la dirigiera en el videoclip de ‘So in love’.

Posteriormente, ‘Younger and Younger’ (1993), ‘Hawaiian Gardens’ (2001) y ‘Mahler auf der Couch’ (2010), han sido sus posteriores filmes de ficción más notables. La tercera, codirigida con su hijo Felix, ha sido su último trabajo. Desde hace años vive retirado con su esposa en California.

En cuanto a Felix Adlon, este es más conocido por ser el exmarido de Pamela Adlon, la cómica que ha escrito e interpreta la serie ‘Better Things’, donde encarna a una mujer madura y divorciada que vive entregada a la educación de sus tres hijas mientras intenta seguir adelante con su carrera de actriz. Vamos, como la vida misma.

Retrato de tres amigas ‘millennials’

Ya están en Amazon Prime Video tres de las cuatro temporadas de ‘The Bold Type‘, una de las series que fue toda una sorpresa hace tres años, bien calificada por la crítica y situada entre las mejores del 2017, pero de la que yo no había oído hablar hasta que… Bueno, mejor os lo cuento desde el principio, porque esta producción del canal Freeform no parece la más idónea para mi ‘target’, pero la estoy disfrutando en familia.

La cosa empezó con una charla entre amigos sobre la lista de series que le han gustado más a José López estos últimos meses y siguió con el comentario de la hija treintañera de uno de nosotros, que estaba enganchada a ‘The Bold Type’.

Lo primero que se me vino a la mente fue la palabra ‘bold’ usada en tipografía, que no es sino la ‘negrita’ de toda la vida, con la que se resaltan términos y se destacan frases y párrafos.

La chica nos explicó de qué iba la trama: la vida personal y laboral y las relaciones de tres amigas veinteañeras (‘millennials’) que viven en Nueva York y trabajan para una revista femenina ficticia de tirada mundial, llamada ‘Scarlet’.

Con cierta desconfianza no exenta de curiosidad, pensando que me iba a enfrentar a una versión renovada de ‘Sexo en Nueva York’, empecé a ver el capítulo piloto junto a la parte femenina de la familia que, reconozco, se enganchó a la serie a los pocos minutos.

La trama sigue los pasos de Jane Sloan (Katie Stevens), Kat Edison (Aisha Dee) y Sutton Brady (Meghann Fahy), aunque también se incide en la vida de la directora de la revista, Jacqueline Carlyle (Melora Hardin), una presencia notable a lo largo de la ficción.

Tiene su razón de ser: esta ‘dramedia’ (comedia dramática) está creada por Sarah Watson, la guionista de ‘Parenthood’, inspirada en la vida y carrera de la premiada periodista Joanna Coles, que fue responsable de la revista Cosmopolitan (2012-2016) y directora de contenidos de la compañía Hearts. Como curiosidad, el marido de Melora Hardin en la realidad, Gildart Jackson, encarna esporádicamente al esposo de ficción de Jacqueline.

Filmada en Toronto, Montreal y en Nueva York, la historia se inicia con las tres amigas vestidas de fiesta y a punto de gritar como locas al paso de un metro para desahogarse. Un ‘flashback’ explica que Jane acaba de pasar de ayudante de redacción a redactora de la revista; que Sutton es la secretaria de una ejecutiva que aspira a trabajar en el departamento de moda; y que Kat es la responsable de redes sociales de la publicación.

Las tres actrices principales, que también son estupendas cantantes según sus currículos, tienen 27, 26 y 30 años respectivamente. Stevens tan solo había rodado una serie previa, ‘Faking It’, mientras que la australiana Dee protagonizado algunas más, destacando en ‘Chasing Life’. Fahy, la mayor, ha pasado por Broadway y ha intervenido en papeles episódicos de diferentes series y telefilmes, con ‘One Life to Live’ como la más larga, hasta llegar a ‘The Bold Type’, donde su personaje es quizá el más complejo.

