Portadas dedicadas a Ana Obregón por Fotogramas, en 1982, 1984 y 1988.

Hubo un tiempo, hace unos 40 años, en el que compaginaba los últimos cursos de los estudios de periodismo con colaboraciones en, básicamente, dos medios de comunicación: ‘El Periódico de Catalunya’, que acabó siendo mi empresa durante casi 36 años, y ‘Fotogramas’, revista hacia la que guardo un muy grato recuerdo.

En esta última, gracias al entonces jefe de redacción, Jorge de Cominges, pude realizar reportajes sobre el mundo del cine, especialmente de rodajes de películas cuyos directores y actores me parecían dignos de admiración. Pero hubo una entrevista en particular de la que guardo un recuerdo especial porque, de entrada, el personaje no me interesaba en absoluto: Ana Obregón.

Jorge me dijo que era una buena oportunidad hacerle una entrevista en profundidad, sólo sobre cine no sobre su vida privada, a aquella joven actriz de buena familia, que se había ido a Hollywood para intervenir en algunas producciones menores y a quien empezaban a apodar ‘Antoñita la fantástica’, ya que no se sabía a ciencia cierta si lo que contaba era real o medio inventado.

Doble página de inicio de la entrevista.

Logré contactar y quedar un día con ella, también en Madrid, en los platós donde estaba filmando ‘Freddy, el croupier’, una peliculita de Álvaro Sáenz de Heredia, con Javier Elorrieta como protagonista y actores como Alejandra Grepi, Ricardo Palacios, Fernando Sancho y hasta Bigote Arrocet en el reparto.

En aquella época, como ahora, las colaboraciones se pagaban muy mal. Yo viajaba en autobús a Madrid, o en tren, si salía más barato, y me movía en metro por la capital. Llegué a los estudios justo después de comer, como habíamos quedado, pero la cita se fue retrasando por culpa del plan de rodaje.

Cuando, a eso de las nueve de la noche, Ana Obregón me propuso aplazar el encuentro al día siguiente, le expliqué que venía de fuera de Madrid y que no podía quedarme en ningún sitio. No tenía presupuesto para coger un taxi ni para ir a dormir a una pensión u hotelito (ni tampoco ganas de buscarlo a aquellas horas).

Doble página final de la entrevista.

Supongo que, bien por remordimientos o porque le di un poquito de lástima, terminó por invitarme a dormir en casa de sus padres, donde había habitaciones de sobra. Anuló una cita con un técnico del rodaje con el que se veía entonces y me invitó a tomar algo mientras hablábamos de su carrera.

A la mañana siguiente tomé el primer autobús de regreso a Barcelona y me dispuse a transcribir la grabación de nuestra entrevista. Pero, horror, algo había fallado porque la cinta magnetofónica había registrado fatal la conversación.

Desesperado, llamé por teléfono a Ana y le expliqué lo que había pasado. Fue muy amable y profesional. Me invitó a repetir la entrevista por teléfono. Las preguntas y respuestas se sucedieron con rapidez y claridad, y eso que esta vez estábamos a 600 kilómetros de distancia.

Entre las cosas de las que hablamos, hay un tema que me sigue intrigando, que es su relación con dos actores de Hollywood. Uno, Robert de Niro:

«Me puse a hablar con un tío bastante gordo, que había a mi izquierda. Y le empecé a contar en las películas que había trabajado y que iba a ir a un ‘sitio’ en Nueva York, llamado Actor’s Studio. El otro me miraba sin decir nada y cuando le dije que iba a ir a Nueva York, me dice que no dejara de llamarle, que el vivía alli. Me da su tarjeta y leo: Bob De Niro. Le miro y digo: «Pero bueno, ¿es que quieres quedarte conmigo? ¿Que tú eres Robert De Niro? Pues yo soy Isadora Duncan». Y pasó un buen rato hasta que me convencieron de que era él. Es que estaba gordísimo, porque acababa de hacer ‘Toro Salvaje’ y estaba promocionando la película. Le debí caer bien, porque dijo que me llamaría por teléfono».

Y, el otro, Tony Curtis, (1925-2010), que había estado en España el mes de abril rodando ‘Otelo (Comando negro)’, una cinta bastante ‘trash’, escrita, dirigida, producida y coprotagonizada por Max-Henri Boulois.

«(…) Por un lado está una pelicula norteamericana, que sería con Tony Curtis, y que aún se está escribiendo el guión. Se trata de una comedia ambientada en el Renacimiento español y hago de cuatro hermanas a la vez…
-¿Este papel te lo han dado por tu amistad con Tony Curtis?
-Ni mucho menos. Los productores norteamericanos no son idiotas. Si yo fuera la amante de Marlon Brando y no valiera para ser actriz, ellos no arriesgarían un duro. Yo no soy la novia de Tony Curtis, ni me voy a casar con el. Es un buen amigo y lo único que ha hecho es ofrecerme hacer unas pruebas en Los Ángeles. Las he hecho y me han contratado. Por mí misma, no por Tony. Es una película que quieren rodar en España, pero aún está todo por concretar. Después tengo un ofrecimiento de intervenir en una nueva serie de televisión, que se titularia ‘Las pícaras’, basada en las ‘Novelas ejemplares’ de Cervantes. También está un proyecto de un musical que dirigiría Joan Minguell, en Catalunya, con grandes coreografías y todo lo que es un musical de verdad, pero que aún está por concretar. Y si no sale todo esto, pues me volveré a Nueva York».

Antes de colgar el auricular, comprobé que esta vez sí que se había grabado todo correctamente. Le di mil gracias y ‘Fotogramas‘ publicó la entrevista, con la joven actriz en la portada del mes de octubre de 1982. Fue la primera de las tres o cuatro portadas que la revista le dedicó a Ana Obregón en la década de los ochenta. Ella tenía 27 años y yo, apenas 25.