Es domingo y creo que es el mejor día de la semana para retomar mis guías de viaje, con la esperanza de que os puedan servir también a vosotros.
Llevaba varias entregas de mi estancia en Cork, pero antes de seguir, quiero reproducir unas líneas de la guía Lonely Planet sobre la ciudad, antes de llevaros a algunos puntos que a mi me han interesado en particular.

«La segunda ciudad en importancia de la República de Irlanda, con sus numerosos focos de interés turístico y su activa vida nocturna, suele sorprender al visitante. El centro de la ciudad está situado en una isla, rodeada por dos canales del río Lee. Al norte del río se encuentra Shandon, una interesante zona histórica, aunque un poco descuidada en la actualidad. Entre los lugares más sugestivos de la zona sur, destacan la catedral protestante de San Finbarr, el Museo de Cork, en su mayoría dedicado a la batalla nacionalista en la que la ciudad desempeñó un papel importante; la prisión de Cork, del siglo XIX, y el Ayuntamiento, así como numerosas iglesias, fábricas de cerveza y capillas.

Para seros sinceros, nosotros hicimos alguna de estas visitas, pero no todas.

Además de los muchos y agradables pubs que posee la ciudad, Cork se enorgullece de su variada oferta cultural, que puede disfrutarse en el Palacio de la Ópera de Cork, en la Galería de Arte Crawford y en el Firkin Crane Centre. También pueden realizarse excursiones al castillo de Blarney, donde incluso los visitantes menos turísticos se sentirán obligados a besar la Piedra de Blarney», dice otro párrafo de la guía.

Salvo una ojeada corta al Museo de la Mantequilla, por simple curiosidad, y a la Crawford, donde había un par de cuadros que nos interesaban, nosotros optamos por nuestra propia intuición y la caminata tranquila.

Desde donde estábamos alojados, junto a la Universidad, un paseo típico por Cork comprendía Western Road, Lancaster Quay (muelle) y la calle de Washington, para desembocar en Grand Parade, una de las calles principales del centro, junto a Saint Patrick.
En esta calle se puede entrar en el popular English Market, un mercado de abastos de toda la vida, con puestos de frutas, verduras, carnes, pescado… donde los irlandeses acuden a comprar comida fresca, y mejor que en algunos supermercados abiertos todo el día.
Entre estas dos calles y el South Mall (el paseo sur), se extienden las calles más comerciales y con los pubs y restaurantes más visitados de Cork.
Si prolongáis el paseo hasta el extremo del triángulo, llegaréis a una punta desde donde se puede observar la unión de canales del río Lee. Durante nuestra estancia, en esta zona, pudimos ver unos enormes veleros, atracados allí tras unas regatas.
En el segundo bed and breakfast de Cork en el que dormimos, Fernroyd House, mejor, más acogedor y más barato (podéis ver mi comentario en Tripadvisor) que el lamentable Achill House, sus dueños, Avril y Toni, nos sugirieron varios restaurantes para ir a cenar en la zona de la calle Oliver Plunkett y adyacentes.
Los hay de todos los estilos de cocina, así que es cuestión de ir prontito y elegir. Si cenáis antes de las 19.00 (inusual en España, pero habitual fuera de nuestras fronteras), os podéis acoger a sus menús, más baratos que la carta, que empieza a funcionar a partir de es hora.

Y después, si os apetece probar una cerveza artesanal de buena calidad, no os podéis perder la Cervecería Franciscan Well, una de las mejores de toda Irlanda. Naturalmente, es mejor ir bien cenados y no tener que conducir después.
El encargado, muy amable, nos permitió probar unas gotas de las diferentes cervezas que fabrican, antes de decidirnos por unas pintas de las que nos gustaron más. Las mesas en el patio exterior (con calefacciones a butano), donde acuden los fumadores, están casi siempre llenas; las del interior, para  frioleros o no fumadores, suelen estar más vacías.