Ya están en Amazon Prime Video tres de las cuatro temporadas de ‘The Bold Type‘, una de las series que fue toda una sorpresa hace tres años, bien calificada por la crítica y situada entre las mejores del 2017, pero de la que yo no había oído hablar hasta que… Bueno, mejor os lo cuento desde el principio, porque esta producción del canal Freeform no parece la más idónea para mi ‘target’, pero la estoy disfrutando en familia.
La cosa empezó con una charla entre amigos sobre la lista de series que le han gustado más a José López estos últimos meses y siguió con el comentario de la hija treintañera de uno de nosotros, que estaba enganchada a ‘The Bold Type’.
Lo primero que se me vino a la mente fue la palabra ‘bold’ usada en tipografía, que no es sino la ‘negrita’ de toda la vida, con la que se resaltan términos y se destacan frases y párrafos.
La chica nos explicó de qué iba la trama: la vida personal y laboral y las relaciones de tres amigas veinteañeras (‘millennials’) que viven en Nueva York y trabajan para una revista femenina ficticia de tirada mundial, llamada ‘Scarlet’.
Con cierta desconfianza no exenta de curiosidad, pensando que me iba a enfrentar a una versión renovada de ‘Sexo en Nueva York’, empecé a ver el capítulo piloto junto a la parte femenina de la familia que, reconozco, se enganchó a la serie a los pocos minutos.
La trama sigue los pasos de Jane Sloan (Katie Stevens), Kat Edison (Aisha Dee) y Sutton Brady (Meghann Fahy), aunque también se incide en la vida de la directora de la revista, Jacqueline Carlyle (Melora Hardin), una presencia notable a lo largo de la ficción.
Tiene su razón de ser: esta ‘dramedia’ (comedia dramática) está creada por Sarah Watson, la guionista de ‘Parenthood’, inspirada en la vida y carrera de la premiada periodista Joanna Coles, que fue responsable de la revista Cosmopolitan (2012-2016) y directora de contenidos de la compañía Hearts. Como curiosidad, el marido de Melora Hardin en la realidad, Gildart Jackson, encarna esporádicamente al esposo de ficción de Jacqueline.
Filmada en Toronto, Montreal y en Nueva York, la historia se inicia con las tres amigas vestidas de fiesta y a punto de gritar como locas al paso de un metro para desahogarse. Un ‘flashback’ explica que Jane acaba de pasar de ayudante de redacción a redactora de la revista; que Sutton es la secretaria de una ejecutiva que aspira a trabajar en el departamento de moda; y que Kat es la responsable de redes sociales de la publicación.
Las tres actrices principales, que también son estupendas cantantes según sus currículos, tienen 27, 26 y 30 años respectivamente. Stevens tan solo había rodado una serie previa, ‘Faking It’, mientras que la australiana Dee protagonizado algunas más, destacando en ‘Chasing Life’. Fahy, la mayor, ha pasado por Broadway y ha intervenido en papeles episódicos de diferentes series y telefilmes, con ‘One Life to Live’ como la más larga, hasta llegar a ‘The Bold Type’, donde su personaje es quizá el más complejo.
Producción de buen rollo, de esas que no dejan mal sabor de boca, en la que las tres amigas se ayudan sin competir, puede engañar de entrada: sus protagonistas son guapas y viven bien gracias a su trabajo en un entorno laboral sofisticado, pero toca todo tipo de temas, desde los problemas laborales y de desigualdad salarial, hasta las reivindicaciones feministas sin complejos (el tema del cáncer de mama está muy bien tratado) y el acoso sexual, que se desarrolla en el sensible décimo y último episodio de la primera temporada.
La sexualidad está tocada desde el punto de vista de las chicas: ellas son las que aman, mandan, dudan, toman y dejan a sus parejas. Mientras una inicialmente apocada Jane empieza una apasionada relación con un colega, Sutton mantiene un idilio en secreto con Richard Hunter (Sam Page), un abogado de la revista. A su vez, Kat conoce a Adena El-Amin (Nikohl Boosheri), una fotógrafa árabe que le plantea dudas sobre su propia identidad sexual. Que la primera sea mulata y la segunda sea musulmana y lesbiana al mismo tiempo (no recuerdo un personaje así en una serie americana) facilita (ligeras) referencias la racismo en EEUU y los problemas de los inmigrantes.
Estamos pues ante una entretenida serie que agradará a la parte femenina y más joven de las familias, y que puede hacer pensar y reflexionar a la parte masculina. Es muy entretenida, algo a tener en cuenta, pero menos superficial de lo que podría parecer… Y al estar ambientada en el mundo de la prensa (la de papel y la digital) supone un ‘bonus track’ para quienes profesamos el oficio del periodismo.
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