La Basílica della Salute, a la entrada del Gran Canal.

Hoy no os escribo de ninguna película de cine en especial, pero sí sobre Venecia. Y más en concreto de una festividad que es muy apreciada por sus ciudadanos: la Madonna della Salute, que se celebra este lunes, 21 de noviembre.

Cuando digo que es una celebración muy apreciada lo digo por dos motivos en especial: la devoción que los venecianos sienten por la Virgen de la Salud y que permite a sus vecinos, además, tomarse unas pequeñas vacaciones.

Esto último lo descubrí gracias al primer intercambio de casas que efectué con una señora veneciana que vivía en un barrio céntrico de la ciudad, hace casi 20 años. Aunque hacía tiempo que practicaba esta forma de vacaciones, nunca lo había hecho con italianos. Y fue casi por casualidad.

Aquí, un servidor, el año 2003.

Ella, su esposo y otra pareja de amigos querían ir a Berlín, pero les convencí de que Barcelona era mucho más bonita y cálida, en todos los sentidos, que la capital alemana. Aceptaron y vinieron a mi piso del Eixample, mientras yo iba a su casa, situada no muy lejos del Mercado de Rialto, en esos días de noviembre.

También os he de decir que fue mi primer encuentro con el ‘acqua alta‘ que anega las zonas más bajas del centro de Venecia. Un par de días antes de viajar, vimos en un telediario que se estaban produciendo unas mareas altas extraordinarias que estaban inundando mucho más allá de la Piazza San Marco, incluido el barrio en el que íbamos a estar toda aquella semana.

Recuerdo haber llamado por teléfono a la señora en cuestión –y eso que una conferencia con Italia costaba una pasta en aquella época– y haberle expresado mis temores. Por alguna razón que sólo logré entender cuando estuvimos sobre el terreno, ella me dijo que estuviera tranquilo, que eso del ‘acqua alta‘ era muy normal y sólo duraba unas horas. Además, nos dejaría botas de agua en casa.

Se considera ‘acqua alta’ la marea que supera los 110 centímetros (el nivel de referencia desde 1897 está situado en la llamada zona cero mareográfica de la Punta della Dogan). Este fenómeno suele darse unas seis veces al año. Las mareas excepcionales superan los 140 centímetros e inundan el 60 % del centro histórico.

Todo esto que os explico, y luego sigo, viene al caso de la festividad de la Madonna della Salute, porque en estas fechas de noviembre suelen producirse las mayores inundaciones: las más graves se produjeron la tarde del 4 de noviembre de 1966, con una crecida de 194 centímetros, y recientemente, en la noche del 12 de noviembre de 2019, que llegó a 187 centímetros y anegó casi toda la ciudad.

Si bien estábamos un poco inquietos, cuando llegamos a la parada de San Silvestro del vaporetto, unas pasarelas nos permitieron salvar con dignidad los dos palmos de agua que cubrían el muelle. Una hija de la señora veneciana nos esperaba y nos condujo –laberinto de calles mediante– hasta el portal donde vivían sus padres.

El piso del intercambio de casas.

El piso del intercambio era un amplio ático, situado entre Rialto y Campo San Polo. Tenía, además, una preciosa altana, esas estructuras de madera superpuesta a los tejados venecianos que servía de terraza y estaba llena de plantas. No he visto otro piso similar en mis muchos viajes a Venecia y aún me acuerdo de él.

Junto a la puerta de la casa había un paragüero con un par de paraguas y tres o cuatro pares de botas de agua. Era casi la hora de cenar, estaba bastante oscuro y el nivel del agua volvía a subir hasta casi el primer escalón del portal de entrada al edificio. Decidimos calzarnos las botas y chapotear como unos niños hasta la gran, la maravillosa plaza de San Marcos. Un espectáculo increíble y con muy poquitos testigos. Noviembre es el mes con menos turistas del año en Venecia.

Al cabo de un rato, iniciamos el regreso, a veces pasando por encima de las pasarelas instaladas por todo el centro allí y callejeando sin rumbo. Pasamos por el Campo San Moisè y el puente de la calle Larga XXII Marzo y seguimos hasta el siguiente puente, el de las Ostreghe.

El puente votivo de la Salute.

Al llegar junto al lateral de la iglesia de Santa Maria del Giglio, giramos a la izquierda, hacia el agua. Y allí, al llegar junto a la orilla, descubrimos por pura casualidad el quinto puente Gran Canal. Era un puente de madera que sólo permanece abierto durante cinco días, situado a la altura del traghetto y la parada del vaporetto Giglio. La pasarela llegaba hasta San Gregorio, en la otra orilla.

Se trata del puente votivo que se instala cada año en estas fechas. Por ejemplo, en este 2022, desde el viernes, 18, hasta las siete de la mañana del martes, 22. La estructura actual tiene 80,5 metros de largo por 3,6 metros de ancho, y está formada por tres módulos y dos pasarelas de conexión, con estructura de acero y superficie de paso en madera.

Aquel día, pasamos al otro lado del Gran Canal y giramos a la izquierda hasta llegar a la magnífica Basílica di Santa Maria della Salute, la monumental obra del arquitecto Baldassare Longhena (1598-1682), que se inspiró a su vez en otro gran maestro, Andrea Palladio (1508-1580). Para poder erigir el templo se necesitaron más de un millón de postes de madera, clavados en un terreno ganado al mar.

La Basílica di Santa Maria della Salute.

Considerada una de las mejores muestras de la arquitectura barroca veneciana, la basílica fue construida a raíz de una epidemia de peste que afectó a Venecia y el norte de Italia entre los años 1629 y 1631, provocando la muerte de una cuarta parte de la población de la época. La construcción se prolongó durante más de medio siglo y finalizó en noviembre de 1687. De ahí la celebración, el día 21.

El templo tiene una estructura octogonal, sobre la que descansa la gran cúpula, con una cúpula menor y dos campanarios traseros, que se asoman al Rio Terà dei Catecumeni. La fachada principal, tapada estos días por obras de restauración, fue decorada por Tommaso Rues con estatuas de mármol de los cuatro evangelistas.

El interior es circular, con una amplia zona central de mármol policromado de más de 20 metros de diámetro y media docena de capillas menores en torno a la grande, donde se ubica el altar mayor con un icono bizantino mariano en el sagrario y un grupo escultórico de la Virgen y el Niño. Naturalmente, hay muchas obras de artistas notables, como Tiziano y Tintoretto. La basílica es una de las pocas grandes iglesias venecianas que se puede visitar de forma gratuita.

Como no podía dejar pasar el momento, también os quiero recordar que hay varias películas que usa esta basílica como una de sus localizaciones, entre ellas algunas de la que ya os he escrito, como las dos ‘Intriga en Venecia‘ (1952 y 1967), ‘Locuras de verano‘ (1955) , ‘¿Quién la ha visto morir?‘ (1972) o ‘Amenaza en la sombra‘ (1973), y también otras cintas de las que os hablaré más adelante, como ‘Venecia, la luna y tú‘ o ‘Las alas de la paloma‘.