Portadas del libro, en inglés y castellano.

En agosto fue mi cumpleaños. Canícula, vacaciones, pocas fiestas, menos encuentros y escasos regalos. Pero esta vez mi hijo, Aritz, me sorprendió con un libro que cumple las expectativas de este blog: ‘Los gondoleros silenciosos‘, una novelita de William Goldman, publicada originalmente en 1983.

Y he vuelto a disfrutar leyendo este cuento de superación de uno de los escritores y guionistas que más admiro, el autor de la maravillosa ‘La princesa prometida’, una fábula que, además, está ambientada en Venecia. Qué más le puedo pedir si une buena literatura, escrita por un hombre de cine y situada en el Gran Canal.

Para haceros una idea de quién era William Goldman (1931-2018​) os dejo estas frases: «Fue el hombre que convirtió en leyendas cinematográficas a Butch Cassidy y a Sundance Kid. El escritor de la mítica frase: ‘Hola, me llamo Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir’. El guionista que supo plasmar en pantalla los vericuetos periodísticos del caso Watergate, que finalizó con la dimisión del presidente de los Estados Unidos Richard Nixon. El autor de los libretos de ‘Marathon Man’, ‘Harper, investigador privado’, ‘El carnaval de las águilas’, ‘Misery’, ‘Corazones en Atlántida’ o ‘Los demonios de la noche’. William Goldman ha sido uno de los dioses del guion cinematográfico»

Así le describía el colega Gregorio Belinchón en el diario ‘El País’ el 16 de noviembre de 2018 en la necrológica dedicada al escritor y guionista de ‘La princesa prometida’, ganador de dos Oscar por las películas ‘Todos los hombres del presidente’ y ‘Dos hombres y un destino’, que falleció ese día, a los 87 años.

Autor de una veintena de novelas, cuentos y obras de teatro desde 1957, Goldman usó dos seudónimos para publicar tres de sus novelas: Harry Longbaugh, en ‘No Way To Treat a Lady’ (1964), y S. Morgenstern, nombre con el que firmó ‘La princesa prometida’ (1973) y ‘Los gondoleros silenciosos’ (1983). Estas dos últimas están publicadas en España por Ático de los Libros.

Dos ediciones de ‘La princesa prometida’.

La estupenda novela ‘La princesa prometida‘ tuvo que esperar varios años antes de ser llevada al cine por Rob Reiner con el propio Goldman como guionista. Bien recibida por la crítica en su estreno, en 1987, la película tuvo menos éxito en taquilla, aunque con el tiempo se ha convertido en una película de culto, con actores como la maravillosa Robin Wright, el sensible Cary Elwes y Mandy Patinkin como el entrañable Íñigo Montoya de la frase citada más arriba.

Los lectores de la obra original seguro que recordarán el tono de fábula y cuento romántico que recorría sus páginas y también las imágenes del filme. Y ese tono impregna también la trama de ‘Los gondoleros silenciosos’, cuya idea se le ocurrió durante una visita a Venecia con su esposa.

Una de las ilustraciones de Paul Giovanopoulos.

Aquí, Goldman se mete en la piel de Morgenstern como si recordara haber pasado una Navidad en la ciudad de los canales y haber oído cantar a los gondoleros, que –asegura– eran los mejores cantantes del mundo, hasta que dejaron de hacerlo. Ya adulto, decide investigar la razón por la cual ya no cantan.

Su protagonista es Luigi, que hubiera sido el mejor gondolero de Venecia salvo por un problema: canta tan mal y desafina tanto que provoca dolores de cabeza a quien le oye. Sus venturas y desventuras constituyen el núcleo de este librito de 150 páginas, que se lee de un tirón y que incluye unas preciosas ilustraciones de Paul Giovanopoulos (1939), ilustrador estadounidense nacido en Grecia.

Caruso, visto por Giovanopoulos.

Para acabar, os dejo el resumen que aparece en Google Books: «Los gondoleros silenciosos es el resultado de la investigación̤ de Morgenstern sobre por qué los gondoleros de Venecia, que eran los mejores cantantes del mundo, un día, de repente, empezaron a cantar tan horriblemente que desde entonces los clientes les piden que remen en silencio. La respuesta a ese enigma está en la historia de Luigi, un joven de sonrisa bonachona que toda su vida soñó con ser gondolero. Goldman, a través de su narrador ficticio, nos lleva a la taberna secreta de los gondoleros, a la iglesia de las almas de los que murieron por el mar y a otros muchos lugares mágicos, dibujando una Venecia a medio camino entre la realidad y la fantasía en la que Luigi, a pesar de todas las frustraciones, sinsabores y derrotas, jamás renunciará a su sueño».