Una vez superado el trago de los primeros minutos de conducción por la izquierda y de salir del aeropuerto sin tocar nada y a nadie con la carrrocería, nos encaminamos a Cork, la segunda ciudad más grande de Irlanda, situada en la parte sur de la isla.
Habíamos reservado (o eso creíamos) dos noches en un bed and breakfast (un B&B), esa especie de casa de huéspedes de las que ya os he hablado, consistente en cama y desayuno. Actualmente, la mayoría de ellos tienen habitaciones con baño dentro (room in suite). Son más caras que las de toda la vida: un dormitorio con el lavabo y la ducha fuera del cuarto, y a menudo compartido con los dueños y otros huéspedes de la casa.
Para que os hagáis una idea de los precios, los más baratos rondan los 20 euros por persona, incluyendo el típico desayuno irlandés de huevos fritos, tocino y salchichas; las tarifas más habituales se situán entre los 30 y 40 euros; y los que tienen más fama, están mejor cuidados o tienen más fama están en torno a los 45-55 euros, aunque hay algunos aún más caros.
Habíamos tenido la buena idea de llevarnos un navegador, un Tom Tom con mapas de Europa, para localizar sobre todo los hoteles en las ciudades. Esta es una precaución que aconsejo a todo el que viaje al extranjero. Muchas veces, estamos tan despistados que los rótulos en otros idiomas se nos pasan. Una maquinita de estas, junto con un buen mapa de carreteras del país de toda la vida, porque esos trastos tienen algunos fallos notables, nos evitan importantes pérdidas de tiempo.
Y lo cierto es que llegamos en poco más de media hora a Western Road, la calle donde se ubican buena parte de los B&B de la ciudad. Nuestro destino era Achill House. No recuerdo por qué habíamos elegido esta casa, pero posiblemente lo hicimos porque nos falló alguna de las primeras de la lista de la guía y de Tripadvisor. Es posible que también lo hiciéramos por su situación, no demasiado alejada del centro y, según su web, con posibilidad de dejar el coche aparcado allí, ya que las zonas azules de pago se extienden –como en otras ciudades– por todo el casco urbano.
Supongo que también nos habían hecho gracia los término luxury y jacuzzi que aparecían en el e-mail y en su web…
(Os seguiré explicando más cosas de este tema en la próxima entrada)
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