Hoy es un día especial para Carmen Maura (1945). ya que recibirá el Premio Platino de Honor en la novena edición de estos galardones del cine hablado en castellano y portugués. Es una bonita manera de reconocer la extensa trayectoria de esta multipremiada actriz en el ámbito audiovisual iberoamericano. También en el francés, por si alguien no se acuerda de lo querida que es en el país vecino esta admirada intérprete madrileña.
Pero además esta es una jornada que me viene de perillas para recordar a «mi» Carmen Maura, a la que entrevisté por estas fechas, hace 40 años. Un cálido encuentro, que siempre recordaré con cariño y que El Dominical de El Periódico de Catalunya publicó el 8 de mayo de 1982.
En aquel momento, la actriz sólo había protagonizado tres largometrajes: ‘Tigres de papel’ (1977) y ‘¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?’ (1978), ambas de Fernando Colomo, y ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ (1980), la puesta de largo de Pedro Almodóvar. La popularidad le llegaría en 1981, de la mano de la televisión. Dejadme que os lo cuente, casi con las mismas palabras (algo ñoñas) con las que inicié aquel relato lejano, hace cuatro décadas.
Acababa de terminar ‘Esta noche‘. Apareció de repente, muy delgada (“es que he perdido siete kilos”, nos dijo), vestida de forma sencilla, pero muy guapa. Nos saludó desde lejos, llamándonos, con juvenil simpatía. Se le notaba cierto cansancio eufórico, pero nunca afloró a la superficie de su enorme, atractiva, amabilidad.
Nos paramos en un semáforo. Carmen Maura abrió la ventanilla del coche en el que íbamos y preguntó al taxista de al lado, por la dirección de una tranquila tortillería a la que nos dirigíamos. Antes de contestar por el lugar de nuestra cena, aquel buen hombre estuvo con la boca abierta un par de minutos, mientras sus ojos no se acababan de creer lo que veían. Al final, se le olvidó pedir el autógrafo que su paciente pasajero le sugería.
Así empezaba mi relato de 1982. Tenía ella entonces 36 años y yo, poco más de 24. Había acudido a esperarla, junto con una amiga de Madrid, entusiasta de la actriz, a la sede de TVE en Prado del Rey, donde acababa de grabar la última entrega del programa de televisión que presentaba, bajo la dirección de Fernando García Tola.
Carmen Maura nos vio tan jóvenes que nos propuso hacer la entrevista en un lugar tranquilo y charlar de forma distendida mientras nos tomábamos algo para cenar. Algo casi impensable hoy en día. De ahí que los tres subiéramos al coche de producción que le ponían a la actriz para desplazarse desde TVE al centro.
El resultado de la conversación, que ahora os reproduciré, tuvo un efecto mágico en mi carrera como periodista. Al cabo de unos días, una tarjeta de su puño y letra le llegó a mi querida Margarita Rivière. En ella, Carmen Maura me dedicaba unas frases cariñosas y alababa mi profesionalidad, ante la sorpresa de mi jefa de entonces. Creo que no era habitual. No lo es. Se lo agradecí siempre.
Y a partir de aquí, os dejo algunas de las preguntas y respuestas de aquella entrevista, en la que ella destilaba una desarmante ingenuidad.
– ¿Cómo llevas la fama? [pregunta inicial que obvié en papel, haciendo una elipsis]
– Es terrible. No puedes ir a ningún sitio sin que todo el mundo te mire. Es es bonito, porque mucha gente, a la que no conoces, te saluda y dice que te quiere. Pero también hay otros que te insultan; y yo, sin saber a cuento de qué vienen las palabrotas o las amenazas. Hubo un momento en que tuve una verdadera depresión a cuenta de la popularidad. Me produjo un crack…
– ¿Esto también es un motivo para que se haya acabado el programa?
– Bueno, el programa se acaba de común acuerdo entre el equipo, Tola y yo. Pero en realidad, además, estoy cansada. No puedo más. ¡Que yo sólo tengo una cara y, cada día que pasa, me da la impresión de que pierdo 50.000 fans! ¡Y a lo mejor no es así! Pero tengo ganas de interpretar un papelito en un guion en el que cada personaje tenga sus frases y, cuando me toque a mi decirla, pues la diga. Un año es mucho tiempo, de verdad.
– Crees que el programa no tenía futuro?
– Al contrario. Tal y como están las cosas en televisión, que tienen la ley del mínimo esfuerzo como divisa, el programa podría haber durado indefinidamente. Era un programa que gustaba y encima tachado de progre. ¡Pues qué más queríamos! No creo que lo hubieran quitado, no.
