En los últimos años se ha producido una verdadera revolución en el mundo de la fotografía. La imagen digital nos ha devuelto el placer de hacer fotos. El alto precio anterior del negativo, revelado y positivado ha quedado reducido al precio de un CD.
Pero eso no nos hace mejores fotógrafos.
Me siguen admirando hombres como Steve McCurry, de quien se publicaba un reportaje este fin de semana, en El Dominical de El Periódico, firmado por Daniel Entrialgo.
Si no les suena el nombre de McCurry, sólo les comento que se hizo famoso hace 20 años gracias a la foto de esta niña afgana, que fue portada de la prestigiosa revista National Geographic (aquí, en español).
De ello se ha hablado ya mucho, pero sólo quiero poner el acento aquí en su capacidad de captar la esencia de aquéllos a quien retrata. Una cualidad que no tenemos los aficionados que hacemos miles de fotos digitales con la esperanza de lograr una o dos que parezcan profesionales.
Es la calidad de una mirada, la del fotógrafo que sabe mirar.