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El blog del periodista Txerra Cirbian

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Daniel Craig pasea por Venecia en Casino Royale

Esta noche, aprovechando que Spectre ya está en los cines, Antena 3 emite Casino Royale, la primera película con Daniel Craig como James Bond… y la última vez que 007 se paseó por Venecia.
En mi libro Venecia de cine hablo de los escenarios reales de la ciudad donde se rodó este filme. Os explicaré algunos lugares que podréis reconocer viendo las aventuras del personaje.

Para empezar, Bond, para no ser menos, entra a lo grande en la ciudad: ¡en velero! Su novia, Vesper, maneja el timón del barco, el Spirit, y deja Murano a estribor para encarar la Fondamenta Nuove por babor. El barco se desliza desde el puente de los Scalzi hacia el de puente de Rialto, en paralelo al Mercado, donde Vesper entrevé al malo de la película y prosigue en dirección al puente de la Academia a través del Gran Canal.

Inciso: ningún velero puede pasar por debajo de ningún puente veneciano, a no ser que corte, doble o abata el mástil…

Hagamos un corte, para no desvelar demasiado la trama.

Bond ha de perseguir a su chica desde el hotel donde estaban alojados hacia San Marcos. Por cierto: la de problemas que tuvieron para rodar esta escena, en pleno verano y con cientos de turistas en la famosa plaza.

007 mira a un lado y a otro de los soportales de la plaza y la cruza corriendo en busca de una sucursal bancaria: el Basel Bank.En realidad, es la Banca Commerciale Italiana, situada en la esquina noreste de la plaza y con un típico cajero automático en su interior.

Pero la chica se aleja con un maletín en la mano a través del Sotoportego del Cavalletto, subiendo las escaleras del puente homónimo. Nada ha cambiado en ese callejón, incluido un hotel de la cadena Best Western cuyo cartel anunciador puede verse perfectamente en la película.

Vesper se aleja de la zona, atraviesa el Sotoportego de le Colonne y el puente anexo y llega a las puertas de un vestusto palazzo, donde se desarrolla la escena culminante de la película, que ya no os explicaré.

Sólo os diré que el exterior del edificio tiene un parecido más que razonable con la fachada del Palazzo Pisani, sede del Conservatorio Estatal de Música Benedetto Marcello, levantado en 1876 en honor de ese compositor veneciano, contemporáneo de Antonio Vivaldi.

Si leer más cosas de esta y las 36 películas que integran el libro, podéis pasaros por la editorial Ecos o Amazon, y con sólo un clic bajará a vuestra tableta o smartphone.

Collage veneciano

Estas imágenes las tomamos hace justo un año, cuando estaba preparando el libro ‘Venecia de cine‘.
Muestran ese fenómeno tan molesto para los venecianos y los turistas que son las mareas altas extraordinarias.
En cambio, a mí me gustan…
En una de las películas del libro, la encantadora y triste a un tiempo La pequeña Venecia (Shun Li y el poeta), aparece claramente el fenómeno, que ahora os explico.
Las acqua alta son las mareas altas extraordinarias que afectan a Venecia, Chioggia y otras zonas de la laguna en algunas épocas del año, entre mediados de otoño y el inicio de la primavera.
Se considera acqua alta cuando la marea supera los 90 centímetros por encima del nivel normal. Pocas veces pasa de 120 centímetros, pero cuando ocurre provoca daños gravísimos. Con 135 centímetros, como en el 2004, se inunda el 80% de la capital.
Las autoridades avisan de la llegada del acqua alta al despuntar el alba mediante una alarma, una sirena que avisa de la crecida. Efectúan cierto número de toques en función de la altura prevista para la marea alta (100, 110, 120 centímetros y superiores).
Como solución tradicionalestán unas pasarelas de madera que permiten circular por encima del agua en las zonas inundadas. Los venecianos salen de sus casas con las botas de agua puestas y los turistas suelen optar por bolsas de plástico sobre los zapatos. Rara vez salen indemnes.

Venecia de película

Como sabéis (y si no, leer, ahí, a la derecha) acabo de publicar ‘Venecia de cine’. Desde hace décadas, soy un asiduo a esa ciudad, y desde mi infancia, a las salas de cine. Ahora, después de varios meses de preparación y escritura, el doble placer de viajar y ver cine ha tomado forma de guía alternativa, diferente, llena de detallitos para leer, rincones venecianos a visitar y filmes a revisar.

