En este último Sant Jordi, día del libro y la rosa, se han podido ver un sinfín de nuevas novelas, cómics, ensayos y poemarios. Libros de cine ha habido muchos menos. Yo he elegido ‘Per un grapat d’històries‘ (‘Por un puñado de historias’, sólo en catalán), de Josep Maria Bunyol (1975), con prólogo de Sergi Pàmies, a quien he querido entrevistar. Esta conversación la publiqué inicialmente en Nosolocine. El sonido de la misma (en catalán) lo podéis encontrar al final del texto.

En su libro hay 18 entretenidos relatos de no ficción, que recrean momentos poco conocidos de la historia del cine y que están protagonizados por personajes tan famosos como Marlene Dietrich, María Mercader, Sergio Leone, Stanley Kubrick, Steven Spielberg o Sergi López.

En el texto se nota la mano experta de este periodista y guionista de radio y televisión, responsable del programa de cine ‘Memento’, en la emisora cultural iCat, perteneciente a la Corporació Catalana de Ràdio i Televisió.

Autor de los libros previos ‘Yo también veía Bola de Drac’, ‘Yo también cantaba l’Estaca’ e ‘Historias de portada: 50 películas esenciales sobre periodismo’, Bunyol también es profesor asociado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

– En este libro hay un trabajo de documentación brutal. En la bibliografía citas unos 50 libros…
– Ha habido trabajo, sí.

– ¡Y unas 150 películas!
– Sí, pero estas no las he visto todas ahora, ¿eh? Las películas, en muchos casos, están simplemente citadas. Porque el libro, más que hablar de ellas, habla de las historias humanas que hay detrás. Por eso no me las he mirado. Pero sí he querido hacerlas figurar en el apéndice para los interesados o los curiosos.

– ¿El libro ha sido idea tuya o un encargo?
– A medias. Nace gracias a mi programa de radio, ‘Memento’, ya que el editor de Ara Llibres, Gerard Espelt, es un oyente. Yo ya había escrito dos libros para esta editorial y cuando él llegó de nuevo a la empresa, me escribió para quedar un día, el pasado verano. Me propuso hacer algo relacionado con el audiovisual. Y al final le sugerí contar algunas de las historias de las que hemos hablado en el programa y otras que no, expuestas como si fuera materia literaria. Es decir, elevando la anécdota a categoría de relato de no ficción.

– ¿Cómo te planteaste estos relatos a nivel de voz narrativa? ¿En primera o tercera persona? Me resultó muy divertido ver que te metes en la piel del gato de ‘Alien’ en el relato ‘Maullidos en el espacio’.
– Sí, más que en primera persona, que no lo es, porque el narrador siempre intenta ser omnisciente, sí explico cosas desde el punto de vista de cada uno de ellos. El tema del gato me hizo mucha gracia. En casa tenemos uno que es muy parecido al que sale en ‘Alien’. Ese gato, Jonesy, estaba en el plató, donde había otros tres animales más por si acaso. Me divirtió mucho ponerme en la piel de uno de estos gatos, que de repente se ofendía porque había tres competidores por el papel. Ha sido un pequeño juego que me he permitido, porque el formato de la narración te permite jugar de formas que no puedes cuando escribes ensayo. Así el narrador lo cuenta en una tercera persona, pero poniéndose en la piel o perspectiva de personajes concretos que protagonizan las historias. Luego donde sí he podido jugar mucho con la primera persona, obviamente, es en los diálogos. En algunos casos, en biografías y algunos documentales que he consultado, sí que explican las conversaciones, pero cuando no es así, me las he imaginado. Y aquí sí he podido jugar más con la primera persona.