Producción de buen rollo, de esas que no dejan mal sabor de boca, en la que las tres amigas se ayudan sin competir, puede engañar de entrada: sus protagonistas son guapas y viven bien gracias a su trabajo en un entorno laboral sofisticado, pero toca todo tipo de temas, desde los problemas laborales y de desigualdad salarial, hasta las reivindicaciones feministas sin complejos (el tema del cáncer de mama está muy bien tratado) y el acoso sexual, que se desarrolla en el sensible décimo y último episodio de la primera temporada.

La sexualidad está tocada desde el punto de vista de las chicas: ellas son las que aman, mandan, dudan, toman y dejan a sus parejas. Mientras una inicialmente apocada Jane empieza una apasionada relación con un colega, Sutton mantiene un idilio en secreto con Richard Hunter (Sam Page), un abogado de la revista. A su vez, Kat conoce a Adena El-Amin (Nikohl Boosheri), una fotógrafa árabe que le plantea dudas sobre su propia identidad sexual. Que la primera sea mulata y la segunda sea musulmana y lesbiana al mismo tiempo (no recuerdo un personaje así en una serie americana) facilita (ligeras) referencias la racismo en EEUU y los problemas de los inmigrantes.

Estamos pues ante una entretenida serie que agradará a la parte femenina y más joven de las familias, y que puede hacer pensar y reflexionar a la parte masculina. Es muy entretenida, algo a tener en cuenta, pero menos superficial de lo que podría parecer… Y al estar ambientada en el mundo de la prensa (la de papel y la digital) supone un ‘bonus track’ para quienes profesamos el oficio del periodismo.

‘Oh My Goig!’, una serie juvenil rompedora de Betevé

Con todo esto de la pandemia, se me había olvidado comentar por aquí el estreno de la cuarta temporada de una de esas series que molan a los más jóvenes y nos escandalizan a (algunos de) los más mayores.

Se trata de ‘Oh My Goig!’, de la productora Camille Zonca de Barcelona, que se emite en el canal Betevé de la capital catalana, pero que podéis ver en Youtube.

Aunque hay muy buenos ejemplos de este tipo de series (Netflix está llena y en PlayZ de RTVE está la excelente ‘Drama’), ‘Oh My Goig!’  «fue pionera en la tele pública a la hora de tratar la educación sexual para jóvenes y adolescentes con una mirada feminista, que combina ficción, contenido pedagógico y debates entre jóvenes», como explican sus responsables.

Entre otros premios, el Festival Zoom de Igualada les galardonó el año pasado. ¿Y de qué van los temas? Pues del poliamor, el embarazo no deseado, la violencia machista en la pareja, el mundo ‘queer’, la transfobia, la precariedad laboral o el fenómeno de las influencers.

A tener en cuenta, además, que sus creadores cuentan con el asesoramiento de psicólogos y terapeutas de entidades como el Casal Lambda, el BCN Checkpoint, la Fundació Althaia o el centro SPOTT de la Diputació de Barcelona.

Entre los más de 30 actores y actrices, destacan los jóvenes Ricard Balada, Jingjing Zhu, Berta Cascante, Enrique Martín, Iker Montero, Tania Tor, Laura Solé, Lara Oliete, Clara Moraleda, Soribah Cessay y los recién llegados Lídice Gura y Abdi Cherbou.

Aída Torrent ha dirigido buena parte de la serie, escrita por Pau Serracant y Camilo Villaverde.

En el canal de Youtube de Betevé tenéis todas las temporadas.

‘Halt & catch fire’, mucho más que una serie de informáticos

El confinamiento a causa del virus de las narices no ha supuesto en mi caso un incremento excesivo de horas de televisión tradicional o streaming, vía internet. Pero el rato que le dedico intento picotear y descubrir cosas. Ayer empecé a ver ‘La línea invisible’, de Mariano Barroso, y tiene una pinta increíble: actores, equipo técnico… Pero la historia del origen de ETA la he tenido a pocos kilómetros de mi casa, en el País Vasco. Y es muy compleja. Esperaré a acabarla. Seguro que José López o alguno de los colaboradores de este Nosolocine os hablarán muy pronto de ella.

Pero, a lo que iba. He descubierto ahora, gracias a Filmin, la serie ‘Halt and catch fire’ , título que hace referencia a un supuesto comando informático que haría que un ordenador dejara de funcionar.

