El blog del periodista Txerra Cirbian

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Miquel Molina

Retrato de Miquel Molina por Xavier Cervera.

El periodista y escritor Miquel Molina es autor de dos novelas y de varios ensayos, entre ellos uno sobre el Everest y otro sobre el llamado Negro de Banyoles. Director adjunto del diario ‘La Vanguardia‘, donde publica un artículo dominical sobre cultura y ciudades, es un hombre discreto y poco dado a las tertulias radiofónicas o televisivas.

Con 59 años y dos hijos, es un periodista de raza que ha pasado por diferentes diarios y secciones, hasta su responsabilidad actual, que compagina con la literatura. Premio al periodismo no sexista, también es autor de los libros de viajes ‘Cinco horas en Venecia‘ y el reciente ‘Siete días en la Riviera’, que saldrá a la venta en los próximos días.

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La joven Carmen Maura

Retrato de Carmen Maura en 1982 (foto de Txerra Cirbián).

Hoy es un día especial para Carmen Maura (1945). ya que recibirá el Premio Platino de Honor en la novena edición de estos galardones del cine hablado en castellano y portugués. Es una bonita manera de reconocer la extensa trayectoria de esta multipremiada actriz en el ámbito audiovisual iberoamericano. También en el francés, por si alguien no se acuerda de lo querida que es en el país vecino esta admirada intérprete madrileña.

Pero además esta es una jornada que me viene de perillas para recordar a «mi» Carmen Maura, a la que entrevisté por estas fechas, hace 40 años. Un cálido encuentro, que siempre recordaré con cariño y que El Dominical de El Periódico de Catalunya publicó el 8 de mayo de 1982.

Una escena de ‘Tigres de papel’ (1977)

En aquel momento, la actriz sólo había protagonizado tres largometrajes: ‘Tigres de papel’ (1977) y ‘¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?’ (1978), ambas de Fernando Colomo, y ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ (1980), la puesta de largo de Pedro Almodóvar. La popularidad le llegaría en 1981, de la mano de la televisión. Dejadme que os lo cuente, casi con las mismas palabras (algo ñoñas) con las que inicié aquel relato lejano, hace cuatro décadas.

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Una entrevista con Serrat, hace 40 años

Hace ya unos días, cuando Joan Manuel Serrat (1943) anunció que este año 2022 se retiraría de los escenarios, decidí buscar una vieja entrevista que le hice cuando yo empezaba en esto del periodismo. Y al saber que hoy había recibido de manos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, «por su brillante carrera y su contribución a la cultura y el arte españoles», he recuperado la revista, la he escaneado y aquí os la comparto.

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Fernando Trueba… y Óscar Ladoire

Fernando Trueba y Óscar Ladoire, en el año 1981 (foto cedida por los autores, en 1982).

He de reconocer una afinidad personal hacia Fernando Trueba. El cineasta, que acaba de cumplir 67 años, prepara el rodaje de una nueva película animada junto a su amigo Javier Mariscal, con quien parió la premiada ‘Chico y Rita‘, una de las historias más bonitas y tristes que ha dado a luz el cine de animación en España.

Pero esa simpatía que tengo hacia Trueba no es de ahora, ni proviene del hecho de que sea un director con una carrera de 18 títulos a sus espaldas, ni de que ganara el Oscar (el segundo español, tras el de Garci) por la magnifica ‘Belle Époque‘ (1993) ni por la reciente y estupenda ‘El olvido que seremos’ (2021). Viene del año 1982. Os lo explico.

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La humildad de Pau Freixas

Pau Freixas, durante la entrevista con Txerra Cirbián, en 2017 (foto de Ricard Fadrique).

Este viernes, 28 de enero, Movistar+ estrena la nueva serie de Pau Freixas (1973), ‘Todos mienten‘, de la que dan buena cuenta mi antigua compañera y amiga Inés Álvarez en El Periódico y otros muchos colegas en sus respectivos medios. Son unos días de promoción de una producción presente, que yo no tocaré de momento.

Sí que viene a cuento para poder escribir esta entrada, que incide en la carrera en el cine y en la televisión de este cineasta. Un filón con joyas como ‘Héroes‘, ‘Pulseras rojas‘, ‘Citas‘ y ‘Sé quién eres‘. Para echar la vista atrás, reproduzco parte de la entrevista que le hice hace cinco años, el 15 de febrero de 2017, en El Periódico (la podéis leer entera aquí). También me habló de ‘Los misterios de Laura’, una serie que vuelve a estar de actualidad gracias a un reciente telefilme emitido por TVE.

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Andorra, mi debut hace 40 años

Hace ahora 40 años, ni más ni menos, que debuté a lo grande (es un decir) en El Dominical de El Periódico de Catalunya. Fue el 24 de enero de 1982. Cuatro décadas de práctica del periodismo me separan de aquel estreno. Lo propició mi querida Margarita Rivière.