– ¿Por qué estos personajes y no otros?
– Sí, podrían ser muchos más. De hecho yo tenía una lista inicial de 25 o 26 posibles historias, pero cuando ves la duración que tienen y vas ajustando el tiempo de que dispones, pues han acabado siendo estos 18 relatos. Hay diferentes criterios. Uno era que quería que estuvieran representados una gran diversidad de géneros y de procedencias geográficas. No hacer sólo historias de aquí o de Hollywood, ni sólo historias de hombres porque, normalmente en la historia del cine, la presencia de la mujer, sobre todo si hablamos de directoras, ha sido mínima y poco representada. Me interesaba que hubiera protagonistas femeninas y masculinos y hablar también de diferentes tipos de cine: el italiano, el de Hollywood, el que se hace aquí; que no todas fueran dramas, ciencia ficción o comedias. Así, hay terror, como ‘La noche de los muertos vivientes’ y ‘Alien’, o comedia, como ‘La vida de Brian’ y ‘Retorno al futuro’. Por ejemplo, ‘2001’ no entra como ciencia ficción, sino de forma secundaria porque, en el fondo, aunque la foto de la portada es de ‘2001’, el relato dedicado a Kubrick es por el proyecto que intentó llevar a cabo después, la vida de Napoleón, que seguramente es la película no hecha más cara de la historia; le dedicó muchísimo tiempo y documentación, incluso escribió un guión, pero no la hizo. Son estas historias, como podrían ser otras, porque siempre he intentado que detrás, aparte de la información puramente de interés para los cinéfilos, haya historias humanas potentes y que sus protagonistas sean lo más variados posibles en lo que se refiere a la representación de la gente que se dedica al cine, que ha sido mucha a lo largo de la historia.

– ¿Qué ocurrió con la foto de portada y su autor, Keith Hamshere?
– De hecho, había una primera foto que no ha podido aparecer en el libro. Era una imagen de la misma sesión de fotos del rodaje. Ese momento en el que el Bowman (Keir Dullea), el astronauta, llega a esa habitación rococó, de paredes blancas con el techo y el suelo iluminados. Existe una foto de Hamshere que intentamos poner en portada. El editor contactó con él por correo electrónico y, por su parte, no había ningún problema, pero sí por la Warner, que tenía los derechos y de una forma bastante funcionarial no nos autorizaron a ponerla. Entonces, lo que hicimos fue acudir a un banco de imágenes y buscar otra foto de esa misma sesión. Pagamos lo que costaba y ya está.

– Has escogido cuatro historias catalanas: las de Elena Jordi, Llorenç Llobet-Gràcia, los Estudios Esplugues City y Sergi López. Escribes que Elena Jordi fue la primera directora española de cine.
– Fue la primera mujer conocida que hizo una película en España, un cortometraje llamado ‘Thaïs’, en 1918. Lo debió rodar en 1917 y estrenar en 1918. Antes de ella se creía que la pionera fue una valenciana, Helena Cortesina, que en 1921 estrenó una película titulada ‘Flor de España’. Pero ahora mismo consta que la de Elena Jordi es la más antigua. Yo no conocía su historia. Fue una sugerencia del editor y hay una persona que ha estudiado el tema, Josep Cunill, que tiene un libro sobre el personaje [‘Elena Jordi, una reina berguedana en la corte del Paral·lel’] y ha sido la principal fuente de documentación. Pero me pareció interesante que apareciera ese testimonio, una señora que seguramente desafió lo que se esperaba de una mujer en su momento. Que se hizo empresaria y tuvo su propia compañía de vodevil en el Paral·lel, donde era una estrella, y que se animó a hacer cine por libre, sin la protección especial de nadie. Es verdad que es la única mujer protagonista en las historias catalanas, pero también hay un relato sobre María Mercader, aunque transcurre en Italia. Es una actriz de aquí y hablo de su boda con Vittorio de Sica. Y en el relato de Esplugues City aparece una montadora, Margarita Bernet, que todavía está viva. Es un pequeño homenaje al cine como arte colectivo. Tenemos tendencia a hablar de los grandes nombres, pero detrás de cada película y de cada rodaje hay decenas, cientos de profesionales. En aquellos estudios había muchísima gente trabajando para hacer posible convertir un poblado del Baix Llobregat en el Lejano Oeste.

– Citas a Sergi López como el único protagonista de un relato con el que pudiste contactar directamente.
– Hombre, con Hitchcock no podía contrastarlo, claro. Son unos relatos en los que yo imagino muchas cosas. Es mi versión a partir de mucha documentación. Pero donde no llega la documentación, está la imaginación. En cambio, con Sergi López sí que pude hablar. Muy amablemente me dedicó hora y media y me contó cosas que él ha explicado muchas veces, como es el momento en el que llega a Francia para estudiar teatro y, por azar, acaba convirtiéndose en una estrella de cine. Algo a lo que todavía –dice– no se ha hecho a la idea.