Podría decirse en dos palabras que es una historia de informáticos, pero me quedaría corto. Os la resumo en unas líneas: a inicios de los años 80, un grupo de personas transformó las computadoras, que eran puras herramientas empresariales, en los ordenadores personales que conocemos hoy en día, primero con los PC ‘clónicos’ de los de IBM, luego con los chats, los juegos en línea e internet.

Personalmente, yo he vivido esa época y me han apasionado los primeros ‘trastos’ que llegaron a España: los Commodore, ZX Spectrum, Amstrad, primeros clónicos… Los ‘apple’ eran muy caros (como ahora) y les chiflaban a los diseñadores (como ahora). Y los primeros juegos, desde los marcianitos hasta las primeras aventuras gráficas. Pues todo eso aparece en la serie.

Pero, si a esa trama básica y con referencias históricas, que quizá sólo le podría gustar a un friki de los ordenadores, le añades elementos similares a los de ‘Mad men’, por ejemplo, y colocas un puñado de personajes con fuerza, tendrás un producto de calidad y, además, todo un éxito.

Eso es lo que ha pasado con esta ficción, emitida por la cadena AMC entre 2014 y 2017, y que posee un potente toque femenino (‘empoderamiento’ le llaman ahora) que la hace especialmente atractiva a partir de la segunda temporada, especialmente para las chicas. Los chicos de esta ficción no son ni los mejores, ni los más listos, ni los más adultos. Ellas ganan en peso.

Los personajes principales son Joe (Lee Pace, altísimo y guapo actor, a quien no le favorece el doblaje que le han puesto), un tipo arrogante y engreído, que después de trabajar en IBM, acude a una pequeña empresa para proponerles la idea de esos nuevos PC; Cameron (Mackenzie Davis), una joven prodigio de la informática con un aire inicial a lo Lisbeth Salander (corte de pelo, delgadez, libertad sexual), que es todo un coco de la programación y de primitivos chats y videojuegos; Gordon (Scoot McNairy), un ingeniero informático que fracasó en su día en la creación de un ordenador, pero todo un genio del hardware, y su esposa Donna (Kerry Bishé), que es tan buena como él aunque, por la época, se vea relegada a un segundo plano, que luego cambia.

Todos ellos se ven arropados por excelentes actores secundarios, que completan el magnífico retrato de una época y un sector hoy imprescindible. Hoy hablamos mediantes notas de texto o de voz, y podemos realizar una videoconferencia con nuestras familias y amigos gracias a aplicaciones que personajes reales inspiraron a los creadores de la serie, los guionistas Chris Rogers y Christopher Cantwell (también director de la película ‘The parts you lose’).

Pero hay un toque más: al frente de la dirección de la serie, en cada uno de los inicios de temporada, está nada menos que Juan José Campanella, director y guionista de ‘El mismo amor, la misma lluvia’ (1999), ‘El hijo de la novia’ (2001), ‘Luna de Avellaneda’ (2004) y ‘El secreto de sus ojos’ (2009). Luego, él cede el testigo a otros realizadoras y realizadores, como Karyn Kusama, Johan Renck, Ed Bianchi, Larysa Kondracki, Jon Amiel, Daisy von Scherler Mayer y Terry McDonough. Les puedo asegurar que este equipo le aporta un toque de calidad indudable. Espero que les guste.

Doce series juveniles para ver en familia (o no)

He aquí una serie de obras de ficción que se pueden disfrutar en Internet, gratuitamente o en plataformas de pago, para aliviar el confinamiento. El artículo fue publicado inicialmente en Catalunya Plural.

En estos días de reclusión forzada en casa, muchos jóvenes (y sus familias) consumen más material audiovisual que nunca. Los datos de consumo en streaming han aumentado y la oferta se ha multiplicado. En la tele convencional, existe una división bastante clara entre el público adulto y el infantil, que tiene a su alcance canales en abierto como el Super3, Clan, Boing o Disney Channel.

