Os decía ayer que habíamos llegado a Cork y nos preparábamos para dejar las maletas en un B&B, Achill Guest House.
Cuando llegamos a la casa, no había sitio para aparcar, porque era una carretera y, delante de la entrada estaba lleno de coches (dos, de empleados de Coca Cola, que debían ser familiares o amigos de la dueña de la casa).
Helena McSweeney, la propietaria, nos recibió con una sonrisa, un inglés endiabladamente rápido y una desagrable sorpresa: no habíamos confirmado la petición de reserva que habíamos realizado días antes.
Curioso: solo nos había pasado con ella. En el resto de lugares contactados no hubo problemas, bien porque así nos lo confirmaron por correo electrónico, bien porque habíamos facilitado un número de tarjeta de crédito.
Mientras yo intentaba aparcar el coche, Helena se apresuró a decir que la habitación que habíamos previsto estaba ocupada y que sólo le quedaba una a 55 euros por persona y noche. Con la cabeza poco clara y antes de llegar a poder pensar en irnos a cualquiera de las decenas de B&B que había en la zona, decidimos quedarnos.
La habitación, correcta y limpia (¡qué menos, tras haber pagado 220 euros!), ni era lujosa ni tenía jacuzzi.
El desayuno, al día siguiente, fue otra decepción. Es el problema de cuando esperas algo y te dan algo muy por debajo de tus expectativas.
El segundo y último día descubriríamos que Helena tenía una especie de carta con diferentes tipos de menús, pero ya habíamos acabado de desayunar.
Un breve resumen de todo esto lo plasmé en un comentario que dejé en Tripadvisor y que aún se puede leer en este enlace.
Volviendo al inicio, una vez que dejamos las maletas, salimos a cenar y a tomar unas cervezas. Guinness, por supuesto, pero también unas Murphys de la zona.
Un tipo me explicó en una ocasión que las Guinness de Irlanda no saben igual que las que importamos en España y que pueden beberse en algunos bares y pubs de nuestro país. Al parecer, para las cervezas destinadas a la exportacion sufren un proceso de pasteurización que les resta parte de su sabor.
Lo cierto es que una cerveza bien tirada en un pub irlandés no sabe igual que en cualquier otra parte.
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