Paseando, veo un poco más adelante un banco en el que hay una chica junto a un abuelo. Probablemente están esperando a alguien más… Seguir leyendo
Etiqueta: tercera edad
Es habitual ver a una pareja joven abrazarse en la calle, pero pocas veces vemos a nuestros padres o abuelos darse un beso.
El sábado, paseando por una calle de Vic (Osona), vi a esta pareja de abuelos, de personas de la tercera cogidos de la mano.
Seguro que luego, en cualquier esquina, se dieron un piquito.
Una operación de un familiar me ha supuesto una inmersión total en un pequeño hospital comarcal. Hacía tiempo que no pasaba la noche en uno pero, aún siendo nuevo, este centro me ha recordado la soledad y desamparo de muchos otros.
Pero lo que me ha estremecido han sido unos gemidos continuos, emitidos cada cinco segundos, por una garganta desesperada. Sólo decía «ven», pero en diferentes tonos y volumenes. Desde un «veeen» corto, seco e imperativo, hasta un «veeeeeeeeeen» implorante y lloroso.
A la mañana siguiente, una enfermera me ha explicado que era una anciana con demencia senil o con mal de alzheimer, procedente de una residencia de la tercera edad y que tenía una pierna fracturada.
Desde la puerta pude ver a una auxiliar que la tranquilizaba. «Esté tranquila, que nosotros estamos cerca, pero no me puedo quedar todo el tiempo con usted, Antoñita».
Y en cuanto se alejaba tres pasos, volvía a oírse: «Ven, veen, veeeeeen».
Ja fa temps que em barallo amb el meu pare per enganxar-lo a les noves tecnologies, que aprengui a encendre l’ordinador, a iniciar el navegador, a moure’s per internet i a escriure un correu electrònic. L’he animat a apuntar-se a cursets, al costat d’altres joves jubilats com ell. Però les dificultats són evidents.
Una amiga i col·lega, també major, lluita cada dia des de la seva cadira de rodes amb un portàtil i el wi-fi per engegar les activitats d’una associació on col·labora al costat d’altres amics, un d’ells cec, però internauta convençut.
Per això m’ha sorprès que una senyora gallega de 95 anys, la María Amelia, hagi aparegut a les notícies com la blogger (escriptora d’aquestes bitàcores personals) més gran del món: A mis 95.
Encara que literalment no sigui veritat, ja que és el seu nét qui la transcriu («jo parlo i ell tecleja», diu en una entrevista), la veritat és que es reconeix «enganxada» al nou invent: «Em crida l’atenció que m’escriguin molts joves; la gent em té carinyo». I això que al començar deia que el seu nét, «com és molt cutre, m’ha regalat aquest blog». Res de cutre: generositat: el xaval escriu cada dia un grapat de records i opinions de la seva àvia.
Sense ànim de fer comparacions, el meu fill li va regalar al meu pare una pàgina web ja fa un parell d’anys i ja us podeu imaginar com va estar de content el seu avi.
A la nostra societat, amb molta gent gran que pateix d’incomunicació, solitut i abandonament per part nostra, benvingudes siguin iniciatives com la del nét de la senyora María Amelia, la de qualsevol nét que s’estimi els seus avis.
Hace ya tiempo que batallo con mi padre para engancharlo a las nuevas tecnologías, que aprenda a encender el ordenador, a iniciar el navegador, a moverse por internet y escribir un correo electrónico. Le he animado a apuntarse a cursillos, junto a otros jóvenes jubilados como él. Pero las dificultades son evidentes.
Una amiga y colega, también mayor, lucha cada día desde su silla de ruedas con un portátil y el wi-fi para poner en marcha las actividades de una asociación donde colabora junto a otros amigos, uno de ellos ciego, pero internauta convencido.
Por eso me ha asombrado que una señora gallega de 95 años, María Amelia, haya aparecido en las noticias como la blogger (escritora de estas bitácoras personales) más anciana del mundo: A mis 95.
Aunque literalmente no sea así, ya que es su nieto quien la transcribe («yo hablo y él teclea», dice en una entrevista), lo cierto es que se reconoce «enganchada» al nuevo invento: «Me llama la atención que me escriban tantos jóvenes, la gente me tiene cariño». Y eso que al empezar dijera que su nieto, «como es muy cutre, me ha regalado este blog». Pero esa cutrez no es tal: el chaval escribe cada día un puñado de recuerdos y opiniones de sus abuela.
Sin ánimo de hacer comparaciones, mi hijo le regaló a mi padre una página web hace ya un par de años y no saben ustedes lo feliz que se puso su abuelo.
En nuestra sociedad, en la que muchos ancianos sufren de incomunicación y de abandono por nuestra parte, bienvenidas sean iniciativas como la del nieto de la señora María Amelia, la de cualquier nieto que quiera a sus abuelos.