Josep Maria Huertas Claveria.

No fue mi primer artículo como aspirante a reportero, porque ya me había estrenado en el vespertino Tele/eXpres en 1979, gracias a Josep Maria Huertas Claveria, mi primer gran maestro, jefe y mentor en aquel verano. Después, durante un breve periodo de 1980, me repescó Manuel Campo Vidal, hasta el definitivo cierre de aquel diario y del Grupo Mundo.

Por entonces, El Periódico vivía en el mismo edificio de El Noticiero Universal, en la esquina de las calles Llúria y Diputació, e hice un breve reportaje sobre Zoltán Czibor (con Kocsis y Kubala, los tres grandes jugadores húngaros del FC Barcelona) que me encargó, de chiripa, Miguel Ángel Bastenier, responsable entonces de la sección Internacional. No recuerdo apenas nada del tema, ni guardo recorte alguno de aquella colaboración esporádica.

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Fin de una etapa

De izquierda a derecha, Josep Carles Rius, un servidor, Mariàngel Alcázar, Àngels Gallardo, Enric González, Assumpta Sòria y Josep Maria Huertas, redactor jefe de las secciones de Gran Barcelona y Sociedad. La imagen corresponde a la redacción de El Periódico, en  la calle Urgell, en 1984.

Es víspera del 1 de mayo, un día muy apropiado para dejar constancia aquí de este punto y aparte.
En efecto: después de 36 años dejo El Periódico de Catalunya.
Al estar incluido dentro del expediente de regulación de empleo (ERE) que ha llevado a cabo el diario, me toca pasar a la reserva…
Una situación en la que deseo hacer cosas que hacía tiempo que no podía: leer, ir al cine, ver una obra de teatro, escuchar un concierto, exposiciones…
El ritmo actual impuesto por nuestros directivos se acerca bastante al esclavismo y a mi edad yo no daba para más.

Mi amiga Elisenda Pons fotografió la sección de El Día por Delante, de la que fui jefe. Era el año 2003 y aparezco flanqueado por Blanca Espacio y Júlia Barrio (derecha), con José Expósito de blanco (izquierda). Los dos últimos fueron de los mejores becarios que tuve el honor de enseñar, y José aún sigue en el diario.

Pero los jóvenes tampoco lo tienen nada fácil. En parte, también por ellos, por esos chicos y chicas que han sido mis becarios y ahora trabajan allí, he decidido dar este paso a un lado…
Eso no significa que deje el periodismo, ni mucho menos, ni la escritura, a la que me gustaría dedicarme sin las urgencias que imponen actualmente las empresas periodísticas.

Junto al colega Félix Flores, de La Vanguardia, charlando con Steven Spielberg, en la Alhambra de Granada, en 1988, preparando ‘Indiana Jones 3’. Un reportaje y una entrevista que, quizá, hubiera sido imposible si no hubiera trabajado para ‘El Periódico’. 

Tengo varios libros en mente, y una guía de viajes que acabé hace unos días y que os presentaré muy pronto.
Ojo: no dará un euro, como no me da mi ‘Venecia de cine’, pero he disfrutado escribiéndola, y eso me satisface.

Por ahora descarto volver a enrolarme en ningún sitio, aunque es probable que eche una mano a gente maja que lo necesita. Voluntariado, sencillamente.
A los compañeros que han marchado al mismo tiempo les deseo lo mejor, y a los que se quedan en el diario, toda la suerte del mundo. La van a necesitar. Yo seguiré leyéndoles, porque es lo mejor que tiene ‘El Periodico’: su gente.

Albert Bertran captó esta cariñosa imagen mía en la despedida de Antonio Franco, en mayo del 2006, cuando le sustituyó Rafael Nadal. Dos directores que sí pisaban la Redacción.

Os dejos algunas fotos: la primera, arriba, corresponde al año 1984 y en ella aparecen compañeros de primera hora y mi primer jefe, mentor y maestro: Josep Maria Huertas Claveria. Y le cito como mi primer jefe, porque lo fue en el diario Tele/eXprés, en 1979. En ‘El Periódico’ mi primera jefa fue Margarita Rivière. Ambos ya no están entre nosotros y de ambos añoro sus (muy diferentes) formas de hacer periodismo y de ejercer éticamente la profesión.

Fueron mis maestros.

Profesionales así faltan ahora en las redacciones.