En lo relativo a las opciones de pago, casi todas las plataformas cuentan con secciones adecuadas, como Filmin (la única española), que incluye apartados como ‘Educa y cine’ e ‘Infancia y adolescencia‘ donde elegir. Más complicado es lo que puedan ver los chicos y chicas situados en la franja de edad situada entre la preadolescencia y la adolescencia. Aquí ofrecemos una pequeña selección de series con las que pueden identificarse, al mismo tiempo que ayudarán a educarles y entretenerles.

Empezaremos con media docena de ficciones para la tele que pueden verse gratuitamente a la carta en la actualidad, por ejemplo, en las cadenas públicas TV3, Betevé y RTVE, en cuyos archivos es bueno profundizar, porque contienen verdaderas joyas.

Pulseras Rojas

Buen momento para recuperar esta serie de Albert Espinosa y Pau Freixas, con un puñado de estupendos jóvenes actores y llena de valores. Narra la vida de varios niños y adolescentes enfermos de cáncer, ingresados en un hospital.

Puedes verla aquí

Merlí

La mejor producción sobre chicas y chicos de un instituto, creada por Héctor Lozano, con dirección de Eduard Cortés y Francesc Orella, al frente de un reparto sensacional. Describe con humor y realismo los problemas, cuitas, amores (hetero y homosexuales) y vida cotidiana de esos jóvenes, usando a un profesor de Filosofía como referente y generador del pensamiento crítico.

Puedes verla en catalan original aquí 

O doblada al castellano 

Oh My Goig

Mucho antes que otras cadenas y plataformas, la productora catalana Camille Zonca rompía estereotipos sobre la salud afectiva y sexual de los jóvenes en Betevé, combinando ficción, pedagogía y debate entre jóvenes. Obtuvo el Premio del Observatorio contra la Homofobia 2017. Sus episodios de 20 minutos se hacen cortos.

Puedes verla aquí

Drama

La ficción bilingüe de Playz, de TVE Catalunya, creada por Dani Amor, dirigida por Ginesta Guindal y protagonizada por Elisabet Casanovas (una de las mejoes actrices de Merlí) y otros jóvenes actores catalanes (varios, también procedentes de aquella serie). Explica con humor el caso de una veinteañera con trabajo precario, que se queda embarazada.

Puedes verla aquí

Boca Norte

Otra ficción de Playz, dirigida por Dani de la Orden y Elena Trapé (ambos, de la ESCAC) y con Begoña Vargas y David Solans (actor de Merlí). Una niña pija acaba en un barrio humilde y acude a un centro cívico donde se integra en un grupo de trap, excusa perfecta para tratar temas como el choque de culturas, las redes sociales, el feminismo, la bisexualidad…

Puedes verla aquí

Al Salir de Clase

En Tele 5, emitida entre 1997 y 2002, con actores como Elsa Pataky, Alejo Sauras, Pilar López de Ayala y Hugo Silva, su acción se situaba en un instituto de Madrid.

Puedes verla aquí

Compañeros

Emitida en Antena 3, desde 1998 hasta 2002, narraba la vida de estudiantes y profes de un colegio madrileño, con actores como Eva Santolaria, Antonio Hortelano y David Janer.

Puedes verla aquí

Física o Química

En Antena 3: emitida desde 2008 hasta el 2011, situaba la acción en El instituto privado madrileño, contaba con actores como Andrea Duro, Úrsula Corberó, Maxi Iglesias, Angy Fernández y Javier Calvo, uno de los ‘Javis’.

Puedes verla aquí

Y ahora media docena de series más, que se pueden encontrar en plataformas de pago.

Sex Education

Una de las comedias más entretenidas e inteligentes sobre adolescentes y sexo, con elementos dramáticos y de crítica social, pero en clave de humor. Se estrenó en 2019 y consta, de momento, de un par de temporadas, en Netflix

Puedes verla aquí

Skins

Una de las series británicas más populares; ambientada en un instituto de Bristol habla de la vida de un grupo de adolescentes y sus problemas. Se estrenó en 2007 y consta de siete temporadas, que se pueden ver en Netflix

Puedes verla aquí

Dawson Crece

Ambientada en una ciudad ficticia de EEUU, narra las peripecias de un grupo de amigos del instituto, sus aventuras, amores y conflictos sociales. Fue la primera serie que incluyó un beso entre dos chicos. Se estrenó en 1998 y duró seis temporadas, que se pueden ver en Amazon Prime Video.

