No solo hay piedras, monumentos y estatuas en la ciudad de los canales. Uno de mis placeres cuando viajo a Venecia es pasear por sus jardines, disfrutar de los verdes que estallan en primavera, cobijarme bajo las copas de sus árboles en verano y pisar el manto de hojas amarillas en otoño.
¿Cómo que no hay jardines en Venecia? Le respondí así a un amigo amante de los museos y del arte escondido en las iglesias venecianas, pero muy despistado con respecto a flores, plantas y árboles. Para hacerle ver que la cosa no venía de una moda actual, le enseñé este párrafo de la extraordinaria guía escrita en los años 60 del siglo pasado por Jan Morris, que quien ya os hablé aquí.
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