No encontraréis aquí películas de estudio falsamente ambientadas en la ciudad de los canales, sino escenarios reales donde se rodaron las producciones más famosas que podáis recordar, desde ‘Locuras de verano’, portada del libro y que ahora cumple 60 años, a ‘The tourist‘, pasando por ‘Senso’, ‘Muerte en Venecia’, ‘Moonraker’, ‘Indiana Jones y la última cruzada’, ‘Casino Royal’, ‘Retorno a Brideshead’ y muchas otras.

Todos son títulos, hasta los 36 en que finalmente he querido cerrar la lista, estrenados a partir de los años 50 del siglo pasado. Si os apetece ver cómo era esa capital italiana antes de la segunda guerra mundial, podéis echar una ojeada a ‘Venezia minore‘, un documental rodado por Francesco Pasinetti en 1940 que se encuentra en internet (en este enlace de Youtube).

Este libro es una propuesta de itinerario para descubrir qué queda en la actualidad de los escenarios mostrados en las producciones más antiguas y que hay de realidad en las imágenes que muestran los filmes más actuales. No encontraréis muchas descripciones de museos y monumentos (para eso están las guías ‘normales’, pero si os animáis a seguirla, encontraréis el placer de descubrir una Venecia de película.

Y una confesión muy personal. Locuras de verano es la película que más ha influido en mi a la hora de escribir este libro. A finales de los años 80, rodé un cortometraje en 35 milímetros titulado ‘Quizá no sea demasiado tarde‘. Era una película romántica de final desencantado en cuyo inicio incluía unas imágenes precisamente de ese filme de David Lean. Era hacia el minuto 93. Tras un día precioso y haber estado sentados en la Piazza San Marco, Katharine Hepburn le pide a Rossano Brazzi un último paseo por la ciudad y le dice que se marcha de Venecia, donde ha pasado los días más felices de su vida.

Cada vez que dejo Venecia, sigo teniendo aún más ganas de volver a ella.

Orson Welles y los libros

Todos los homenajes que se le están haciendo estos días a Orson Welles, genio y figura del cine, me ha recordado las tres paginitas que hace 20 años (sí, ¡20 años! ya) le dediqué en un librito que escribí sobre la historia del cine.
Era un pequeño libro, que me encargó el malogrado Ricardo Gil, el que fuera director de Marketing de la exhibidora Cinesa durante un montón de tiempo, coincidiendo con el centenario del séptimo arte y cuyo destino eran los niños que acudían a las salas de su empresa.
Visto con esa perspectiva, creo que el libro era útil para lo que se pretendía. Nada comparable a cualquier estudio de los colegas que se pasan meses y años para dar a luz nuevos textos sobre el cine y sus creadores.
Parir un libro no es fácil. No sé cómo se las apañan quienes escriben (y publican) tanto. Ahora mismo estoy metido en uno que empecé hace más de un año, y entre medio he acabado otro, que verá la luz dentro de unos días, de momento en formato digital, y que me ha llevado casi seis meses de trabajo intenso.
Ya os explicaré muy pronto de qué va y dónde lo podéis adquirir, si os interesara.
De momento, os dejo aquí aquellas tres páginas que le dediqué al maestro Welles.

Enid Blyton, ahora

Portada de la primera edición de la novela en inglés, publicada por Hodder & Stoughton con ilustraciones de Eileen A. Soper Portada de la primera edición de la misma novela, en castellano, de la Editorial Juventud