Ferran Monegal

Ferran Monegal retratado en La Rambla por Julio Carbo (EL PERIÓDICO)

Desde hace muchos años, admiro la ironía que desarrolla mi compañero (y sin embargo amigo) Ferran Monegal desde hace casi 25 años en ‘El Periodico.
Me divertía mucho ese personaje de vejete cascarrabias que se ha fabricado a lo largo de los años y que consolidó en su programa de betevé ‘Telemonegal’.
Más de una vez asistí a su plató para poder charlar con personajes a los que él invitaba y conseguía entrevistar antes que yo, chico de prensa. Cosas de la tele: primero las cámaras, luego los micrófonos y finalmente los plumillas del papel.
Cuando edito sus columnas, le coloco bien los acentos, que él desparrama con anárquica generosidad. Y aprecio la forma de meter el dedo en muchas llagas con humor e ironía en sus artículos para el diario.
No gusta a todo el mundo, porque el hombre tiene su carácter, pero yo le aprecio y por eso me alegré de que apareciera un par de veces en ‘‘La Sexta noche’, que ha acabado fichándole.
Convertir nuestras conversaciones en esta entrevista ha sido más placer que trabajo. Aquí os dejo el enlace de la noticia en el diario y el texto llano. La foto es de mi amigo Julio Carbó.

Cinco años después de tener que cerrar su programa en Barcelona Televisió (Betevé), el periodista y crítico de tele Ferran Monegal, vuelve a la pequeña pantalla para hacer «crítica de tele desde la tele». Desde este sábado, y un par de veces al mes, un resucitado ‘Telemonegal’, más político, aparecerá como una sección dentro del programa ‘La Sexta noche’ (La Sexta, el sábado, hacia las 22.30) con el título de ‘Monegal sin filtros’. Y su último invitado de entonces, Xavier Sardà, será quien le dé la bienvenida este sábado (aquí, el instante del encuentro).

Explique, explique. ¿Cómo es que le ha fichado La Sexta? En octubre, me pidieron intervenir dos sábados [los días 7 y 28] para hablar de la situación de las teles en Catalunya y España, y tuve una muy buena respuesta de la audiencia. Les gustó cómo quedó, y me han pedido que vuelva un par de veces al mes.

¿Por cuánto tiempo? De momento, ocho intervenciones a lo largo de cuatro meses. Tanto La Sexta como yo estamos abiertos a seguir, según cómo vaya la cosa. Este mes de diciembre estaré este sábado, día 16, y el próximo, día 23.

¿Es como resucitar ‘Telemonegal’? En cierta forma haré una especie de ‘Telemonegal’, el programa que hice durante 10 años en BTV y me vi obligado a cerrar hace cinco, pero más inclinado hacia cómo tocan el tema político las diferentes teles.

¿Dice usted que se vio obligado a cerrarlo? ‘Telemonegal’ era el programa líder de la cadena municipal de Barcelona. Pero desde que entró Xavier Trias en la alcaldía, el espacio no interesaba, entre otras cosas, porque temían que hiciera sombra a TV-3. No se atrevían a cerrarlo, pero me iban arrinconando, me cambiaron de día, quitaron al público (al que no pagábamos y que acudía gratuitamente), y decidí marchar. Así que aproveché que se cumplían 10 años, para cerrarlo. Como decía Alfonso Guerra, más vale pasar página que no que te la pasen.

¿A quién molestaba usted? Es que mi manera de mirar la televisión es muy incómoda. Un programa sobre tele, en un mundo tan endogámico como el de los periodistas de televisión, molesta. No interesa una reflexión crítica sobre la televisión que se está haciendo ahora.

Sobre todo, en Catalunya… Dada mi interpretación de cómo está trabajando TV-3 y la megafonía de la parroquia independentista, desde el punto de vista televisivo se me han cerrado las puertas en Catalunya. Tengo suerte de que EL PERIÓDICO publica mi columna diaria: empecé en 1993 y pronto cumpliré 25 años, y nunca me ha tocado una coma. Y también de estar en el programa de Julia Otero en Onda Cero, donde colaboro diariamente desde hace 11 años.

¿De qué irá Monegal sin filtros? Analizar desde el punto de vista televisivo, qué noticias abren los informativos, lo que silencian, lo que manipulan… Una reflexión sobre nuestra propia labor. Algo que no agrada aquí, pero tampoco fuera. Es algo que ningún directivo de tele acepta. Menos en La Sexta, que ha aceptado mis condiciones sin límites. Esta cadena es la única que se ha convertido es un referente informativo y la que a nivel de toda España ha dado visibilidad a todo el conflicto del procés. Y últimamente se codea con TV-3 en las audiencias de Catalunya. Si antes, mucho antes, la tendencia era poner los informativos de TVE-1 como ejemplo, ahora la referencia es La Sexta. Y he de decir que existe muy buena sintonía tanto con Antonio García Ferreras, director de la cadena y artífice de mi fichaje, como con César González Antón, jefe de informativos, y con Eva Cabrero, la directora de La Sexta noche.

¿Y podrá criticar a La Sexta? Claro. Lo mío será un espacio de 30 o 35 minutos, dentro de un programa consolidado, como es ‘La Sexta noche’. Y me dan toda la libertad. Además, mi relación con Iñaki López, el presentador, es excelente: hay filin. Yo explicaré mi mirada sobre cómo tratan la política las diferentes cadenas públicas y privadas, incluidas las autonómicas. Y no solo TV-3, sino, por ejemplo, Canal Sur y cómo está tocando el tema de los ERE.

