Ah… nos pierde la fama, el deseo de ser conocidos, que el tendero de la esquina nos diga que nos ha visto en la tele o nuestra foto en un diario o una revista.
Ya no es cuestión de hacer las cosas bien hechas, sino de figurar, de ser famosos, de obtener una parcela de poder.
La Internet social, la llamada Web 2.0, nos ofrece una alternativa, la aparente democratización de la plataforma –que no es tal, porque el acceso a la red tampoco es igual para todos– a la que nosotros mismos incorporamos un altísimo porcentaje de los contenidos.
Es posible que este mismo artículo sea leído en estos momentos por más personas que gente lee un diario. El futuro de la prensa pasa por ofrecer al lector aquello que no puede encontrar en internet. Y al revés.
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