Puedes verla aquí

La vida de Gortimer Gibbon en Normal Street

Simpática serie familiar sobre un chaval adolescente y sus dos mejores amigos, que viven en el típico barrio residencial estadounidense. Se estrenó en 2015 y consta de dos temporadas, que se pueden ver en Amazon Prime Video.

Puedes verla aquí

Skam

Una serie noruega sobre los problemas y sentimientos de un grupo de adolescentes de una escuela situada en un distrito rico de Oslo, y que incide en temas como la amistad, feminismo, sexualidad, diversidad, acoso, bullying y trastornos alimenticios. Se estrenó en 2015, consta de cuatro temporadas y puede ver en Movistar +

Puedes verla aquí

On My Block

Es la serie interracial del momento en EEUU. Ambientada en un barrio del centro de Los Ángeles, narra la vida, relaciones y amores de cuatro amigos adolescentes (blanco, latino, afrolatina y afroamericano) cuando empiezan la educación secundaria. Se puede ver en Netflix.

Puedes verla aquí

Entrevista con Mercè Managuerra

Es una de las actrices más respetadas de la profesión y, al mismo tiempo, menos conocida por el gran público, quizá porque no se ha prodigado en la tele o el cine. Ha pisado muchos escenarios, ha sido profesora del Institut del Teatre durante tres décadas, es productora y acaba de meterse en la piel del judío Shylock en ‘El mercader de Venecia’.

Ahora que podría estar jubilada, Mercè Managuerra ha iniciado la arriesgada aventura de abrir y dirigir un nuevo teatro, el Dau al Sec, donde acoge a compañías jóvenes con ambición y rigor. Es la primera actriz que ha sido capaz de interpretar a Shylock en una reciente versión para cuatro actores de ‘El mercader de Venecia’ y, por ello, recibió el 45º Premio de Teatro Memorial Margarida Xirgu, el galardón de teatro más antiguo de España. Quien esto escribe la dirigió en el cortometraje ‘Quizá no sea demasiado tarde’ hace más de 30 años. Entonces, como ahora, que me recibe en su propia casa, fue muy generosa: “Si lo podía hacer, no tenía un ‘no’ para casi nada”, asegura humilde en esta entrevista, que publiqué originalmente en el diario Catalunya Plural. .

-Como quizá algunos de nuestros lectores no la conozcan, explique cómo llegó usted a ser actriz.

-Siempre me gustó mucho el teatro, desde muy jovencita. Y la literatura catalana. Mi padre me leía poemas de Josep Carné, Joan Maragall, Joan Salvat-Papasseit. Después, estudié Románicas en la Central [Universitat de Barcelona], porque quería conocer también la literatura castellana. Acabé la carrera en 1975, justo el año de la muerte de Franco. También frecuentaba a los Tarot de Quinze, un grupo de jóvenes poetas, como Vicenç Altaió y Jaume Creus. Un día, por casualidad, me encontré a Rosa Novell y a Isona Passola, que había hecho teatro aficionado conmigo, y me dijeron que les faltaba un actriz en la obra ‘Las troyanas’, que iban a representar en la Universitat Catalana d’Estiu de Prada de Conflent. Y así empecé.

-Buen inicio…

-Sí, porque por allí estaban Joan Lluís Bozzo, Anna Rosa Cisquella y gente así. Poco después, Fabià Puigserver nos dijo si queríamos ir con su grupo a hacer ‘Terra Baixa’, de Ángel Guimerà, y más tarde el ‘Quiriquibú’, de Joan Brossa. Era antes del Teatre Lliure, donde yo no estuve. En cambio, fui al Romea, a la tele…

-¿Estudió para actriz en algún sitio?

-Sí, fui al Institut del Teatre a estudiar mimo y pantomima. Quería aprender a trabajar primero el cuerpo y, luego, la voz. Solicité una beca Fulbright y pude ir a estudiar interpretación a EEUU, durante dos años, con la famosa Uta Hagen, que era muy buena maestra.

-Creo recordar que el regreso no le fue fácil.

