El vuelo número JK 5022 que cubría la ruta de Madrid a Las Palmas de Gran Canarias ha sufrido un accidente en Madrid, a las 14.45 horas de hoy. El avión transportaba un total de 172 personas, de los cuales 162 eran pasajeros, 4 tripulantes en movimiento y 6 tripulantes de vuelo.
¡Qué desastre, Dios mío! Pobre gente… pobres familias.
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Ahora que todo el mundo vuelve de vacaciones, las compañías aéreas se apresuran a publicar anuncios en los que aseguran vender plazas a 0, 10 o 20, 40 euros… Sí, sí… algunas a CERO euros.
Claro que esto no se lo cree ya nadie, porque luego le has de añadir las tasas, impuestos y otras mandangas, con lo que un billete low cost siempre sube a 40 o 50 euros, como mínimo.
Pero bueno, las compañías insisten y nosotros picamos.
El tema me recuerda un divertido artículo de Patricia Gosálvez en El País, a mediados de agosto, titulado «Un vuelo, muchos precios«.
Recuerdo una época en que Iberia, en sus primeras ofertas de internet, indicaba los días y precios más bajos. Ahora, noooo. Ahora hay que buscar con lupa.
Como decía Gosálvez, «Comprar un billete de avión se ha convertido en un ejercicio de paciencia y destreza. La responsabilidad de buscarse la oferta es del cliente (…) y cuando al fin consigues un billete más caro y con peores condiciones de las que esperabas (de esos que despegan a las cinco de la mañana y hacen tres transbordos) resulta que la culpa es tuya porque no sabes comprar online«.
He estat pensant en l’episodi d’Aena i les ensaïmades de l’aeroport de Palma de Mallorca (es pot llegir a l’Absurd Diari del col·lega Toni Dalmau).
Va ser a l’inici d’aquesta setmana i va a ser com «ara no et deixo pujar-les a l’avió, perquè tenen líquid dintre; ara sí et deixo, perquè la crema no ho és».
Deixem-nos d’històries: aquí no estem parlant només de protegir-nos d’una amenaça terrorista, que existeix, d’acord… però aquest no és el motiu principal de la mesura.
Ja se sap que, com passa en qualsevol novel·la policíaca, per a solucionar el misteri, la qüestió és esbrinar a qui beneficia… i jo creo que la resposta és clara: als duty free dels aeroports i a l’infame servei de catering dels avions.
Vols una ampolleta d’aigua: hala, a llençar a les escombraries la qual t’havies dut de casa i a comprar una altra una vegada passat el control.
Que vols unes ampolles de bon vi dels cellers locals… Doncs et fots: a pagar el doble en les punyeteres botigues de dintre.
Així ens va.