– Dices que un día, comiéndose un chuletón, perdieron un avión que debía llevarles al Festival de Cannes.
– Sí. Porque para ellos, Cannes no era importante, y eso me lo comentó. Creo que esto él no lo había explicado otras veces. Al menos, yo no lo había oído. Me hizo mucha gracia y creo que define muy bien al personaje. Ni él ni su coprotagonista, Sacha Bourdo, en ‘Western’, la película de Manuel Poirier, con la que acudieron a Cannes, eran conscientes de su importancia cuando el productor y el director les decían que iban al festival. Ellos no. Y perdieron el avión porque se fueron a comer un chuletón, provocando la ira del productor. Al final, Sergi acabó reaccionando de esa manera que tiene de ser, de decir, “Muy bien, ¿hemos perdido el avión? ¿Qué ocurre? En dos horas sale otro. Pues salimos dentro de dos horas”. Él es así, ni se hace mala sangre ni le da más importancia de la que pueda tener una persona haciendo su trabajo. A veces es verdad que nosotros mismos, los periodistas que nos dedicamos al cine, mitificamos mucho a esa gente. Y al final, son personas que se apasionan mucho por un arte y son artistas. Y es muy bueno que sea así, pero no deberíamos divinizarlos a veces. Y ellos, seguramente, también se acaban creyendo más de lo que son por nosotros, por cómo hablamos de ellos los periodistas. En el caso de Sergi López, en cambio, es una persona tal cual le ves, que tiene los pies en el suelo en todo momento. Y le estoy muy agradecido por eso, porque me dedicó su tiempo y me facilitó estas pequeñas informaciones. Después se leyó el texto que hice y sugirió un par de retoques. Por tanto, éste sí que puedo afirmar que es un relato verificado, absolutamente contrastado y aprobado.

– Déjame que te pregunte ahora por tus inicios. ¿Cómo llegaste a dedicarte a esta profesión?
– Mi amor por el cine arranca de pequeño, en casa, yo lo he mamado en casa.

– ¿Tus padres se dedicaban al cine?
– No, pero les gustaba mucho. Yo soy niño de sesión doble, concretamente del Cine Texas, que ahora afortunadamente están trabajando para resucitarlo. Yo cada fin de semana iba al Texas. Además, a las sesiones dobles, las de cine de barrio, las de reestreno. Aquellas en las que llegabas a la hora que fuera y si la película había empezado, la veías desde la mitad y te esperabas a que pasaran la segunda película para volver a empezar la primera. Ahora que hablamos tanto de ‘spoilers’ y de analizar las películas, es muy curioso el uso que hacíamos del cine como espectadores entonces. Veías primero el final y después el inicio y atabas cabos. Que alguien vea una película así, ahora, es impensable, ¿no? Pero yo vengo de esa época…

– Cuentas que tu madre, Conxita Duran, te llevó al cine a ver ‘ET’. ¿Cuántos años tenías?
– Pues supongo que tendría siete u ocho años. Yo soy del 1975 y la película es del 1982, aunque a veces aquí tardaban unos meses en llegar.

– ¿Y no te impresionó mucho?
– Es posible que sí, hombre. De hecho, debo decir que ‘ET’ no es una película que sea de las mías imprescindibles. Tiene momentos que, más que irregulares, se hacen más pesados como espectador: cuando el ET enferma, cuando lo tienen entubado, todo aquello. De hecho, le pasé la película a mi hija, Sara, cuando tenía tres años, tal vez, y salté ese pedazo por voluntad propia. Mi recuerdo de ‘ET’ tiene más que ver con esto del hecho de que mi madre me fue a buscar a clase y mintió en el colegio diciendo que nos íbamos al médico. Era para verla entre semana y ahorrarnos las colas que había en el cine los fines de semana.

– Te lo preguntaba por la duda que tengo siempre sobre a qué edad llevar a los niños a ver según qué películas.
– Ya. Yo también me enfrento a ese interrogante ahora. Sara tiene ahora cuatro años y a veces vemos películas que dicen que son a partir de seis o siete años. Y cuando te das cuenta te preguntas qué debes hacer, si tienes que apagar o no. De todas formas, recuerdo algo muy bonito de cuando le puse ‘ET’ a Sara. Al final de la película, un momento que todavía me provoca lágrimas, ella estaba contenta porque ET volvía con sus padres. ¿Sabes? Me pareció supercurioso. Como adultos tenemos una visión muy antropocéntrica: ET se va de la Tierra y Elliot se queda solo. Pero es que ET tiene una familia propia en su planeta y se reencontrará con ella. Y mi hija hizo esa lectura. Yo estaba con los ojos llorosos y ella, contenta, diciendo que ET volvía con sus papás.

