El otro día, un individuo soltó en una cadena de televisión de forma despreciativa: «El cine español es tan malo que la gente no se lo descarga». No puedo estar más en desacuerdo con la frase y con la idea que hay detrás.
Anoche, en uno de los muchos tuiteos que fui dejando en la red y que, espero, fueran de ayuda a algún lector, expresé mi amor por las películas y por las salas de cine.
Sé que el futuro del audiovisual pasa por diferentes plataformas de visión, que los más jóvenes optan por el ordenador o el móvil y la gente más mayor se conforma por la tele. Son cuestiones de economía, de comodidad…
Yo me resisto a aceptar que el cine, el buen cine, como el que representa Pa negre, la película ganadora de los Premios Goya, no lo podamos ver en una gran pantalla, en una sala de cine como es debido.
Seguro que alguno de mis compañeros de la crítica y la mayoría de los internautas me responderá que hay minisalas casi más pequeñas que las pantallas de algunas teles que corren ahora por las casas.
Es igual, porque lo importante es la convivencia de ambas opciones y la supervivencia del cine… que en el fondo es lo que nos dijo anoche a todos Álex de la Iglesia.