Conocí el Akelarre de Pedro Subijana hace ya muchos años, cuando Arzak era el rey de la nueva cocina vasca y Ferran Adrià aún no existía en ese terreno.
Cubría el Festival de Cine de San Sebastián para mi diario y, junto con unos pocos periodistas y críticos, fuimos a cenar con Fernando Méndez Leite, entonces director general de cinematografía del Ministerio de Cultura.
El menú degustación que nos presentó fue una maravilla y no tenía nada que envidiar al que días antes habíamos tomado en Arzak. Además, las vistas que se disfrutan desde Akelarre no tienen parangón: está en lo alto del monte Igueldo.
Cuento todo esto para decir que me alegro mucho de su tercera estrella Michelin. Precisamente por esto me hizo mucha gracia la entrevista que le hizo Karmentxu Marín en El País, el domingo pasado. Y sobre todo, una frase.
(Antes, una apostilla: por favor, Karmentxu, ¿no te cansas de empezar siempre el perfil de tus entrevistados con la muletilla “con tantos años y tantos hijos, hace tal cosa y tal cosa”?)
La pregunta era: “¿Le descoloco si le pido huevos fritos con patatas?”.
Y la respuesta: “En el restaurante, sí, porque no se los haría” (…) “Me resulta muy fastidioso que alguien se vaya de aquí sin saber qué estilo [de cocina] tenemos; y segundo, ¿qué coño le vas a cobrar [al cliente que los pide] por unos huevos fritos?”
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