Estos días se ha celebrado el Festival de San Sebastián. Quizá por ello me he acordado de Woody Allen, de quien TVE ha emitido su ‘Rifkin´s Festival‘, simpático pero flojito filme con Wallace Shawn al frente del reparto. También me ha hecho pensar en el director neoyorquino una entrevista en ‘La Vanguardia’ en la que este avanzaba su posible retirada del cine tras la cinta que está rodando en París, la 50ª de su carrera. Algo que su representante ha negado más tarde.
Las tres cosas (mi añorada Donosti, la película y la citada entrevista) me han llevado a pensar que aún no había escrito nada en este blog sobre ‘Todos dicen I love you‘ (1996), el filme que Woody Allen rodó parcialmente en Venecia. Metido en su habitual doble faena de realizador y actor, como intérprete asumía uno de sus típicos personajes, algo neuróticos, que ligaba… ¡con Julia Roberts!
Al margen del hecho de que Woody pueda seducir a un bellezón como Julia, la gran originalidad de la película es ser un musical que rinde homenaje a los grandes filmes del género, especialmente a los protagonizados por Fred Astaire y Ginger Rogers, pero también homenajea a Stanley Donen y hasta a los Hermanos Marx.
La banda sonora de Dick Hyman es sensacional y varias de las canciones, entre ellas la inicial, las interpretó un joven Edward Norton, quien también recreó la conocida ‘My baby just care for me‘, popularizada por Nina Simone.
La trama la protagonizan una serie de personajes ligados por lazos familiares cuyas relaciones explica voz en off DJ (Natasha Lyonne), la hija adolescente de Joe Berlin (Woody Allen) y de Steffi (Goldie Hawn). Esta es una adinerada mujer, dedicada a las causas sociales y casada en segundas nupcias con el abogado Bob Dandridge (Alan Alda).
A su vez, Steffi y Bob son padres de un par de gemelas, hermanastras de DJ, con las que esta se lleva bien. Bob, además, tiene dos hijos de un matrimonio anterior: un chico muy conservador y una chica que estaba a punto de casarse de tiros largos y que quizá no llegará a la boda porque se ha enamorado de un delincuente.
Joe es un escritor de segunda fila que vive en París. Sin suerte en sus relaciones amorosas, le acaba de dejar su última novia. Desde que se divorció ha tenido innumerables y fugaces idilios. En el fondo sigue bastante colgado de Steffi y mantiene una excelente relación tanto con ella como con su marido.
Y aquí entra en escena Venecia. Hacia el minuto 27, DJ explica que está acostumbrada a dividir los veranos: «Julio, con mamá, en Nueva York, y agosto, con papá, en Europa. Solía ser París, pero esta vez me llevó a Venecia». Y añade: «Yo sólo sé que, en cuanto a ciudades románticas, Venecia es donde están los chicos más guapos y que no saben tener las manos quietas. ¡Genial!».
Así, la primera imagen de la ciudad es un anochecer en el Gran Canal. Una motora deja a Woody Allen y Natasha Lyonne en el embarcadero de la terraza de un hotel situado junto al Traghetto y el Campo Santa Maria del Giglio. Al fondo, entre los pilotes azules que se hunden en el agua, se observa la Punta della Dogana.
El hotel en cuestión es el Gritti Palace de la cadena Marriott, que ocupa el antiguo Palazzo Pisani Gritti, un edificio del siglo XIV reconvertido durante el siglo XX en un establecimiento de lujo por donde han pasado desde John Ruskin hasta Ernest Hemingway. Suele albergar a artistas y famosos de todo tipo, tanto durante la Bienal de Arte Contemporáneo como durante el Festival de Cine de Venecia.
En su interior se conservan algunos elementos originales del pasado, como los techos de madera y el suelo de la entrada, así como algunos espejos y lámparas de cristal de Murano del siglo XVIII. Tanto su restaurante como su bar se asoman al Gran Canal en la misma terraza donde se filmó la película. Los precios de las habitaciones más baratas rondan los 2.000 € la noche y de ahí para arriba.