El día de Sant Jordi, vi por casualidad una nueva edición de ‘Los cinco‘, la famosa colección de libros de Enid Blyton.
Qué curioso, que mientras se venden como churros ‘Harry Potter‘, ‘Los juegos del hambre‘ y otras series juveniles actuales, las historias de esta mujer, escritas hace muchísimos años, siguen siendo consumidas por las nuevas generaciones de niños.
Os confieso que tengo en casa casi todas las novelas de esta autora, incluidas las que estaban destinadas, teóricamente, solo a niñas, como las gemelas de ‘Santa Clara‘, las de ‘Torres de Malory‘, e incluso las de ‘La traviesa Elizabeth‘… Pero la serie de ‘Los cinco‘ y la de ‘Misterios‘, con Fatty, Buster y compañía eran mis favoritas. Y lo siguen siendo.
Y cuando he visto que el mismo año en que acababa la segunda guerra mundial, en 1945, la autora publicó la primera edición de ‘Los cinco en el cerro del contrabandista‘, me ha dado un vuelco, porque fue el primer libro que me regalaron de Enid Blyton, yo diría que en el año 1966, por mi noveno cumpleaños. La escritora murió tan solo dos años después, en 1968.
A partir de ese título, que era el tercero de la serie, empecé a leer todos los siguientes, a medida que la Editorial Juventud los iba publicando en España.
Ya mayor, cuando vine a Barcelona a estudiar Periodismo, logré comprar el resto de obras de la escritora en librerías de viejo y en el famoso Mercado de San Antonio de los domingos por la mañana. Una delicia aún ahora, pasear entre sus puestos.
Finalmente, en 1988, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la muerte de Enid Blyton, propuse, y me dejaron, escribir un par de páginas sobre aquel mito de mi infancia. Son los dos pdfs que os dejo en este mismo texto, por si os apetece leer aquellos artículos.

No dejéis de visitar la maravillosa página web de la Enid Blyton Society, creada en 1995. Cuando escribí el artículo, en 1988, me hubiera ido genial para informarme de muchas cosas que tenías que pillabar de aquí y de allá.
Y pasaros también por la página en castellano ‘Enid Blyton en español’, donde suelen actualizar con todas las noticias sobre la autora y sus obras.

Margarita Rivière

Cuando se muere alguien conocido, yo me acuerdo de detalles en su relación conmigo. Pequeñas cosas que me vienen a la memoria de esa persona. No puede ser de otra forma. Panegíricos ya los hacen otros.
Conocí a Margarita Rivière, Margot, cuando Carlos Pérez de Rozas, profesor de Maquetación en la Universitat Autònoma de Barcelona a finales de los 70 y primeros 80, me sugirió que fuera a verla a El Periódico. Quizá fuera al inicio de mi último curso de Periodismo, en octubre de 1981.
Yo ya había pisado la redacción de El Periódico en una ocasión, en la sede que tenían en el edificio de El Noticiero Universal, en la calle de Roger de Llúria con Diputació. Pero esta vez fui a su nueva sede, en la calle del Comte d’Urgell, que también hacía esquina con Diputació.
Recuerdo que ella era entonces la jefa de Dominical y su mesa estaba a la entrada de la redacción, justo a la derecha, en uno de los ventanales que daba a Urgell.
Le pegué el rollo, que Carlos me había enviado y que quería trabajar en lo que fuera, reportajes, entrevistas, lo que se terciara.
Su primera pregunta, me dejó helado: has leído el Dominical. Glups. No. Pero le di una explicación que no se esperaba: no tenía dinero para comprar diarios; los solía leer en la Facultad de lunes a viernes, y cuando compraba alguno era El País, nuestra referencia de entonces.
No me mandó a la porra: me riñó con suave ironía y me soltó un puñado de suplementos. “Te los lees, y si tienes alguna idea de reportaje que no esté aquí, me propones un tema para hacer y probamos a ver qué tal lo haces”.
Eso quizá era un viernes. El lunes, a primera hora, le presenté una lista con unas 20 o 30 propuestas. Se rió mucho y fue tan amable de encargarme un primer reportaje: un retrato de Andorra, sobre el terreno. Fui en un Seat 850 que se calentaba, hice yo mismo las fotos, dormí en un camping y entrevisté a algunas personas, incluido un ministro andorrano.
Se lo entregué al cabo de unos días y vi cómo la brillaban los ojos con ternura. Ella no se había equivocado al encargarme el reportaje. Me abrió la puerta de acceso al diario en el que llevo trabajando desde entonces. Fue la mejor jefa que he tenido nunca.

La entrevista con Nosolocine

Y aquí va la segunda entrega, más cortita y concreta que la anterior, de la entrevista que me hizo José López Pérez para su web Nosolocine.net.

En ella hablamos de la época en que colaboré con Fotogramas, El Dominical de El Periódico y alguna pincelada más de la actualidad. Espero que os guste.

Nosolocine

José López Pérez, alma mater de la web Nosolocine.net, cinéfilo de pro y realizador del documental ‘Las 3 vidas de Pedro Burruezo‘ quiso hacerme una entrevista, aun sabiendo que estoy más bien del otro lado, de los que escuchan y no de los que hablan.