Colaboradores necesarios

Mis compañeros del Comité de Empresa de El Periodico acaban de recordarnos uno de los aspectos del que más nos solemos olvidar quienes aún tenemos la suerte (y el privilegio, en estos tiempos) de tener un puesto de trabajo fijo: los colaboradores.

No os voy a contar batallitas, pero cuando empecé a trabajar como periodista, en el siglo pasado , primero hice suplencias de verano mientras estudiaba la carrera (vamos, un becario, pero con salario, que de eso se trataba).
Luego, escribí colaboraciones para El Dominical del diario, gracias a mi querida Margarita Rivière, y en la revista Fotogramas, gracias a mi estimado Jorge de Cominges.

En aquella época, podía ir a entrevistar a Juanmari Bandrés a San Sebastián tomando un tren de noche, charlar con el opr la mañana y volver a Barcelona en el tren de vuelta de esa misma jornada, para amanecer en Barcelona al día siguiente, transcribir la conversación y presentarla, para que se publicara al cabo de una o dos semanas. La pieza se pagaba entonces a 5.000 pesetas (30 euros actuales), de los que había que descontar el viaje y la comida, que subían a más de la mitad.

Eso lo adelantaba yo, y el resto se cobraba al cabo de mes y medio o dos meses.
Esta situación no ha variado, sino que más bien ha empeorado para los colaboradores de nuestro diario, pero también de otros medios. Autónomos hay muchos, pero creo que estos se llevan la palma. Y todo, porque les (nos) gusta nuestro trabajo hasta el límite de, a veces, pasar (casi literalmente) hambre. Ya digo que no os quiero contar batallitas.

Un colaborador puede ir tirando porque le avanza a la empresa su propios viajes, comidas fuera de casa y sus trabajos.
Gran parte de los buenos jefes que hay en mi periódico (siempre hay algún desgraciado que cuestiona lo que gana o deja de ganar un colaborador) hemos estado a su lado cuando teníamos que gestionar su trabajo, pero el problema se ha agudizado ahora con los responsables económicos de la empresa, que no solo nos recortan el sueldo a los trabajadores fijos, sino que retienen injustamente más tiempo de lo que debieran los pagos a los colaboradores.
Y ellos no pueden hacer huelga, pese a que buena parte de los contenidos de un diario como el nuestro se deben al esfuerzo de estas personas.

Con eso juegan esos sinvergüenzas que tenemos arriba.

Enid Blyton, ahora

Portada de la primera edición de la novela en inglés, publicada por Hodder & Stoughton con ilustraciones de Eileen A. Soper Portada de la primera edición de la misma novela, en castellano, de la Editorial Juventud

El día de Sant Jordi, vi por casualidad una nueva edición de ‘Los cinco‘, la famosa colección de libros de Enid Blyton.
Qué curioso, que mientras se venden como churros ‘Harry Potter‘, ‘Los juegos del hambre‘ y otras series juveniles actuales, las historias de esta mujer, escritas hace muchísimos años, siguen siendo consumidas por las nuevas generaciones de niños.
Os confieso que tengo en casa casi todas las novelas de esta autora, incluidas las que estaban destinadas, teóricamente, solo a niñas, como las gemelas de ‘Santa Clara‘, las de ‘Torres de Malory‘, e incluso las de ‘La traviesa Elizabeth‘… Pero la serie de ‘Los cinco‘ y la de ‘Misterios‘, con Fatty, Buster y compañía eran mis favoritas. Y lo siguen siendo.
Y cuando he visto que el mismo año en que acababa la segunda guerra mundial, en 1945, la autora publicó la primera edición de ‘Los cinco en el cerro del contrabandista‘, me ha dado un vuelco, porque fue el primer libro que me regalaron de Enid Blyton, yo diría que en el año 1966, por mi noveno cumpleaños. La escritora murió tan solo dos años después, en 1968.
A partir de ese título, que era el tercero de la serie, empecé a leer todos los siguientes, a medida que la Editorial Juventud los iba publicando en España.
Ya mayor, cuando vine a Barcelona a estudiar Periodismo, logré comprar el resto de obras de la escritora en librerías de viejo y en el famoso Mercado de San Antonio de los domingos por la mañana. Una delicia aún ahora, pasear entre sus puestos.
Finalmente, en 1988, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la muerte de Enid Blyton, propuse, y me dejaron, escribir un par de páginas sobre aquel mito de mi infancia. Son los dos pdfs que os dejo en este mismo texto, por si os apetece leer aquellos artículos.

No dejéis de visitar la maravillosa página web de la Enid Blyton Society, creada en 1995. Cuando escribí el artículo, en 1988, me hubiera ido genial para informarme de muchas cosas que tenías que pillabar de aquí y de allá.
Y pasaros también por la página en castellano ‘Enid Blyton en español‘, donde suelen actualizar con todas las noticias sobre la autora y sus obras.

