Como no quiero alargar en exceso el artículo dedicado a ‘Locuras de verano‘ (ya os he dado la tabarra con una primera y una segunda entradas sobre ella) enfilaré este tramo final con los dos escenarios más importantes de la película y que dividiré en las dos próximas entradas: la terraza de la Pensione Fiorini y el de la tienda del anticuario donde Katharine Hepburn descubre la bonita copa roja de vidrio de Murano que recibiría el nombre de ‘summertime‘, como el filme.
Del magnífico hotelito pensado y construido por el director artístico Vincent Korda me faltaba explicaros el tercer escenario: la amplia terraza en la que se desarrolla buena parte del diálogo entre varios huéspedes y, luego, entre la dueña del hotel y Jane. Una terracita amplia, con vistas al Gran Canal y también hacia un par de pequeños puentes y un quiosco de madera de venta de periódicos, en cuyo toldo aparece el nombre de Il Gazzettino, el popular diario veneciano. Un lugar con sillas y mesas, a un par de metros por encima del nivel de la plazoleta.
Es relativamente fácil identificar el Campo San Vio como ese escenario de la película, junto al Gran Canal, encajonado entre el Rio de San Vio, el Palazzo Barbarigo (inconfundible su fachada dorada, con mosaicos de cristal de Murano) y la iglesia de Saint George, la única de culto anglicano de toda Venecia. Un puente une la calle de la Chiesa con la Piscina Forner.
Korda hizo construir una plataforma elevada entre los dos puentes de la plaza, una terraza artificial que ocupaba gran parte del Campo San Vio, pero que no se ve nunca desde el exterior, sino siempre de dentro hacia fuera. Los huéspedes se pasean por ella y cuando dejan sola a Jane, que reflexiona sobre su situación, sobre la soledad y sus futuro.
Jane mira hacia el Gran Canal, por donde entra una góndola, y la cámara muestra en panorámica las dos casas particulares situadas justo enfrente, que el viajero puede ver, pero no visitar.
El Campo San Vio alberga uno de los edificios más bonitos del Gran Canal, pero que sólo podréis ver desde la otra orilla o si vais en el vaporetto: el Palazzo Barbarigo, un palacio renacentista del siglo XVI, que destaca por el diseño de su fachada, cubierta de mosaico de cristal de Murano.
En el otro extremo de la plaza, junto al puente que une la Fondamenta Bragadin con la Fondamenta y Piscina Forner, se alza el Palazzo Cini, antigua residencia de la familia Loredan y que también fue, durante un tiempo, el hogar de Carlos de Borbón-Dos Sicilias (1870-1949), bisabuelo del actual monarca español. Ahora es la casa-museo del conde Vittorio Cini (1885-1977), industrial y ministro del último gobierno de Mussolini, que se casó con la actriz del cine mudo Lyda Borelli.
Por cierto, en la esquina de la plaza hay un buen restaurante: Al Vecio Forner, una conocida ‘osteria’ de cocina tradicional veneciana, donde tomar unas tapas o un plato de pasta. La calidad es buena y los precios, como siempre en Venecia, suelen ser altos. Tengo dudas sobre la atención al cliente, según algunas críticas en Tripadvisor.
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