Pero volvamos a la película. Como Joe está hecho polvo y no suele salir del hotel, su hija, DJ, y él acostumbran a comer o a cenar en esa terraza. Y es allí donde ambos ven pasar a la pareja formada por Von Sidell (Julia Roberts), una bella historiadora de Arte, y su esposo, Greg (Robert Knepper), un actor de segunda fila con el que su esposa no es feliz, según le asegura DJ a su padre.
Para hacerse el encontradizo, DJ le sugiere a Joe que salga a correr por la mañana, ya que Von también lo hace. Y ahí vemos a Joe con pantalón corto y una camiseta verde de Snoopy que le queda grande. Espera ver pasar a Julia Roberts para seguirla en un recorrido que pasa por el Ponte Barbarigo, un conocido doble puente situado junto a Santa Maria del Giglio.
Así, vemos a Von cruzar en diagonal el Campo Santo Stefano por delante de la estatua dedicada al gran poeta y lingüista Niccolò Tommaseo. Esta plaza es una de las más amplias de la ciudad y está muy cerquita del puente de la Academia, en el distrito de San Marco. En ella se ubican la iglesia de Santo Stefano, la Iglesia de San Vidal y los palacios Morosini, Loredan y Pisani.
Santo Stefano también alberga las terrazas de algunos cafés y restaurantes, donde suelen reunirse los estudiantes del cercano Conservatorio Estatal de Música Benedetto Marcello, edificio que –seguro recordaréis– aparece también al final de ‘Casino Royale’. En las semanas previas a la Navidad, en la plaza se instala un mercadillo de objetos de regalo y productos artesanos.
Pero sigamos a nuestros protagonistas. Tras el Ponte Barbarigo, Von sigue corriendo en un recorrido que pasa por la Calle Zaguri, Campo San Maurizio, Calle dello Spezier y de nuevo Santo Stefano. A este último punto llega un Joe más bien despistado, pero desde otro ángulo de la plaza, desde el Campiello Pisani.
Así no es extraño que mientras a ella la veamos corriendo por la Fondamenta Soranzo della Fornace y girar por la Corte dell’Abate, cerca de la Basílica de la Salute, él aparezca en el Zattere, a medio kilómetro de allí, frente al canal de la Giudecca. Menos mal que al final ambos casi chocan en un lugar muy cinéfilo: el Ponte San Cristoforo, escenario también de los filmes ‘¿Quién la ha visto morir?’ y ‘Anónimo veneciano’, por ejemplo.
De ese choque no surge ningún encuentro, pero DJ le sugiera a su padre que, dado que Vonnie es una gran admiradora de Tintoretto, se haga el entendido en ese pintor del Renacimiento italiano, para lo cual le da un catálogo del artista. Y así Joe se presenta en el museo donde se exponen sus cuadros, la Scuola Grande di San Rocco, donde logra atraer la atención de la chica.
Así, poco después, vemos a Julia Roberts y Woody Allen en un pequeño rincón del Mercado de Rialto, una localización muy corriente, que el realizador supo sacarle jugo: es justo a la salida de la parada del vaporetto numero 1, donde hay unas rejas metálicas, al lado mismo de los arcos de las paradas de pescado. Luego, la pareja pasea por entre los puestos del mercado y se acercan al Zattere, donde unos turistas les piden que les tomen una foto y ella interpreta ‘All my life’, un precioso foxtrot que popularizó en su día la gran Ella Fitzgerald.
El proceso de seducción termina unas horas más tarde en una fiesta a la que le ha invitado un amigo veneciano de su hija, donde también está Vonnie y su marido, que una vez más no la hace mucho caso y desaparece, dejando finalmente el campo libre a nuestro protagonista, que acaba besándose con la chica. Un bonito y breve colofón romántico para el episodio veneciano del filme.
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