Ya saben ustedes, queridos lectores, que no tengo puñereras ganas de hablar (aún) de Navidad.
Estoy hasta el gorro de la fiebre consumista que nos coge en estas fechas y mi idea era obviar el tema por manido.
Pero, miren, acabo de recibir la típica felicitación navideña de un conocido restaurante (que no citaré explícitamente, porque lo hacen todos, absolutamente todos) con estrellas Michelin y me lo he repensado.El restaurante ofrece platos cocinados para la cena de Nochebuena o la comida de Navidad, como una típica escudella, un pollo de corral rustido y unos postres, todo por 40 euros por cabeza.
Hagan la cuenta si tiene, por ejemplo, a ocho o diez personas a cenar en su casa: de 320 a 400 euros la broma.
El sábado fui a comprar los ingredientes de los mismos platos al mercado municipal más cercano a mi casa.
No escatimé en la calidad de los productos. El coste final no superó los 30 euros y comimos seis personas, aunque, eso sí, estuve algunas horas en la cocina.
Hagan ustedes sus cálculos. Siempre les saldrá más barato.
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