-Es que yo tenía 35 años cuando me fui y volví con 37. No había muchos papeles para mi edad: aún era joven para hacer de madre y ya era algo mayor para hacer de jovencita. Se me complicó la cosa y se me cortó la carrera. Quizá daba un poco de miedo que hubiera estado en EEUU y que tal vez pidiera más dinero o fuera a preguntar demasiado.

-Pero usted había hecho bastante televisión.

-Sí, sobre todo obras de teatro para el circuito catalán de TVE. Y hasta había producido y dirigido la serie de TV3 ‘En escena: 100 anys de teatre català’. Tuvo 16 capítulos y, en origen, era diferente. Tomaba obras conocidas del teatro universal y director y actores hablaban sobre ellas y las ensayaban. Al final, cosas de TV3, tuve que centrarme solo en autores catalanes.

-¿Volvió a la tele?

-No como actriz. Estuve como directora de actores en ‘La granja’, la telenovela de Joaquim Maria Puyal que antecedía a ‘La vida en un xip’. Hice papeles de reparto en un par de películas (‘El amor es extraño y ‘Una sombra en el jardín) y en tu corto (‘Quizá no sea demasiado tarde’).

-Entonces, ¿dejó de actuar?

-Fue cuando me propusieron entrar a dar clase en el Institut del Teatre. Yo venía de una didáctica, de una formación pedagógica estructurada. La de Uta Hagen, la de Lee Strasberg, con quien había estudiado en París. Y Jordi Coca, el director del centro, me llamó para dar asignaturas como Técnicas de Improvisación, Técnicas de Interpretación, Talleres, Interpretación delante de la Cámara… He estado 30 años de profesora.

-¿Es ese contacto con jóvenes actores lo que le ha llevado a comprar un teatro para ellos?

-Sí, para ellos, y para compañías que quieran investigar y hacer un teatro social y artesanal. Mi primer intento fue en el Teatre Akadèmia. Nuestro ‘star system’ tiene una forma de hacer entrar a los jóvenes actores en el mundo profesional, que era y es TV3. Cuando alguno empieza a despuntar en las telenovelas de la tarde, pronto salta al Teatre Nacional o al Lliure. Son caras que la gente conoce y ponerles en un reparto te asegura un poquito más de éxito. Eso lo hemos notado también nosotros.

-¿En qué forma?

-Bueno… Los chicos de ‘Quëstió d’honor’ [una obra del alemán Lutz Hübner, dirigida por Carla Torres Danés e interpretada por, entre otros, Candela Antón, una de las jóvenes actrices de la serie ‘Merlí’], que han estado en el Dau al Sec, han hecho cuatro veces más taquilla que nosotros, los adultos que hacíamos ‘El mercader de Venecia’ en el Versus Glòries.

-Usted es, creo, la primera actriz que interpreta al judío de ‘El mercader de Venecia’. ¿Cómo se le ocurrió?

-Fue Konrad Zchiedrich, el director de la obra, quien apostó por mí. Había trabajado con él en, al menos, seis montajes a lo largo de 30 años. Me quería rescatar del realismo psicológico que yo había estudiado en EEUU. No le gustaba Uta Hagen. En EEUU no tienen teatro clásico y educan para hacer papeles muy situacionales. En Europa, en cambio, la realidad es diferente, hay teatro clásico y películas de autor. Konrad decía que allí siempre están con el ‘sentimentito’ en un mundo pequeño que no representa la realidad humana.

-¿Cuando le conoció?

-Cuando me convertí en productora. Hubo una época en que, como nadie me llamaba ni contrataba, empecé a producir e interpretar aquellas obras que me gustaban, con directores que a mí me interesaban. Le conocí gracias al actor Jaume Valls. Ambos habíamos estado en Nueva York estudiando con Uta. Yo había hecho ‘El camí de la Meca’, que tuvo mucho éxito, y después nos pusimos a buscar una obra con la idea estúpida de que pudiera gustar al público y por primera vez en mi vida produje una obra así, que fue ‘Anuncis classificats’, una comedia simpática de bulevar. Y Konrad la dirigió. Al cabo de varias colaboraciones juntos, cuando surgió la idea del ‘Mercader’, me insistió para que hiciera el Shylock. Siguió con nosotros hasta que estuvo muy enfermo (falleció en agosto) y seguimos solos, con la ayuda de Mingo Ràfols.

