Cuando pensé en escribir el libro ‘Venecia de cine‘ tuve ciertas dudas sobre por dónde empezar a hacerlo. Si por la época del silente, con varias películas mudas ya rodadas en la ciudad de los canales, o por los inicios del sonoro. La lista de filmes era tan enorme, y mis editores me apretaban para no alargar en exceso el número de páginas, que decidí abrirlo a partir del final de la Segunda Guerra Mundial.
Y entonces apareció un nombre mítico: María Montez. A lo largo de su corta pero extensa carrera, intervino en 26 películas. Una de las últimas, ‘El ladrón de Venecia’ (1951). Pero antes de que os cuente cosas de este filme, os diré que esta estrella, a quien en su época apodaron Reina del Technicolor, nació en Dominicana y era de ascendencia canaria.
En efecto, María África Gracia Vidal nació en Barahona, en 1912, y fue la segunda hija (tuvo nueve hermanos más) de Isidoro Gracia, un comerciante de La Palma (la isla bonita, ahora famosa por su volcán) y una hermosa dominicana llamada Teresa Vidal. Educada en Tenerife, aprendió pronto inglés, lo que le serviría más tarde tanto en Hollywood como en Irlanda del Norte, ya que su padre fue en los primeros años 30 cónsul español en Belfast.
En esos años, conoció al que sería su primer marido, el banquero William G. McFeeters, con quien se casó a los 20 años. El matrimonio duraría sólo siete años, hasta 1939, cuando María Montez decidió irse a Nueva York para ser actriz, adoptando su apellido profesional como homenaje a la no menos famosa bailarina Lola Montez.
Además de modelo, María pronto se hizo famosa gracias a un puñado de cintas de aventuras para los estudios Universal, rodadas en los primeros años 40, durante la Segunda Guerra Mundial. Seis de ellas lo hizo junto al actor Jon Hall en títulos tan míticos como ‘Las mil y una noches’, ‘La salvaje blanca’, ‘La mujer cobra’, ‘Ali Baba y los 40 ladrones’, ‘Alma cíngara’ y ‘Sudán: la reina del Nilo’. Como eran los años del sistema de cine en Technicolor y sus personajes, siempre exóticos, de mujer seductora, vestida con ropas de vivos colores, no es nada extraño que fuera apodada como la Reina del Technicolor.
Durante esta época, mientras trabajaba en Hollywood, conoció al atractivo actor francés Jean-Pierre Aumont, con quien se casaría en 1943, sólo unos días antes de que el intérprete marchara a Europa para unirse a las Fuerzas Francesas Libres y luchar contra los nazis. Tras la guerra, la pareja tuvo una hija, Tina Aumont, y se trasladaron a Suresnes, cerca de París.
María aún rodó un par de películas más en Hollywood, ‘Piratas de Monterrey’ (1946), de Alfred L. Werker con Rod Cameron, y ‘La conquista de un reino’ (1947), dirigida por Max Ophüls y con Douglas Fairbanks Jr.. Después se estableció definitivamente en Francia, donde coprotagonizó con su marido ‘Hans, el marino’ y ‘La Atlántida’, así como ‘Pasión prohibida’, junto a Erich von Stroheim, las tres estrenadas en 1949.
Fue a finales de ese mismo año cuando fue contratada para protagonizar ‘El ladrón de Venecia‘ (estrenada en 1950). Dirigida por el alemán John Brahm, fue la primera gran película rodada en la capital del Véneto después de la guerra mundial que incluyó una buena parte de su filmación en escenarios reales situados en la ciudad de los canales. Y este fue el motivo de haber iniciado con ella mi ‘Venecia de cine’.
La presencia en el elenco de María Montez fue la mejor publicidad para una película que tuvo que afrontar un grave problema: iniciada por Giuseppe Barattolo, veterano productor de la época muda, para Venezia Films, su muerte en septiembre de 1949 hizo que la cinta tuviera que ser finalizada por la productora Sparta Films.
La trama seguía la lucha contra el Gran Inquisidor de la República de Venecia, el malvado Scarpa (o Sgarbia, según versiones), usurpador del Gobierno veneciano vía la eliminación de todos los opositores. El líder de la revuelta era el teniente Lorenzo Contarini (el guapo actor suizo Paul Christian, nacido como Paul Hubschmid), un oficial fiel al almirante Pisani, responsable de la Armada que luchaba contra los turcos mientras Scarpa se hacía con el poder.
Scarpa, además, pretendía casarse con la hija del almirante para evitar la sublevación. El único lugar donde Contarini encontraba un lugar para esconderse era entre los ladrones de la ciudad. Y era entonces cuando conocía a Tina, una guapa camarera, cuya ayuda sería básica para el levantamiento contra el tirano. Tina era, naturalmente, María Montez.
Pese a que muchas de las escenas están rodadas en estudio, incluidas las de los combates marítimos, la Venecia real brilla gracias a la bella fotografía en blanco y negro de Anchise Brizzi, colaborador de Vittorio de Sica en ‘El limpiabotas’ y de Orson Welles en ‘Otelo’. Las imágenes de este vídeo de Youtube muestran algunas de las escenas iniciales del filme, situadas en la Piazza San Marco.
María Montez sólo intervendría en tres películas más, estrenadas todas en 1951: ‘Amor y sangre’, de Marino Girolami; ‘Sombras sobre Nápoles’, de Hans Wolff; y ‘La venganza del corsario’, de Primo Zeglio, de nuevo con su marido, Jean-Pierre Aumont. El 7 de septiembre de ese mismo año apareció ahogada en el baño de su casa, al parecer a causa de un ataque al corazón. Fue enterrada en el cementerio de Montparnasse, en París.
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