Margarita Rivière

Cuando se muere alguien conocido, yo me acuerdo de detalles en su relación conmigo. Pequeñas cosas que me vienen a la memoria de esa persona. No puede ser de otra forma. Panegíricos ya los hacen otros.
Conocí a Margarita Rivière, Margot, cuando Carlos Pérez de Rozas, profesor de Maquetación en la Universitat Autònoma de Barcelona a finales de los 70 y primeros 80, me sugirió que fuera a verla a El Periódico. Quizá fuera al inicio de mi último curso de Periodismo, en octubre de 1981.
Yo ya había pisado la redacción de El Periódico en una ocasión, en la sede que tenían en el edificio de El Noticiero Universal, en la calle de Roger de Llúria con Diputació. Pero esta vez fui a su nueva sede, en la calle del Comte d’Urgell, que también hacía esquina con Diputació.
Recuerdo que ella era entonces la jefa de Dominical y su mesa estaba a la entrada de la redacción, justo a la derecha, en uno de los ventanales que daba a Urgell.
Le pegué el rollo, que Carlos me había enviado y que quería trabajar en lo que fuera, reportajes, entrevistas, lo que se terciara.
Su primera pregunta, me dejó helado: has leído el Dominical. Glups. No. Pero le di una explicación que no se esperaba: no tenía dinero para comprar diarios; los solía leer en la Facultad de lunes a viernes, y cuando compraba alguno era El País, nuestra referencia de entonces.
No me mandó a la porra: me riñó con suave ironía y me soltó un puñado de suplementos. “Te los lees, y si tienes alguna idea de reportaje que no esté aquí, me propones un tema para hacer y probamos a ver qué tal lo haces”.
Eso quizá era un viernes. El lunes, a primera hora, le presenté una lista con unas 20 o 30 propuestas. Se rió mucho y fue tan amable de encargarme un primer reportaje: un retrato de Andorra, sobre el terreno. Fui en un Seat 850 que se calentaba, hice yo mismo las fotos, dormí en un camping y entrevisté a algunas personas, incluido un ministro andorrano.
Se lo entregué al cabo de unos días y vi cómo la brillaban los ojos con ternura. Ella no se había equivocado al encargarme el reportaje. Me abrió la puerta de acceso al diario en el que llevo trabajando desde entonces. Fue la mejor jefa que he tenido nunca.

Un diario son personas

Esta semana es clave en el posible cierre de la planta de impresión que el Grupo Zeta tiene en Parets del Vallès.
Es una imprenta que ha estado publicando el diario El Periódico y también otras publicaciones.
Parece ser que las pérdidas, o posibilidad de que se produzcan, ha llevado a los actuales gestores del grupo a decidir su clausura y el despido de 102 personas que allí trabajan. Parece absurdo que un diario cierre su propia imprenta, pero me parece cruel e inhumano la forma de hacerlo. Y más en un medio de comunicación que se autodefine como progresista y que denuncia, día tras día, situaciones similares en la sociedad.
Un estupendo vídeo sobre El periodismo a través del cine, publicado por Silvia Gómez Oliete en Vimeo y recogido por los colegas del blog Paios catalans me ha facilitado ofreceros este fragmento de la película El cuarto poder en el que Humphrey Bogart habla del periódico que dirige, de las personas que lo forman y de la labor de la prensa.

Aquesta setmana és clau en el possible tancament de la planta d’impressió que el Grupo Zeta té a Parets del Vallès.
És una impremta que ha estat publicant el diari El Periódico i d’altres publicacions.
Sembla que les pèrdues, o possibilitat que es produeixin, ha portat els actuals gestors del grup a decidir la seva clausura i l’acomiadament de les 102 persones que hi treballen. Sembla absurd que un diari tanqui la seva pròpia impremta, però em sembla cruel i inhumà la forma de fer-ho. I més en un mitjà de comunicació que s’autodefineix com a progressista i que denuncia, dia rere dia, situacions similars a la societat.
Un magnífic vídeo sobre El periodisme a través del cinema, publicat per Silvia Gómez Oliete a Vimeo i recollit pels col·legues del bloc Paios catalans m’ha facilitat oferir-vos aquest fragment de la pel·lícula El quart poder en què Humphrey Bogart parla del diari que dirigeix​​, de les persones que el formen i de la tasca de la premsa.

