Este cóctel de cocineros, humor y asesinatos es la base de la comedia negra ‘Pero… ¿quién mata a los grandes chefs?‘ (de Europa), que Ted Kotcheff dirigió en 1978, a partir de un guión de Peter Stone. La película contó con un reparto internacional de estrellas, encabezado por Jacqueline Bisset, George Segal, Robert Morley, Jean-Pierre Cassel, Philippe Noiret y Jean Rochefort.

Kotcheff , que había rodado un año antes la comedia ‘Roba bien sin mirar a quién‘ (1977), con Jane Fonda y también con George Segal, se haría famoso cuatro años más tarde con ‘Acorralado‘ (1982), la primera aventura de la saga Rambo, protagonizada por Sylvester Stallone, Brian Dennehy y Richard Crenna.

George Segal, Robert Morley y Jacqueline Bisset.

Nat O’Brien (Jacqueline Bisset), una especialista en repostería invitada a colaborar en una cena para la reina de Inglaterra, organizada por el gordísimo crítico gastronómico Max Vandeveer (Robert Morley). Al mismo tiempo, el exmarido de Robby Ross (George Segal), pequeño empresario de comida rápida que sigue enamorado de ella, la sigue hasta Londres para intentar recuperarla.

Pero tras cumplir con la comida encargada para el Palacio de Buckingham, en la que cada chef invitado ha cocinado una especialidad diferente y única, Natasha acaba liada con el cocinero francés Louis Kohner (Jean-Pierre Cassel), cuyo plato estrella es un pichón al horno. A la mañana siguiente, este aparece horneado.

Tras ser interrogada por la policía, Nat viaja a Venecia por encargo de Max, que desea que entreviste para su revista gastronómica a un famoso cocinero italiano, Fausto Zoppi (Stefano Satta Flores), cuya especialidad es un plato de langosta. Robby, que está al quite, claro, añade a la petición un buen detalle: «Un billete de avión de ida y vuelta en primera clase y una suite en el Hotel Danielli». ¡Ay, qué tiempos en los que la prensa podía pagar una estancia en ese hotelazo!

Así que, haciendo honor al contenido de este blog, hacia el minuto 40, la película nos lleva directamente al mercado de Rialto. Y lo hace fijándose en algo que no se había mostrado en ninguna otro filme anterior: los productos de las paradas de la zona de pescadería. Rape, almejas, langostinos, anguilas y langostas, todo ello en primer plano, ¡y con los ojos de los pescados mirando a cámara! Los pescaderos cogiendo con sus manos pequeños calamares, galeras y sardinas y luego trabajando el producto, quitándoles las escamas, cortando y limpiando.

Cuando se abre el plano, Natasha y Zoppi pasean por entre los puestos de pescado, que se ven en primer término, mientras el cocinero italiano va seleccionando lo que piensa cocinar ese día. Las columnas y arcos del edificio neogótico de la Pescheria dejan ver, al fondo, los edificios del Gran Canal. Si el viajero se aloja en algún apartamento turístico, no dude en acercarse a comprar pescado fresco a estas paradas y disfrutarlo luego en casa.

Seguidos de cerca por la indisimulada sombra de Auguste Grandvilliers (el actor francés Jean Rochefort) un chef que les espía y cuyas razones para hacerlo se saben más adelante, la pareja se adentra después en la zona de frutas y verduras del Campo de la Pescaria, donde el chef italiano pellizca el trasero a la joven cocinera y la cita para comer en otro lugar, junto al Gran Canal.

El encuentro se produce en un (supuesto) restaurante situado junto al Gran Canal, por donde pasa en ese momento una motora de pompas fúnebres y un ataúd. Justo frente a la mesa donde se han citado Nat y Zoppi, y con la aparición por sorpresa de Robby como tercero en discordia, vemos el enorme edificio del Palazzo Corner della Ca’ Granda justo enfrente y el puente de la Academia al fondo.

No es difícil situarse en qué zona están, pero cuando el chef italiano se marcha y asciende por unas escaleras hacia la salida, una escultura nos lo aclara del todo: es el ‘Ángel de la Ciudad’, de Marino Marini, que preside con su pene erecto la terraza de la Colección Peggy Guggenheim, reconvertida en restaurante para el filme.

Cuando Nat abandona el restaurante seguida de su exmarido, lo hacen, teóricamente por esa zona del ‘sestiere’ de Dorsoduro. La realidad es que –cosas del cine– saltan de barrio y aparecen en el otro lado del Gran Canal, junto al Ponte delle Erbe, provenientes de la calle Larga Rosa, en el distrito de Cannaregio, casi tocando al de Castello, a un paso del Campo Santi Giovanni e Paolo.

Lo bueno de Venecia es que simplemente con un giro de cámara de 180º puedes convertir una localización en dos escenarios totalmente diferentes. Y eso es lo que pasa en esa escena: Nat y Robby aparecen caminando por un lado de un canal hacia la calle Larga Rosa y en el contraplano parecen seguir su camino, cuando en realidad vuelven por el otro muelle: la Fondamenta de le Erbe. Detrás de ellos, al fondo, queda la puerta del Palazzo Soranzo Van Axel, que ya cité en la película ‘Mujeres en Venecia’, y hacia donde parece querer entrar la protagonista.

Tras un plano en picado desde los autómatas de la Torre dell’Orologio hacia la Piazzeta de San Marco, vemos a Nat tomar un taxi acuático en la zona de góndolas y vaporetto de San Marco-San Zaccaria de la Riva degli Schiavoni. El Bacino de San Marco, con el Campanile y el Palacio Ducal destacando entre la niebla, son el último escenario veneciano, que concluye en el restaurante de Zoppi a quien, naturalmente, también han asesinado. Y aquí lo dejamos, no vaya a destripar más la película para quienes aún no la hayan visto.

El comentario sobre esta película forma parte del proyecto ‘Venecia de cine’, originalmente convertido en libro y luego en forma de blog. Desde noviembre de 2021 a noviembre de 2022, en web propia (veneciadecine.com). A partir de noviembre de 2022, se integra con categoría propia en este mismo blog.