De izquierda a derecha, Carlos Mir, José López Pérez, Helena García Castaño y Oti Rodríguez Marchante, en la
celebracióndo del séptimo aniversario de www.nosolocine.net

Pero bueno. Accedí a ello y el fruto de esa conversación lo tenéis en su web, en una doble entrega (Entrevista a Txerra Cirbián, primera entrega) y también en el audio que os dejo sobre estas líneas.

Carlos Benpar

Me envía Carlos Benpar el anuncio de la octava proyección de Al final de la vida, una película documental en homenaje a su madre, Victorina Para, fallecida en 1993. Solo lo hace los días 26 de febrero.

A su nota, Benpar adjunta un texto de Àngels Piñol, publicado en el diario El País, en el 2006, que explica esa proyección insólita que realiza cada año.

«La fecha no es casual. Ese mismo día de 1964 Victorina y su hijo Carlos vieron juntos El proceso, de Orson Wells. El entonces adolescente no entendió nada pero le gustó tanto -Kafka no se prodigaba en las librerías y le enviaron un ejemplar desde Argentina- que por esa película decidió dedicarse al cine (…) Desde entonces, todos los 26 de febrero, madre e hijo tenían una cita fija con la pesadilla rodada por Wells hasta que ella murió en 1993.»

En el 2006, Benpar, «con un nudo en la garganta, se atrevió a mirar otra vez la cinta rodada con Victorina cuando él sabía que le quedaban meses de vida y montó Al final de la vida. La película es un emotivo homenaje a esa modista que enviudó muy pronto, y que, sin ser cinéfila ni futbolera, acompañó a su hijo en sus dos pasiones: el Barça y el cine. «Quiero que la película se vea una vez al año en una ciudad española, aunque sea en un centro cívico», decía Benpar a Piñol.

Este jueves, 26 de febrero, lo hace en Murcia, en la Filmoteca Regional Francisco Rabal.

Son baratos

Hace unos días, escribí en el diario lo que ahora os dejo aquí debajo.

«La estrategia de Tele 5, consensuada con la productora Zeppelin, que elabora el concurso de telerrealidad, ha vuelto a dar sus frutos: ‘Gran hermano VIP’ se colocó como líder de los espacios más vistos en la noche del jueves, con 4.343.000 espectadores de media a lo largo de tres horas y pico de programa, sin contar el resumen previo ‘GH vip express’, de algo menos de una hora, que también fue lo segundo más visto.

Y de pura estrategia se puede hablar cuando se monta un escándalo sobre el tono racista, homófobo y machista de dos concursantes, los hermanos Juan y José Salazar, más conocidos como Los Chunguitos, se proclama a los cuatro vientos su expulsión y en un plisplás, tras pedir perdón (lógico) fueron inmediatamente invitados por Jordi González, presentador del ‘reality’, a incorporarse a las tareas de comentaristas de las correrías de sus compañeros, aún en la casa.

Es evidente que Los Chunguitos querían salir de la jaula de Guadalix de la Sierra y lo han logrado. Pero sea por tesón propio o por la labor de los guionistas, sus expulsión hizo aumentar la expectación (a la que no fueron ajenos, de manera involuntaria, los medios que se hicieron eco de las quejas de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales y las Juventudes Socialistas) y la audiencia del concurso.

Naturalmente, la entrada de Paquirrín, la fiesta sorpresa a Víctor Sandoval, las peloteras entre Belén Esteban y Olvido Hormigos y el cambio de señores por criados, entre otras cosas, animaron un poco más el cotarro, pero no se puede hablar más que de estrategia de un espacio que había perdido fuelle frente a otras opciones.

Fue un nuevo triunfo para Mediaset».

Y sigue siendo una fórmula que le sale bien a Telecinco. Y barata: paga una pasta gansa a estos señores que le llenan horas y horas de televisión que mucha gente ve. Ahora el pobre Kiko Rivera ha decidido abandonar. No sabéis la pena, penita, pena que me da, por dios.

Porque, aunque nos os lo creáis, aunque a mi personalmente no me guste, ese tipo de programas son líderes de audiencia. Si no, que le tosan al resumen diario que presenta Raquel Sánchez Silva, que está barriendo al resto de competidores con un montaje, bien editado, de las tonterías que han hecho los habitantes de esa casa durante las 24 horas previas.