En huelga

Solemos decir los periodistas que no nos gusta ser noticia. Quizá por ello, cuando hemos de hablar de huelgas en nuestro sector, no lo hacemos. Estamos en huelga y sólo aparecemos en algún que otro medio digital. Uf, ¡cómo somos!
Trabajo en El Periódico de Catalunya desde hace más de 30 años. Me gusta este diario. Es de los pocos grandes medios que ha apostado siempre por una línea progresista («sociata«, lo denominan mis amigos catalanistas). Ideológicamente me siento cómodo. Empresarialmente, es otra cosa. Soy un ingenuo, sí, lo reconozco.
El otro gran medio de los llamados progresistas, el primero en lectores, El País, me decepcionó a finales del año pasado -como a sus muchos miles de lectores- con el brutal despido de más de 100 periodistas. Una herida que sigue abierta.
Hace muy poquito, un par de años o tres, a lo sumo, el grupo Zeta (y El Periódico también) sufrió el desgarro de un ERE que se llevó por delante a una quinta parte de la plantilla. Desde entonces, se han ido produciendo despidos a cuentagotas, para que no se notara demasiado.

El último mazazo ha sido, hace escasas semanas el anuncio del cierre de la rotativa que Antonio Asensio inauguró hace una docena de años. Iba a ser la mayor de Europa y ahora es un agujero económico que nos arrastra a todos. El sector está fatal, desde que el papel vende menos mientras internet sube.
Probablemente, una mejor gestión, en estos tiempos, hubiera evitado o paliado la situación. Lo cierto es que la empresa quiere cerrar la imprenta. Y con ella, el despido de 102 trabajadores. No cita los daños colaterales ni otros muchos despidos que seguirán a estos en áreas ligadas a la producción.
No parece que la empresa esté dispuesta a ceder ni un ápice en sus intenciones. La economía se ha impuesto por encima del ideario original de este grupo. Lástima. ¿Cómo podemos seguir pidiendo a la gente que crea en lo que decimos, en lo que escribimos, cuando la gerencia nos impone soluciones contrarias a las que denunciamos cada día en otros empresarios?
No sé. Estoy confundido y triste, porque lo único que queremos todos es trabajar, hacerlo bien y las condiciones adecuadas.

Pero quiero seguir siendo fiel a mi profesión, y dejaros aquí la opinión de unos y de otros, de la empresa y de mis compañeros. También una nota de nuestro comité profesional que sigue pidiendo a la dirección del diario la posibilidad de poder informar a los lectores de lo que nos está pasando.

Solem dir els periodistes que no ens agrada ser notícia. Potser per això, quan hem de parlar de vagues en el nostre sector, no ho fem. Estem en vaga i només apareixem en algun mitjà digital. Uf, ¡com som!
Treball a El Periódico de Catalunya des de fa més de 30 anys. M’agrada aquest diari. És dels pocs grans mitjans que ha apostat sempre per una línia progressista («sociata», en diuen els meus amics catalanistes). Ideològicament em sento còmode. Empresarialment, és una altra cosa. Sóc un ingenu, sí, ho reconec.
L’altre gran mitjà de les anomenades progressistes, el primer a lectors, El País, em va decebre a finals de l’any passat-com als seus molts milers de lectors-amb el brutal acomiadament de més de 100 periodistes. Una ferida que continua oberta.
Fa molt poc, un parell d’anys o tres, com a màxim, el grup Zeta (i El Periódico també) va patir l’esquinç d’un ERO que es va emportar a una cinquena part de la plantilla. Des de llavors, s’han anat produint acomiadaments a comptagotes, perquè no es notés gaire.

L’últim patacada ha estat, fa escasses setmanes l’anunci del tancament de la rotativa que Antonio Asensio va inaugurar fa una dotzena d’anys. Havia de ser la més gran d’Europa i ara és un forat econòmic que ens arrossega a tots. El sector està fatal, des que el paper ven menys mentre Internet puja.
Probablement, una millor gestió, en aquests temps, hagués evitat o pal · liat la situació. La veritat és que l’empresa vol tancar la impremta. I amb ella, l’acomiadament de 102 treballadors. No cita els danys col · laterals ni molts acomiadaments que seguiran a aquests en àrees lligades a la producció.
No sembla que l’empresa estigui disposada a cedir gens en les seves intencions. L’economia s’ha imposat per sobre de l’ideari original d’aquest grup. Llàstima. Com podem seguir demanant a la gent que cregui en el que diem, en el que escrivim, quan la gerència ens imposa solucions contràries a les que denunciem cada dia a altres empresaris?
No sé. Estic confós i trist, perquè l’únic que volem tots és treballar, fer-ho bé i les condicions adequades.

