Como lector asiduo de Donna Leon y de las peripecias de su personaje estrella, el comisario veneciano Guido Brunetti, no he podido dejar de leer su último libro, ‘Una historia propia’, editado por Seix Barral en castellano. Un título que me parece más apropiado en inglés: ‘Wandering through life’ (‘Vagando por la vida’).
Y digo esto (lo de ‘vagabundear’) porque, en realidad, no estamos ante un libro de memorias ni una autobiografía al uso, sino breves relatos relacionados con su vida de profesora de inglés a lo largo de más de 40 años, hasta que se estableció en Venecia en los años 80. Una ciudad en la que ha vivido hasta hace relativamente pocos años: decidió intalarse en un pueblo de la cercana Suiza.
No me parece una gran obra, la verdad. Y venderlo publicitariamente como «un libro encantador e íntimo» y «una vida extraordinaria en la que las aventuras vividas superan a todo lo que pudo imaginar», me parece una tomadura de pelo incluso para sus más fervientes admiradores, que seguramente queremos saber un poco más que un relato sobre los gatos que acuden a su puerta a comer.
Reducir sus recuerdos sobre su estancia en tres países con dictaduras, como Irán, Arabia Saudí y China, a puras anécdotas, bien escritas, pero poco más, más bien me ha defraudado. Donna Leon (casi) explica más cosas sobre esos temas en entrevistas que le han hecho diversos medios que en su propio libro. ¡Uf!
Tampoco explica demasiadas cosas sobre su vida en Venecia. Cerca de los 82 años (el 28 de septiembre), la autora norteamericana estuvo viviendo desde 1981 hasta 2016 en un apartamento de la ciudad de los canales ¿Pero qué hizo hasta debutar con su primera novela, ‘Muerte en La Fenice’, en 1992? ¿Y no hubo ni un cuento o relato previo? Y fijaros que con ‘Cosecharás tempestades’ (2023) ha entregado ya 32 títulos de la saga Brunetti. Me he quedado con las ganas de saber más.
Pero bueno. Sigo siendo lector suyo. Por eso, tras uno de mis muchos viajes a Venecia, en 2005, a raíz de una visita de Donna Leon a Barcelona, durante la cual la entrevisté, me propuse escribir un reportaje sobre los escenarios habituales de su personaje: dónde vive, trabaja, compra y toma el café.
Y, en efecto, lo publiqué en el suplemento ‘Libros’ de ‘El Periódico de Catalunya’. Curiosamente, tres años más tarde, en 2008, una amiga de la autora, Toni Sepeda (ya fallecida), publicó ‘Paseos por Venecia con Guido Brunetti’ (Seix Barral), «una guía autorizada» y prologada por la propia escritora.
Y hace nada, he descubierto que hay una empresa que ofrece un «recorrido a pie tras los pasos del comisario Brunetti», a unos precios que me han parecido desorbitados en un par de webs que ofertan una ruta de dos horas de duración: entre 77 euros (en Viator) y 143 euros (en Get Your Guide) por persona. También hay una guía particular que los organiza.
Así que, en un ejercicio de nostalgia y para evitaros ese gasto, aquí os dejo el texto (ligeramente actualizado) de aquel reportaje, titulado ‘La Venecia del comisario Brunetti‘ y subtitulado ‘Paseo por los escenarios clave de la serie policiaca de Donna Leon‘, para que podáis pasear por esos escenarios literarios, que no siempre coinciden con los mostrados en la teleserie alemana homónima.
Un piso muy céntrico en el barrio de San Polo
«Brunetti vive cerca de Campo San Polo», me explicó la escritora Donna Leon. Si uno mira un mapa de la ciudad de los canales, el barrio (sestiere) de San Polo es geográficamente el ombligo de Venecia, aunque el de San Marco sea el más turístico. Es el barrio más pequeño de la ciudad de los canales, en el que viven muchos venecianos y en el que se pueden encontrar muchos bares, restaurantes, tiendas y comercios, y el famoso mercado y puente de Rialto.
La familia de Guido Brunetti la integran su esposa Paola y sus hijos Chiara y Raffi. Su domicilio está situado en un último piso de un edificio de cuatro alturas, detalle que la autora especifica así, en la primera novela, ‘Muerte en La Fenice’ (1992): «Subió los 94 escalones hasta su apartamento del cuarto piso». Es uno de los pisos de un ‘palazzo’ cuya estructura original data del siglo XV y cuyo último nivel fue edificado ilegalmente hacia los años 50, algo descubierto por un funcionario del catastro veneciano en el título ‘Amigos en las altas esferas’ (2000). En cambio, en la serie, se ve una terraza que se asoma al Rio della Pergola, junto al Gran Canal, desde un edificio situado frente de la parada Sant’Angelo del vaporetto.
Se trata de un piso agradable de cuatro habitaciones, pero con un solo baño, con vistas sobre los tejados de la ciudad. La escritora explica que en su momento se inspiró en un piso real, propiedad de unos amigos: «La casa existe. Es fácil de encontrar. Se camina de Rialto hacia Campo San Polo y, tras superar la floristería Biancat, poco después de San Aponal, un poco más adelante, a la izquierda, hay una calle estrecha que acaba en ese edificio».
(sigue en ‘La Venecia del comisario Brunetti parte 2′)
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