– Volviendo a tus inicios. ¿Qué estudiaste?
– Estudié Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), en Bellaterra. Ahora he vuelto como profesor asociado de radio. Yo quería hacer Comunicación Audiovisual (CA), para hacer más asignaturas de cine, y no lo hice por una razón absolutamente económica. Yo tenía que ir a la Universidad por la tarde, porque por las mañanas trabajaba. Y por la tarde no hacían CA, sino Periodismo. Yo fui siempre al turno de tarde, donde encuentras a gente que ya está trabajando, gente de edad, que ya tienen más años que tú. Por la mañana van aquellos que sólo estudian.

– Ah… ¿Tú trabajabas?
– Sí. Trabajaba en el Museo Diocesano junto a la catedral. Estuve bastantes años allí. Más de una asignatura de la carrera la estudié en el mostrador del museo, cuando no había visitas.

– ¿Necesitabas el dinero?
– Sí, porque mi padre murió joven, con 62 años. Yo tenía 17 años. Soy hijo de padres mayores.

– ¿Y tu madre?
– Mi madre murió hace unos meses, en septiembre, a los 88 años. Tenía muchos problemas de salud, pero vivió bastantes años.

– Lo siento.
– Cuando falta un padre en una familia, quieras o no, debes luchar mucho por tener la juventud más normal posible, aunque hablar de normalidad siempre es muy complicado. Pero sí tuve que buscar pequeños trabajos para ir tirando. Éste es el motivo por el que no hice comunicación audiovisual. También te digo que después he terminado trabajando en lugares donde había quien había estudiado comunicación audiovisual. Más o menos, confluimos en los mismos trabajos, sobre todo cuando te dedicas a la radio y medios audiovisuales. Buena parte de mi formación cinéfila la he adquirido yendo a la Filmoteca y leyendo libros.

– ¿Te decidiste por la radio rápidamente?
– Sí, bastante rápido. Mi pasión como espectador es claramente el cine. Pero la otra gran afición que mamé en mi casa fue la radio, que sonaba a todas horas.

– Creo haberte leído en alguna parte que tu padre iba siempre con los auriculares puestos…
– Sí. Mi padre, que era representante de comercio, era muy futbolero. Era perico, del Espanyol. Yo no lo soy, pero siempre he tenido mucho respeto por los pericos y me da mucha rabia que en este país, en Catalunya, haya esas divisiones, en las que para ser buen catalán tengas que ser del Barça. Yo simpatizo con el Barça, sin ser aficionado, pero no me gusta cuando la gente se enfrenta así. Me da rabia ver cómo se enfrentan Sabadell y Terrassa o Tarragona y Reus. Esas rivalidades absurdas que no sirven para construir ni un país ni una sociedad. Lo que te decía era que mi madre trabajaba en casa. Era bordadora y tenía siempre la radio puesta. Escuchaba ‘Ricky y Bernal’ y ‘Las tardes de Odette Pinto’, que era un programa de referencia para muchas mujeres en ese momento. Te voy a contar una de las anécdotas familiares. Uno de los vestidos que hicieron en el taller donde trabajaba mi madre fue el de Salomé para Eurovisión, el de los flecos. Ella estuvo trabajando en ese vestido y en casa tenemos uno de los flecos que sobraron del vestido del festival. De vez en cuando ponemos el vídeo de Salomé y su ‘Vivo cantando’ y les digo a los amigos: “Mira. ¿Ves estos flecos? Pues los hizo mi madre con otras muchas compañeras”.

– ¿Cómo empezaste a escribir guiones?
– Cuando empecé a hacer radio, entré de becario en la SER, en Radio Barcelona, en 1997. Estuve 11 años trabajando. Después de un breve paso por informativos, fui a programas. Al principio, hacía producción. Esta tarea, en ocasiones muy poco valorada, es muy importante. Normalmente, suelen ser mujeres, que deben buscar a los invitados y tener una buena agenda de teléfonos. Durante mucho tiempo, yo hacía esto. Al igual que en el libro reivindico el cine como un arte colectivo, la radio y la televisión también son trabajos en equipo. Y es verdad que los presentadores lo dicen, pero no es suficiente. Falta poner en valor todos estos trabajos que están detrás. Como el productor y los guionistas. En una época en la que trabajaba con Toni Marín en Ràdio Barcelona, él vió que yo también escribía. Hubo un momento en el que hice el cambio y pasé de producción a guión, más o menos a principios del siglo. Y después, cuando dejé la SER ya era como guionista y fui a RAC1 donde estuve trabajando durante seis temporadas, del 2008 al 2014, en ‘Versió RAC1’ de Toni Clapés. Después fui a Catalunya Ràdio y he ido haciendo otras cosas. Lo que nunca había hecho era presentar un programa y esta oportunidad me llegó en 2017, cuando iCat volvió a las emisiones de la FM y abrieron una convocatoria para presentar proyectos. Con Ferran Auverni, un compañero que también se había dedicado mucho al cine, empezamos este proyecto, que era el programa ‘Memento’, píldoras semanales de historia del cine. La primera temporada lo presentamos juntos y a partir de la segunda temporada me he quedado yo solo al frente. Ahora llevamos ya seis temporadas. Ya sé que es un programa modesto, sencillo, en iCat, que es una emisora cuya audiencia no es la de otros medios, pero en la que yo me encuentro muy a gusto. Me lo paso muy bien haciéndolo y le dedico muchas horas. Además hago los guiones del programa ‘En guàrdia!’, de Enric Calpena.