– En tu último programa has vuelto a dejar claro la forma en que llegaste a ‘Esta noche’. ¿Siguen insistiendo en que eres una enchufada?
– Hay algunos que aún siguen pensando así, cuando en toda mi vida no he tenido un mísero enchufe. Cuando yo empecé en el teatro, en la compañía de [José] Tamayo, no conocía a nadie. Lo único cierto es que siempre he trabajado como una bestia. He trabajado en cantidad y en todos los sitios. Yo entré en televisión porque buscaban una actriz y yo reunía esas características. Cuando alguien habla de que si te habrás acostado con no sé quién para hacer esto, no sabe de qué está hablando. Hacer eso te puede servir para trabajar en una función, pero al día siguiente te quedas en la calle. En esto, como en todo hay que ser constante, trabajador y, desde luego, tener un poco de suerte. Pero la suerte no te esta esperando Yo me estudié a todas las presentadoras. Vi todas las entrevistas que pude Me pasé horas a manta. Y encontré una serie de cosas clave: es fundamental escuchar; que el entrevistado hable; no pasarse de lista; calladita estás mejor. A veces, estás callada y, sin embargo, la gente piensa que has dicho algo. Y al revés. Y, ¿sabes?, estos diez folios, con esta frase en latín y todo, me los tengo que aprender el día anterior. Esa cara de niña tonta que pongo, es porque soy una estudiosa de la leche, no porque sea gilipollas.
– Es curioso que, con todo esto, no se haya subido la popularidad a la cabeza…
– Es que no es mi carácter. No es mi forma de ser. Si hubiera sido una persona orgullosa, tal vez hubiera ido de altiva por la vida. Pero no soy nada orgullosa. También sé valorarme, de todas formas.
– Evidentemente has subido la cotización de los actores españoles con tu contrato con la multinacional Monky [el anuncio sobre el café molido de esa marca que incluía la frase “tacita a tacita”, que se haría famosa].
– Es una vergüenza que a los actores españoles les estuvieran pagando tres o cuatro millones [de pesetas: de 18.000€ a 24.000€ al cambio actual] por un spot publicitario mientras a algunas estrellas extranjeras les traen, viajes y hoteles incluidos, y les pagan siete u ocho millones de pesetas. Yo me negué al principio a hacer publicidad. A los dos programas me ofrecieron tres millones y yo me negué. Temblando, pero me negué. Y para rechazar tres millones de pesetas no creas que no me lo pensé. Pero también pensé que aquello iría a más. ¡Y ahora han sido nueve millones! Y si sale bien, puede que el contrato con la firma publicitaria me permita retirarme.
– Pero no te dedicarás sólo a la publicidad, ¿no?
– No te creas que la publicidad es cualquier cosa. Es un trabajo muy serio. Y los profesionales son estupendos. ¡Como que hay cantidad de realizadores cinematográficos que tienen que hacer publicidad! Pero respondiendo a lo que preguntabas, ahora voy a salir de gira con un papel en [la obra de teatro] ‘La bella Helena’. Salgo muy guapa, como de quedona, puta, cachonda. Es un papel genial, que me apetecía mucho hacer y que da el tipo medio cómico que no se aleja excesivamente del aspecto que doy en televisión. Además voy a cantar! Y ya verás que, aunque no sé, lo haré, porque soy así, y no se va a notar. Y desde mediados de abril, estaré en el rodaje de una película musical, de un director que se llama Juanjo López, que me ha ofrecido ser la protagonista [de la más bien fallida ‘Femenino singular’ (1982)]. Es un personaje maravilloso. No sé por qué, pero todos los nuevos realizadores me llaman para protagonista estupenda.
– ¿Y eso de ser presentadora o periodista no te atrae?
– Ya hay quien me ha dicho que si me metiera en esto, podría hacer un carrerón. Un montón de revistas me han ofrecido mucho dinero para que trabaje con ellas y haga entrevistas escritas. ¡También me han pedido que grabe un disco! ¡Y hasta que escriba un libro! Figúrate que a mí siempre me ha gustado escribir, desde pequeñita, pero siempre te apetece escribir cuando las cosas están mal, no cuando estás bien. Y no me apetece ser periodista, porque siempre tenéis que estar enteréndoos de todo lo que pasa, del interés general, que es una cosa que me trae por la calle de la amargura, porque yo no sabría distinguir lo que me gusta a mí, lo que a mí me interesa, de lo que interesa a todos. Deja, deja. Prefiero seguir siendo actriz, que es mucho más divertido.