Però vull seguir sent fidel a la meva professió, i deixar-vos aquí l’opinió d’uns i d’altres, de l’empresa i dels meus companys. També una nota del nostre comitè professional que segueix demanant a la direcció del diari la possibilitat de poder informar els lectors del que ens està passant.
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Los otros hombres de negro

Hace unos días, con el cambio de rumbo del TeleTodo, el suplemento que coordino en El Periódico de Catalunya, se nos ocurrió incluir una nueva sección, un recordatorio de cómo era la tele hace diez años.
Para que la cifra fuera redonda, tiramos un poquito hacia atrás, y el nombre de la nueva columna quedó así: Pasó en el 2000.
Este es el primer artículo que escribí, el pasado día 19 de enero.
Empezaba así:

El año 2000 parece una fecha lejana, muy lejana, y solo han pasado 13 años. Pero el diario (y este suplemento) se imprimían en blanco y negro: solo eran en color la portada y contraportada. Habíamos superado el famoso efecto 2000, con el que unos cuantos agoreros habían pronosticado el caos de los ordenadores; Juan José Ibarretxe era aún lendakari y la muerte sorprendía a la anciana madre del rey Juan Carlos.
En la tele teníamos a nuestros hombres de negro: no los enviados por Europa a fiscalizarnos las cuentas, sino los reporteros del Caiga quien caiga de la primera época, con Gran Wyoming, Juanjo de la Iglesia, Javier Martín, Pablo Carbonell, Arturo Valls y compañía…

Lo podéis leer entero en formato pdf, aquí. Espero que os guste.

Fa uns dies, amb el canvi de rumb del TeleTodo, suplement que coordino a El Periódico de Catalunya, se’ns va acudir incloure una nova secció, un recordatori de com era la tele fa deu anys.
Perquè la xifra fos rodona, vam decidir anar una mica més cap enrere en el temps, i el nom de la nova columna va quedar així: Va passar el 2000.
Aquest és el primer article que vaig escriure, el passat dia 19 de gener.
Començava així:

L’any 2000 sembla una data llunyana, molt llunyana, i només han passat 13 anys. Però el diari (i aquest suplement) s’imprimien en blanc i negre: només eren en color la portada i contraportada. Havíem superat el famós efecte 2000, amb el qual uns quants malastrucs havien pronosticat el caos dels ordinadors, Juan José Ibarretxe era encara lehendakari i la mort sorprenia a l’anciana mare del rei Joan Carles.
A la tele teníem als nostres homes de negre: no els enviats per Europa a fiscalizarnos comptes, sinó els reporters del Caiga quien caiga de la primera època, amb Gran Wyoming, Juanjo de la Iglesia, Javier Martín, Pablo Carbonell, Arturo Valls i companyia.

El podeu llegir sencer en format pdf, aquí. Espero que us agradi.

Suscripciones

Antes de finalizar el año, viendo cómo estaba el patio (periodístico), empecé a revisar algunas de las publicaciones que leo habitualmente.
En general, los medios de comunicación no viven solo de los lectores, oyentes u espectadores. La publicidad suele ser una fuente importante de sus ingresos.
Pero sí es cierto que unas pocas pueden mantenerse, o casi, con nuestra ayuda.
Y una forma de apoyarlas, para que sigan existiendo y que los colegas que escriben en ellas puedan seguir ejerciendo la profesión con (una cierta) libertad es suscribirse a ellas.

 

De hecho, a varias revistas me he suscrito a través de internet, para poder leerlas en el ordenador o en la tableta. Otras me llegan en papel. A algunas las doy un apoyo solidario. Y voy alternando, para que la factura no sea excesiva.
Ya sé que no están los tiempos para derroches y que existen otras prioridades. Así que solemos dejar la cultura en último término, depués del café en el bar, donde sí hojeamos el periódico, que es gratis, claro.
Sin ánimo de polemizar, mientras un café supera el euro en cualquier bar, la suscripción a un diario cualquiera en internet no llega a los 10 euros mensuales: ¡menos de 30 céntimos al día!
Y no hago la división por el número de páginas, porque casi me da vergüenza ver a cómo sale la columna de cualquier experto en temas de importancia.
Lamentablemente, no sabemos valorar el coste de la información, y menos, el de la información independiente.

Abans de finalitzar l’any, veient com estava el pati (periodístic), vaig començar a revisar algunes de les publicacions que llegeixo habitualment.
En general, els mitjans de comunicació no viuen només dels lectors, oients o espectadors. La publicitat sol ser una font important dels seus ingressos.
Però sí és cert que n’hi ha unes poques que poden mantenir-se, o gairebé, amb la nostra ajuda.
I una forma de recolzar-les, perquè segueixin existint i que els col·legues que escriuen en elles puguin seguir exercint la (nostra) professió amb (una certa) llibertat és subscriure-us hi.

 

De fet, a diverses revistes m’he subscrit a través d’internet, per poder llegir a l’ordinador o a la tauleta. Altres m’arriben en paper. A algunes les dono un suport solidari. I vaig alternant, perquè la factura no sigui excessiva.
Ja sé que no estan els temps per malbarataments i que hi ha altres prioritats. Així que solem deixar la cultura en darrer terme, deprés del cafè al bar, on sí hi fullegem el diari, que és gratis, es clar.
Sense ànims de polemitzar, mentre un cafè supera l’euro en qualsevol bar, la subscripció a un diari qualsevol en internet no arriba als 10 euros mensuals: menys de 30 cèntims al dia!
I no faig la divisió pel nombre de pàgines, perquè gairebé em fa vergonya veure com surt la columna de qualsevol expert en temes d’importància.
Lamentablement, no sabem valorar el cost de la informació, i menys, el de la informació independent.