– También eres uno de los guionistas del exitoso programa televisivo ‘El foraster’, de Quim Masferrer. ¿Cómo llegaste al equipo?
– Hay momentos de tu vida que debes dar voces buscando trabajo. Mi salida de RAC1, en la que estuve seis años, no fue la más afortunada. Me avisaron con muy poco tiempo de que ya no seguiría la temporada siguiente, por temas económicos, básicamente. Y dos días antes de empezar las vacaciones de verano me dijeron que en septiembre no volvería. Esto me obligó a dar muchas voces en busca de trabajo. Una persona que me escuchó fue Xavier Morral, entonces director de ‘El foraster’, al que conocía por amigos comunes. Me llamó por si quería hacer guiones y estuve vinculado dos temporadas en el 2014 y, ahora, con los años he vuelto a colaborar. También estuve trabajando con Marc Amorós en el programa, ‘El paisano’, que era la versión castellana del programa de la misma productora. Y trabajé con Edu Soto y Leo Harlem por toda España, pero el programa no acabó de funcionar, quizás porque los cambios de presentadores. Cuando he trabajado para Quim Masferrer, siempre he hecho de guionista, aquí, en Barcelona, después de que ellos hayan ido al pueblo en cuestión. Nos miramos los vídeos y escribimos el monólogo. En cambio con ‘El paisano’ sí viajé, al País Vasco y a Asturias. Fue una época muy bonita, porque mi trabajo es muy sedentario, no he sido periodista callejero y soy guionista de mesa. Por eso, lo pasé muy bien yendo a varios pueblos y haciendo de coordinador en los rodajes. Lo que ocurre es que coincidió con la fase final del embarazo de mi compañera, Montse, y les avisé de que cuando naciera la niña no volvería a viajar.

– ¿Y para cuándo el salto a la ficción?
– Me gustaría mucho. Ya lo he pensado. Pero, sabes lo que me pasa, que yo pienso que soy una persona muy perfeccionista, que invierto mucho tiempo en acabar las cosas y soy muy metódico a la hora de hacer el trabajo, cuando los plazos me los marca otra persona, por ejemplo, como cuando el editor me propuso hacer este libro. En cambio, ponerme a crear una historia, que supongo que podría hacerlo, me cuesta más porque no depende de que alguien me diga “venga, va, tal día tienes que entregarme esto”. Por tanto, aunque me considero muy metódico a la hora de realizar el trabajo que me han encargado, también pienso que tengo poca autodisciplina para crear un proyecto desde cero y que no me lo haya pedido nadie. Me falta dar ese paso de creer que una historia que nazca totalmente de mi cabeza pueda interesar a alguien. Y me gustaría hacerlo en algún momento. Ojalá. Pero haciendo este libro de relatos de no ficción también estoy reivindicando el placer de contar una historia a partir de elementos que ya conocemos pero de forma diferente, intentando darle un toque que no sea ni enciclopédico ni demasiado anecdótico.

– ¿Algún proyecto nuevo en perspectiva?
– Los que somos autónomos somos como aquellos acróbatas chinos que hacían rodar platillos sobre unos palos y tenían que ir vigilando que todos los platos se mantuvieran girando. Pues yo hago esto con mis platillos: presentar el libro, los programas ‘En guàrdia!’ y ‘Memento’, colaboraciones en la revista ‘Sapiens’ y en ‘El ático’, de Vador Lladó, en 8TV, y las clases en la UAB. Así que, ahora mismo, el objetivo es que ningún platillo deje de girar.