Fotos de la FVF y de Vicens Giménez para El País.

Cuando tienes un personaje interesante delante, muy mal periodista has de ser para que no te salga una buena entrevista. Ayer, en El País, Miguel Mora y Jesús Ruiz Mantilla retrataban a Vicki Sherpa en la casa de su amiga Benedetta Tagliabue, la arquitecta a quien habían entrevistado días atrás. Los dos reporteros habían hecho caso del consejo de la viuda de Enric Miralles: cuando salían de su estudio, les había hablado de Vicki. «Lleva 18 años en Nepal como maestra. Sus escuelas educan a 500 niños de la casta más baja: los intocables, los parias. Merece un monumento y además un donativo».
Me recordó mucho a otro misionero catalán (en el fondo no dejan de ser una versión humanista de los misioneros más comprometidos y generosos de antaño), Vicente Ferrer.
Hace 10 años, en octubre de 1995, le hice una entrevista –que se puede leer de forma íntegra En Profundidad, donde también reproduzco algunos párrafos de la de Vicki Sherpa–, cuando empezaba a ser más conocido, aunque no tanto como ahora. Estaba enfermo y acababa de ser atendido en un hospital de la parte alta de Barcelona.
Recuerdo una pregunta en la que le planteaba que su postura parecía «próxima al socialismo o al comunismo», y la frase de su respuesta: «No. Ellos se aproximan a nosotros. Sus principios contienen todos estos valores de hermandad. Aunque si el cristianismo como el budismo, por amor, no han conseguido hermanar a la humanidad, el comunismo, por la fuerza, tampoco. Por eso, hemos de volver a lo primero.»
Ambos personajes mueven a la reflexión.