Historietas

Cabecera del blog de Álvaro Pons Me llegó hace unos días a través de mi admirado Álvaro Pons, una nota sobre la desaparición de la beca AlhóndigaKomik, iniciativa pionera reconocida a nivel internacional, convocada por el centro cultural La Alhóndiga de Bilbao, y que en solo cinco años de existencia se ha convertido en un referente de la historieta. Publicamos la noticia en El Periódico, como han hecho también otros medios, desde RTVE hasta el blog Entrecomics, por ejemplo. Pero hasta ahora no parece haber más respuesta que el silencio. Pero venía esto a cuento también por el hecho de que la historieta sigue siendo el pariente pobre de la cultura. Cuando se habla de arte, poca gente piensa en el cómic como tal, y es una de las industrias editoriales más florecientes en otros países. Y hay dibujantes españoles que están trabajando actualmente para Estados Unidos, Inglaterra, Francia o Bélgica, por ejemplo. No sé qué nos pasa en este país, en el que la cultura es lo último que interesa a los políticos, sobre todo de derechas, como la enseñanza, no vaya a ser que el pueblo aprenda demasiado y decida prescindir de ellos. Ahí está el PP, en primera fila, subiendo los impuestos a los productos culturales (¡cómo están dejando el cine, madre mía!) y bajándoselos a los amigotes más ricos. Es en este contexto en el que siento aún más la desaparición, hace ya unos meses, del excelente blog La cárcel de papel, que Álvaro Pons decidió cerrar por falta de tiempo. Una lástima, la verdad, porque se necesitan divulgadores como él. El resto, hacemos lo que podemos.Cabecera del blog de Álvaro Pons Em va arribar fa uns dies a través del meu admirat Álvaro Pons, una nota sobre la desaparició de la beca AlhóndigaKomik, iniciativa pionera reconeguda a nivell internacional, convocada pel centre cultural La Alhóndiga de Bilbao, i que en només cinc anys d’existència s’ha convertit en un referent de la historieta. Publiquem la notícia a El Periódico, com han fet també altres mitjans, des de RTVE fins el bloc Entrecomics, per exemple. Però fins ara no sembla haver-hi més resposta que el silenci. Però venia això al cas també pel fet que la historieta segueix sent el parent pobre de la cultura. Quan es parla d’art, poca gent pensa en el còmic com a tal, i és una de les indústries editorials més florents en altres països. I hi ha dibuixants espanyols que estan treballant actualment per Estats Units, Anglaterra, França o Bèlgica, per exemple. No sé què ens passa en aquest país, on la cultura és l’últim que interessa als polítics, sobretot de dretes, com l’ensenyament, no fos cas que el poble aprengui massa i decideixi prescindir-ne. Hi ha el PP, a primera fila, pujant els impostos als productes culturals (com estan deixant el cinema, mare meva!) I bajándoselos als amigotes més rics. És en aquest context en el que sento encara més la desaparició, fa ja uns mesos, l’excel·lent bloc La cárcel de papel, que Álvaro Pons va decidir tancar per falta de temps. Una llàstima, la veritat, perquè es necessiten divulgadors com ell. La resta, fem el que podem.

El Punt

Estos días en que la crisis económica se ha agudizado y que se ceba más en algunos sectores, como es el de los medios de comunicación y, en especial, en el de la prensa escrita, bueno es citar un diario que acaba de cumplir 30 años y que está sobreviviendo gracias a su apuesta por lo local. Es el caso de El Punt, que además estrena web, desgajada ahora del portal Vilaweb.
Han dividido su nuevo sitio web en columnas, situando a la izquierda la información local, referida a los municipios y comarcas catalanas , en el centro, la relativa a los países catalanes y a la derecha, la de España, Europa y mundo.
Es una apuesta diferente, y quizá complementaria, de la que realizan diarios más generalistas, como El Periódico o La Vanguardia, por ejemplo.

El Punt

Aquests dies en què la crisi econòmica s’ha aguditzat i que es ceba més en alguns sectors, com és el dels mitjans de comunicació i, en especial, en el de la premsa escrita, bo és citar un diari que acaba de fer 30 anys i que està sobrevivint gràcies a la seva aposta pel localisme.
És el cas d’El Punt, que a més a més estrena web, ara sense relació amb el portal Vilaweb.
Ha dividit el seu nou lloc web en columnes, situant a l’esquerra la informació local, referida als municipis i comarques catalanes; en el centre, la relativa als països catalans, i a la dreta, la d’Europa (Espanya inclosa), i resta del món.
És una aposta diferent, i potser complementària, de la qual realitzen diaris més generalistes, com ara El Periódico i La Vanguardia, per exemple.

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