Vigilar a los vigilantes

El viernes, 16, estuve entrevistando para mi diario a Xapo Ortega, uno de los directores de ‘Ciutat morta‘, el documental que denuncia irregularidades en un caso ocurrido en el año 2006 y que tiene varias víctimas: un agente de la policía municipal de Barcelona, con gravísimas secuelas de un acto bárbaro y cuyo autor directo no ha sido localizado hasta la fecha; y una joven, Patricia Heras, que se suicidó en el 2011, tras haber sido involucrada en ese caso por uno o varios policías mientras estaba en el Hospital del Mar, pero sin haber participado en el mismo ni directa ni indirectamente, según varios testigos; y tres jóvenes que fueron detenidos y acusados de haber intervenido, de alguna forma, en el lanzamiento de la piedra que hirió gravemente al urbano y que se han pasado de tres a cinco años en prisión.

De lo mucho que me explicó Ortega solo voy a destacar algo que me preocupa desde hace mucho tiempo, desde que era un chaval y corría delante de los grises del franquismo, los antidisturbios de la época. Es algo que me sigue atormentando cuando veo, oigo o leo que un guardia le suelta un tortazo a un chaval que está delante por mirarle a la cara. Confío en que son casos aislados: la sociedad necesita de una policía democrática que nos defienda…

¿Cómo puede ser que un caso como el de Patri se sustente únicamente en el testimonio de uno o dos policías? ¿cómo es posible que los chicos detenidos lo fueran a pie de calle, mientras los posibles culpables estaban en la azotea del edificio (según los forenses del caso)? Habría que pedir a los compañeros de aquellos agentes que no hicieron bien su trabajo (y que ahora están precisamente cumpliendo condena), a quienes conocen quiénes golpearon a los chavales tras su detención (sus fotos de comisaría son terribles) que se dejen de corporativismo, porque de esa forma el ciudadano sabrá que no todos los urbanos, policías y mossos son iguales.

A mi la reflexión de Xapo Ortega y de su compañero, Xavier Artigas, me parece básica en todo este asunto: «¿Quién vigila a los vigilantes? ¿Dónde están los mecanismos y las garantías procesales para que una persona que presuntamente ha cometido un delito pueda defenderse frente al único testimonio de unos policías? La palabra de un policía siempre tiene más valor que la de cualquier ciudadano«.

Lamento la postración del guardia, tan dolorosa para su familia; y el irreparable suicidio de Patri. No entiendo que la justicia se siga mostrando ciega y sorda ante casos así: me aterra la posibilidad de que vuelva a repetirse una situación similar a la de estos chicos.

Deseos y esperanzas

Llega el fin de año y hay montones de cosas que valorarías a la hora de hacer balance.
Es evidente que lo político y lo social están ahí, como este vídeo de Greenpeace que resume un año de luchas medioambientales, necesarias para que nuestros hijos y nietos sigan viviendo en un planeta mejor cuando nosotros ya no estemos ensuciándolo.
Pero todo ello, la prepotencia desmesurada del PP, el aumento del deseo independentista en Catalunya, la aparición de opciones políticas como Podemos y Guanyem, ya aparecen en los periódicos e informativos.
Eso es lo ‘macro’ frente a la vida cotidiana: el dolor por la pérdida de un ser querido, una enfermedad que nos limita, el paro que nos atenaza o, si tienes la suerte de tener un empleo, el exceso de trabajo que te imponen para no ser despedido.
Pero frente a todo ello, pongamos un punto de optimismo: disfrutar del amor de quienes estimamos, recuperar la salud, conseguir un empleo, aprovechar al máximo las horas libres, compartir la esperanza en que tendremos, más pronto que tarde, una sociedad más justa…
Buen año 2015, amigos!