-¿Y cómo afrontó el personaje?

-Bueno, hay actores que tienen la habilidad de copiar muy bien lo externo e imitan a un policía, un carnicero o un carpintero. Yo no la tengo. Me tengo que organizar internamente: es mi dinámica, mi aprendizaje. Pero con Shakespeare tienes solo las palabras y me estaba resultando muy difícil componer el personaje hasta que, un día, Konrad, que me veía ensayar, me dijo que pensara en alguien que tiene los pies planos, que eso quizá me ayudaría. Con esta inspiración, poco a poco, empecé a mover los pies de esa forma, luego las piernas, encorvar la columna… Y después de perder el miedo, fue cosa de lanzarme con el texto para descubrir qué salía.

-El esfuerzo ha valido la pena, ¿no? Le han dado el premio Margarida Xirgu.

-Es genial, pero no te cambia nada la vida. Es un reconocimiento, no como un Oscar y todo el mundo te quiere contratar y sube tu cotización. Pero me he alegrado también por Konrad, porque insistió tanto y tanto, que debe estar contento, allá donde se encuentre.

-Me hablaba antes del Teatre Akadèmia…

-Sí, sí. Como yo veía que en las clases del Institut del Teatre había tan buenos alumnos, pensé que era necesario hacer visible su trabajo. Por eso, cuando entré a dirigir el Teatre Akadèmia en el 2007, uno de mis objetivos principales era dar a conocer a estos actores jóvenes con talento, pero invisibles y desconocidos, en obras de autores que les permitieran trabajar el lenguaje y con directores que fueran también pedagogos. Esa fue una de mis primeras apuestas. Programamos laboratorios de interpretación con maestros internacionales (Anatoly Vasilev, Marie de Clerk, Zaedine Zadeck, Philipe Nguyen y Thomas Richards), además de producir una decena de espectáculos: varias obras de Shakespeare (‘Romeu i Julieta’, ‘Com us plagui’, ‘Falstaff’); ‘Electra’, de Sófocles; ‘Ritter, dene voss’, de Bernhard; ‘La gavina’, de Chejov, y ‘La vida perdurable’, de Comadira, entre otras.

-Usted ha adquirido un teatro, el Dau al Sec. Debe tener una hipoteca enorme…

-Jajaja. Pues no. Lo he podido comprar con los ahorros de toda la vida y 10 años de Teatre Akadèmia. En el 2007, Elsa Peretti, una gran amante del teatro que me admiraba mucho, decidió comprar el Akadèmia y me ofreció dirigirlo. Tuve una libertad total, hasta los dos últimos años. Fue el momento de marchar y que cada una siguiera su camino.

-Menos mal.

-Sí. Tuve la suerte de que en aquel momento los Vol Ras decidieron vender su teatro, en el Poble Sec. Y como tenía ganas de seguir haciendo teatro independiente, decidí dar el paso.

-¿Que está produciendo ahora?

-Bueno, ahora no puedo producir casi nada. Tengo varios proyectos en la cabeza, pero se han de dosificar. Después del ‘Mercader’ me he quedado sin dinero para producir. Ahora facilito la sala a aquellos grupos que no tienen teatro para ensayar y estrenar, como hemos hecho con ‘Questió d’honor’.

-Me decía que tiene varios proyectos entre manos.

-Me gustaría crear un Premi Dau al Sec para compañías que intentan funcionar de forma menos piramidal (autor, director, actor). Tener alguna subvención nos ayudaría, claro. El ‘Mercader’, tal y como la hemos montado, nos ha costado 8.000 euros, pero porque no hemos cobrado ninguno de nosotros. Lo haremos ahora, cuando hayamos acabado las funciones y bolos. Pero eso también les pasa a los jóvenes actores de ‘Qüestió d’honor’, que llevan cuatro meses entre ensayos y representaciones, y cobrarán un poco ahora, al acabar.