– Pero, ¿te has divertido en ‘Esta noche’?
– No demasiado, porque estoy trabajando. Pero he tenido momentos muy bonitos, como cuando Plácido Domingo me cantó para mí sola. Figúrate, le había dicho: Plácido, ¿me cantarás? Y me dijo que sí. Pero cuando lo hizo luego, no me lo creía; se me puso la carne de gallina.
– ¿Y los escándalos del programa?
– Aparte de lo de Jimmy Giménez Arnau, que hubo cantidad de llamadas de protesta, hubo una cosa que nos dejé cojo el programa. Fue el día en que tenía que venir un coronel del Ejército y trajimos a un montón de chicos que estaban haciendo la mili y todo eso, para que le hicieran preguntas. Estuvimos comiendo con él, y yo estaba encantada, llamándole mi coronel para aquí y mi coronel para allá. Me hacía gracia la cosa. Además, era un personaje simpático, tal y como le queríamos sacar. Acercar el Ejército al pueblo, ¡vamos! Pues nada. Estábamos comiendo y, ¡zas!, ¡le llamaron! Nos quedamos con los soldados, pero sin el coronel.
– Esos gestos que sueles hacer con la mano y que te quedan tan bien, ¿también van en el guión?
– Te contaré un secreto. ¿Sabes por qué suelo ponerme la mano en la barbilla? Porque he pasado tanto miedo, al principio, que me temblaban las manos. Como no sabia qué hacer con ellas, las colocaba de forma que no se notara el temblor. Y lo curioso es que hay presentadoras que parecen imitarme, cuando es una cosa que, o te surge espontáneamente o te sale fatal, si lo estudias como una pose. Al fin y al cabo, yo he buscado mi propia naturalidad para sacarle partido. A otras les puede quedar ridículo. Cada persona debe tener su estilo.
– Se suele decir que no te agrada hablar de temas familiares…
– Es que no tengo familia. Padres tengo unos, pero nada más. Tengo dos hijos que, con todo este follón del programa, no pueden verme con tranquilidad sin que, a la puerta del cine, hotel o parque, donde nos encontremos haya un periodista siguiéndome. De verdad que se me han estropeado las relaciones con mis hijos, y no lo merecen. Vivo muy a gusto con un señor, desde hace dos años, como ya os he dicho a todos. No está en estos follones del mundo del espectáculo y bastante me aguanta el pobre, porque en casa soy menos habladora, más antipática que aquí. No tengo que llevar la sonrisa por delante ni fingir que la ‘original’ pregunta que te lanzan es la primera vez que la oyes.
– Pareces enfadada con la prensa…
– Lo que sucede es que ayer lloré. Bueno, no lloré, porque me escondí. Yo hago cada mañana baile español. Me visto de cola y me junto con las compañeras. Es un ejercicio físico muy bueno y me gusta mucho. Bueno, tengo dicho a todos vosotros que no me gusta que me hagan fotos allí. Pues nada. Abro la puerta de los vestuarios y me sale uno allí, ¡chakachakachaka!, y empieza a disparar. Le mandé a la porra y me volví al vestuario hasta que se fue. Y te juro que si se publican esas fotos, que no tienen nada raro, sólo que no he dado yo mi permiso, la revista que las saque no le vuelvo yo a conceder ni entrevistas ni nada. ¡Ya está bien! Si por lo general siempre os trato bien y dedico una hora diaria, del escaso tiempo que me sobra, para vosotros, respetad un poco mi vida privada.
– Para terminar, ¿qué vas a hacer con todo ese dinero que te ha dado el anunciar café?
– Una cosa tengo segura en mi cabeza. ¡Quiero comprarme una casa para mí sola! ¡Una casa enorme! Que tenga mucho sol, poco ruido y donde pueda perderme. Al final los sueños se verán reducidos, según andan los precios, pero da lo mismo. Quiero mucho espacio para decorar y quiero… ¿sabes lo que quiero? Una de esas bañeras enormes, donde el agua hace ¡chuf, chuf, chuf! y salen burbujas a presión. ¿Verdad que suena bonito?
Nota final: si podéis, buscad el documental ‘¡Ay, Carmen!’, emitido recientemente en La 2 de TVE, aunque data del 2018. Trata «de su larga y riquísima carrera (…) y de ella misma, de su infancia, de su vocación, de sus primeros pasos en la profesión, de sus dificultades, de su forma de trabajar y de vivir y de sus descubrimientos y decepciones. Con su particular sentido del humor, seguridad e inteligencia». Un magnífico retrato, dirigido por Fernando Méndez Leite. Vale la pena.
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