Como os prometía en el capítulo anterior, este que ahora leéis está centrado en la localización de la tienda del anticuario interpretado por Rosanno Brazzi y algunas escenas más. Eso sí, será la última entrada de las cuatro que he dedicado a la maravillosa ‘Locuras de verano‘ de David Lean.
Ah… Y al final del texto añadiré un breve apunte personal que os hará entender el por qué me gusta tanto esta película, por qué Katharine Hepburn y Brazzi son portada de mi libro y, en definitiva, por qué sigo enamorado de Venecia.
Pero volvamos a la película. Cuando Jane inicia su primer paseo a pie por la ciudad, pasando por el puente del Campiello Barbaro conoce al pequeño Mauro, un crío la mar de espabilado que se convertirá más tarde en su guía. Luego se dirige hacia la Piazza San Marco pasando por el Campo San Moisé.
Jane se sienta en el Gran Caffe Chioggia de la Piazzetta San Marco, que tiene vistas al canal, frente al Palacio Ducal, y mientras mira y apunta con su cámara, ella misma es observada por un atractivo y maduro veneciano (Brazzi, precisamente), que deja de leer el periódico que tiene entre las manos para observar a la turista.
Al día siguiente, Jane, paseando, llega a un puente junto al que se encuentra una tienda de antigüedades donde descubre una hermosa copa roja de cristal de Murano (la famosa ‘Summertime’ de la que os hablé el otro día). Pero, oh, sorpresa, su propietario resulta ser el hombre que estaba detrás de ella el día anterior.
En efecto, el hombre se presenta como Renato de Rossi, que le vende la copa de cristal como si fuera un ejemplar único. Como os podéis imaginar, la tienda no existía entonces ni existe ahora, pero su situación como negocio es privilegiada: está en una esquina de acceso al popular Campo San Barnaba, la plaza de la que ya hemos hablado en ‘Indiana Jones y la última cruzada‘ y en ‘The italian job‘.
Esta localización, la segunda en importancia de ‘Locuras de verano’, es también donde se filmó la escena tragicómica más famosa del filme. Jane y el pequeño Mauro llegan juntos al Ponte y Campo San Barnaba, donde ella descubre sorprendida que está ante la misma tienda del día anterior: Antichità De Rossi.
En ese momento, Jane decide tomar unas vistas de la tienda con su cámara y, cuando da unos pasos hacia atrás para obtener un mejor encuadre, cae de espaldas al canal. Mauro que la está mirando y se huele el desenlace, acierta a coger la cámara al vuelo y evita su caída al agua.
La escena tuvo sus complicaciones ya que las aguas de los canales venecianos, a los que los vecinos solían tirar directamente la basura, eran bastante insalubres. Para paliar el problema, los responsables de la película echaron kilos de desinfectante en el punto donde la actriz iba a caer. Pese a todo, Katharine Hepburn no se pudo librar de una ligera infección ocular que la siguió molestando a lo largo de su vida.
Para no cansaros, porque seguro que conocéis la película, Jane y Renato prosiguen su relación amorosa, que David Lean filmó en escenarios como la Piazza San Marco y zonas del distrito de Cannaregio, como el famoso Ponte Chiodo, el único de Venecia que no tiene barandillas, precisamente donde Jane pierde la gardenia que él le había regalado un rato antes.
No puedo despedir esta entrada sin una referencia a Burano, la pequeña isla de las encajeras y de las casas de colores, a donde Renato invita a Jane a pasar un día y una noche. La pareja viaja hasta allí en una lancha y con un par de maletas. Y este fotograma que veis fue la imagen de portada de mi libro ‘Venecia de cine’.
Seguimos en Burano: la pareja pasea por la Fondamenta di Cavanella, deja sus maletas en una pensión y contempla una preciosa puesta de sol, tumbados en la hierba. Al fondo, recortado en el ocaso, aparece el perfil del Campanile de la Basilica di Santa Maria Assunta de Torcello, una excursión agradable si os acercáis a la más alejada e histórica de las islas de la laguna.
De vuelta a Venecia, Jane es consciente de que está a punto de acabar sus vacaciones y de que debe regresar a EEUU. Ha de despedirse de Renato y escoge el Campo de l’Abazia para hacerlo. En el puente de madera, junto a la pared de la Scuola Grande Della Misericordia, ella le anuncia que se marcha en dos horas.
Esta escena, para que veáis mi predilección por este filme, la incluí (vídeo Beta mediante) en mi cortometraje ‘Quizá no sea demasiado tarde‘, a sugerencia del gran crítico y cronista de cine Jaume Figueras. Es la película que mi protagonista, Jaume Sorribas, está viendo mientras escribe un guión. Este entrañable y generoso actor, ya fallecido, fue miembro de Els Joglars e interpretó al Encarregat del programa ‘Filiprim‘ de la televisión catalana TV-3.
El plano siguiente sitúa a la pareja muy lejos de ese punto del Cannaregio, junto al Gran Canal: en el Traghetto de Santa Maria del Giglio, donde Renato la deja ir hacia donde se supone que está la Pensione Fiorini para recoger sus maletas y marchar luego a la estación de Santa Lucia. El mismo lugar en el que, unas escenas antes, se habían despedido también, pero tras una noche de amor.
La escena final retoma el escenario del inicio, para cerrar la película de forma casi simétrica: en el tren, pero esta vez con la emoción triste de la despedida. Renato llega en el último instante y corre por el andén para intentar entregarle a Jane una gardenia, como la que cayó al canal. Y ella comprende y, enamorada, le dice adiós mientras el tren sale de la ciudad en dirección a Mestre, de vuelta a la realidad, con el entramado de vías, la laguna y Venecia, inolvidable, al fondo.
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