Críticas de cine

A raíz de la emisión en Telecinco de la película ‘Lo imposible‘, de JA Bayona (aquí tenéis mi comentario en El Periódico), el amigo Gabriel Jaraba abrió un tema sobre gustos de cine en su muro del Facebook.
Yo lo aprovecho para ahondar en el tema de la crítica de cine, porque estaría bien recordar que se trata de un género de ‘opinión’ en el que se incorporan ‘elementos informativos’.
Yo recuerdo (y sé que algunos amigos y colegas podrían empezar a apedrearme) haber ‘pateado’ con media platea del teatro Victoria Eugenia donostiarra, durante la clausura del Festival de San Sebastián de 1986… ¡la película ‘Terciopelo azul’ de David Lynch!
Tal como lo oís… Y unas semanas más tarde ganó en el Festival de Sitges.
Mientras yo me la cargaba en mi crónica de Donosti, mi compañero Àlex Barnet la elevaba a categoría de obra maestra en Sitges.
No es contradictorio: simples puntos de vista, eso sí, razonados.
Toda película merece un segundo visionado. Y más cuando sabemos el esfuerzo humano y económico que hay detrás.
Como decía J.A. Bayona cuando recibió su segundo Goya, necesitamos películas grandes, medianas y pequeñas… y apoyo de todos para sacarlas adelante.

Rodajes

Desde que era muy jovencito, me gustaba acercarme a los lugares donde había rodajes de cine y curiosear, cuando me dejaban, entre cables, focos y cámaras. Aún ahora, cuando veo a un grupo de gente rodando, me suelo acercar para preguntar. Muchas veces es publicidad, algunas, televisión, y las menos, cine.

Otro lugar que me encanta visitar son los platós. Saber que aquellas paredes de tramoya, de cartón-piedra, serán ‘de verdad’ en pantalla tiene su magia. Durante muchos años (y aún, cuando puedo) he visitado los platós donde se ruedan películas, series y programas, para hablar con quienes transforman esa apariencia en la ‘realidad’ de la ficción.

Por ejemplo, los decorados de ‘Gavilanes‘, serie que dirigía el amigo Jesús Font, representaban una gran hacienda entre olivares.

Una ruta a pie para las vacaciones

Hoy se me acaba el periodo de descanso anual que llamamos vacaciones de verano. Grrr.
Sí, amigos, da rabia, ¿verdad?

Pues nada, para quienes las empiezan o para quienes acepten una sugerencia a llevar a cabo cualquier día de descanso, podéis lleva a cabo una miniescapada al Prepirineo y realizar una etapa del Camí dels Bons Homes.

Es una caminata de varias horas (nosotros tardamos ocho) para recorrer los 24 kilómetros que separan el pueblo de Gòsol del de Bagà, al norte de la provincia de Barcelona.

Os sugiero buen calzado, bastante agua, gorra o sombrero y protección solar. A primera hora hacía fresquito y no nos sobró el jersey. Pero completada la subida e iniciado el llano y la prolongada bajada, el calor hace que sudes por todos los poros.

La ruta, con la parte trasera de Pedraforca a la derecha y la sierra del Cadí a la izquierda es muy bonita y tranquila.

La alegre ballena riojana

Se llaman Funky Whale Games y se presentan como «un grupo de desarrolladores de juegos indie» que hacen juegos para teléfonos, tabletas y gafas (las Google Glass, claro), con «un montón de ideas creativas y un verdadero amor por los juegos». Y también hacen juegos a medida.

No son de EEUU ni del Reino Unido, sino de La Rioja, aquí al lado, y presentarán estos días en el Gamelab de Barcelona (días 25, 26 y 27 de junio) Bee Invasion, un nuevo juego para las famosas gafitas. Parece muy ingenuo y sencillo, pero aplaudo la iniciativa de estos jóvenes… y os aseguro que hay muchos más como ellos.

En este enlace de Emprenderioja.es podéis encontrar una entrevista con Antonio Rabanera, uno de los tres socios de la empresa, junto con Carlos Cabezón y David Moyano.

Maruja Torres

En Diez veces siete (editorial Planeta), su último libro, Maruja Torres dice (en la página 22, si buscáis la cita) algunas cosas que cualquier periodista (y muchos otros trabajadores) suscribiríamos…, al menos los más veteranos:

«Uno, en primer lugar, trabaja donde puede, y no donde quiere. En ocasiones, si se tiene suerte, ama el lugar donde trabaja, pongamos que en un 60 o 70 por ciento. A veces se pelea con la circunstancia en la que le toca desempeñar su labor; en otras ocasiones no consigue conciliar el sueño. Se hace lo que se puede. En el mejor de los casos se lucha por hacer lo que se debe.»

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