Como os explicaba en la anterior entrada dedicada a ‘Venecia, la luna y tú‘, Nina (Marisa Allasio) pilla un cabreo considerable cuando ve que Rosa, uno de los ligues de Bepi (Alberto Sordi), lleva el mismo modelo de vestido rojo que le había regalado a ella. La joven envía una paloma mensajera a su antiguo pretendiente, Toni (Nino Manfredi), que aún desea casarse con ella y a quien vemos a la altura del Hotel Bauer, frente de la Basílica della Salute y la Punta de la Dogana.
Con su traje azul oscuro, Toni es el piloto de una lancha motora, lo cual le convierte en un mejor partido para Nina, aunque su empleo sea menos romántico que el de gondolero, toda una tradición en Venecia. Pero cuando Toni llega a Rialto, el pícaro Bepi ya ha hecho las paces con su novia y marcha feliz. El plano de Sordi bajando las escaleras, entre un grupo de sacerdotes con sotanas rojas, es impagable.
Bepi, don Fulgenzio y las dos turistas salen de Rialto y en uno de esos cambios de escenario sólo posible en la ficción del cine, aparecen junto a la iglesia de Santa Maria della Misericordia, al norte de la ciudad, en el sestiere de Cannaregio. Allí, el fraile desciende de la góndola y pasa junto a unos chiquillos jugando con una pelota en el Campo de la Abazia.
El viaje prosigue con Bepi y las chicas en el Rio di Palazzo, con el Puente de los Suspiros detrás (a kilómetro y medio en línea recta de la anterior localización, por cierto). Pasan bajo el Ponte della Paglia y reaparecen junto a la Pensione Amore, que regenta doña Elvira (Anna Campori). En la realidad, no existe ningún hotelito así en ese lugar, junto a la iglesia de San Geremia, a muy poca distancia de la estación de tren, en la confluencia del Gran Canal y el Canal de Cannaregio.
En los años 50, la plaza existente a los pies de la iglesia parece muy diferente de la actual. De una bonita puerta de forja entre dos columnas de piedra de tres metros de altura que aparecen en la película de Dino Risi, ahora hay un feo muro de ladrillo con una tela metálica por encima, que protege un jardín interior, propiedad de la parroquia, muy popular ya que alberga los restos de Santa Lucía de Siracusa. Un decorado y unas mesas convirtieron el lugar en la entrada de la pensión.
Tras dejar a las chicas, Bepi y su amigo Gino instalan un toldo en la góndola y flores para acudir a una procesión, mientras este último canturrea ‘Venezia, la luna… e tu!’, canción que da título al filme, con letra de Luciano Luigi Martelli y melodía de Alessandro Derewitsky. Y es que don Fulgenzio les espera en el muelle de la Basilica della Salute, junto a unos monaguillos… y también Nina y Toni, quien pone en duda la seriedad del gondolero para llegar a tiempo.
Pero es que doña Elvira, la dueña de la pensión, le ha pedido a Bepi que lleve a las dos turistas a dar otro paseo por Venecia, pese a las protestas iniciales del gondolero. Claro que, luego, enseña a remar a la más jovencita mientras recorren el Gran Canal y pasan frente a la famosa Ca d’Oro, donde un guía aprovecha para hablarles de Casanova y él intenta besar a las chicas.
Como no quiero desvelaros el enredo final, que está a la altura de la trama previa, os localizaré un último escenario: los domicilios de Bepi y Nina, cuya situación se observa cuando la joven inicia el traslado de muebles desde su casa, junto al Campo Santi Giovanni e Paolo, donde los carga, a la que compartirá con el gondolero, situada junto al puente de Calle del Bastion, sobre el Rio de la Fornace, que une las ‘fondamente’ Soranzo y Cà Balà, cerquita de la Basílica de la Salute.
Ah… y en esta película podréis descubrir a un juvenil Giuliano Gemma, luego muy popular gracias a sus apariciones en numerosos spaghetti western, aquí enfundado también en un traje de gondolero como Alberto Sordi.
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