-Pero usted podría estar jubilada y vivir tranquilamente.

-Estoy jubilada del Institut del Teatre, y no cobro de ningún otro sitio. Pero mi futuro pasa por el Dau, donde hacemos muchas cosas, incluso un curso de filosofía y teatro sobre Shakespeare y su visión del mundo, a cargo de Jordi Feixas. Y también me gustaría hacer inclusión social en el barrio, ver cómo puedo ayudar mejor. Este verano hicimos un taller de cine con chavalitos que no tenían dinero para pagarse colonias de verano. Y también me gustaría hacer una coral con niños y gente mayor.

-Vamos, que usted no para.

-No paro, no [y sonríe].

Mis mejores series del 2019

Cuando mi amigo Jose López Pérez me pidió mi lista de pelis del año, me dio un tembleque. Me resulta muy difícil explicar que voy menos al cine de lo que debería y que, además, no podría estar a la altura de mis amigos de la crítica, capaces de devorar tres o cuatro películas (alguno, más) cada día, la mayoría en las salas de cine.

Por eso, desde la humildad de espectador televisivo, os cito las diez series extranjeras (y dos españolas de postre) que he visto este año y me han gustado especialmente. La visión más profesional ya os la escribió el amigo Natxo Torres Zenarrutzabeitia hace unos días, si bien en algunas cosas no estoy de acuerdo con su criterio, como veréis.

Estas series son una selección de las que más me han gustado este año, no las mejores ni peores. Seguro que cada espectador tiene sus preferidas, como cada crítico. Y recuerden, amigas y amigos lectores, que la crítica es un género de opinión, no una verdad absoluta.

Vamos allá:

En Amazon Prime Video:

– ‘Fleabag’, maravillosa mezcla de comedia y drama a cargo de la frágil, divertida, emocionante y sensible Phoebe Waller-Bridge, que se llevó el Emmy de este año. Mejor véanla en versión original: la voz de esta mujer vale un potosí.

– ‘La maravillosa señora Maisel’. A Natxo no le ha gustado nada la tercera temporada, pero sigue valiendo mucho la pena ver el nacimiento y progresión de una pionera de los monólogos cómicos en EEUU. El equipo Amy Sherman-Palladino (guión) y Rachel Brosnahan (actriz).

En Filmin

-‘The Virtues’, magnífica miniserie dramática británica con un Stephen Graham que sabe transmitir el dolor de un hombre herido desde su infancia.

-‘Home ground / Heimebane’, una serie sobre la primera entrenadora de fútbol de un equipo masculino de primera division noruega que gusta incluso a los no aficionados. Ane Dahl Torp encabeza el reparto, en el que está John Carew, futbolista que jugó en la Liga española.

-‘En la sombra’, una estupenda ‘Borgen’ a la francesa para amantes de las intrigas políticas.

En Netflix

-‘El método Kominsky’, segunda temporada de esta comedia de Chuck Lorre, con unos vejetes interpretados por unos sensacionales Michael Douglas y Alan Arkin.

-‘The Crown’: tercera temporada de la vida y milagros de la reina Isabel II de Inglaterra. De la más dulce Claire Foy a la más dura, pero creíble, Olivia Colman.

-‘Broadchurch’, con precisamente Olivia Colman como policía inglesa de un pueblo costero donde se producen un par de crímenes investigados por el atormentado David Tennant.

En HBO

-‘Juego de Tronos’. Imposible no citar la temporada final de esta serie, que ha marcado toda una década, gusten o no las fantasías épico-medievales.

-‘Killing Eve’, la segunda temporada de esta peculiar relación entre una asesina profesional y una policía, escrita precisamente por Phoebe Waller-Bridge a partir de las novelas de Luke Jennings. Y Jodie Comer también se llevó un Emmy.

En Movistar+

-‘Hierro’: una intriga policíaca, con joven asesinada, ambientada en la más pequeña de las islas canarias. Soberbia Candela Peña en duelo actoral con un Darío Grandinetti de altura.

En BTV (y Filmin)

-‘El muerto vivo’, una serie gamberra y deslenguada, cuyo piloto se llevó un premio Ondas.

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