Ahora que todo el mundo vuelve de vacaciones, las compañías aéreas se apresuran a publicar anuncios en los que aseguran vender plazas a 0, 10 o 20, 40 euros… Sí, sí… algunas a CERO euros.
Claro que esto no se lo cree ya nadie, porque luego le has de añadir las tasas, impuestos y otras mandangas, con lo que un billete low cost siempre sube a 40 o 50 euros, como mínimo.
Pero bueno, las compañías insisten y nosotros picamos.
El tema me recuerda un divertido artículo de Patricia Gosálvez en El País, a mediados de agosto, titulado «Un vuelo, muchos precios«.
Recuerdo una época en que Iberia, en sus primeras ofertas de internet, indicaba los días y precios más bajos. Ahora, noooo. Ahora hay que buscar con lupa.
Como decía Gosálvez, «Comprar un billete de avión se ha convertido en un ejercicio de paciencia y destreza. La responsabilidad de buscarse la oferta es del cliente (…) y cuando al fin consigues un billete más caro y con peores condiciones de las que esperabas (de esos que despegan a las cinco de la mañana y hacen tres transbordos) resulta que la culpa es tuya porque no sabes comprar online«.