Me envía Carlos Benpar el anuncio de la octava proyección de Al final de la vida, una película documental en homenaje a su madre, Victorina Para, fallecida en 1993. Solo lo hace los días 26 de febrero.
A su nota, Benpar adjunta un texto de Àngels Piñol, publicado en el diario El País, en el 2006, que explica esa proyección insólita que realiza cada año.
«La fecha no es casual. Ese mismo día de 1964 Victorina y su hijo Carlos vieron juntos El proceso, de Orson Wells. El entonces adolescente no entendió nada pero le gustó tanto -Kafka no se prodigaba en las librerías y le enviaron un ejemplar desde Argentina- que por esa película decidió dedicarse al cine (…) Desde entonces, todos los 26 de febrero, madre e hijo tenían una cita fija con la pesadilla rodada por Wells hasta que ella murió en 1993.»
En el 2006, Benpar, «con un nudo en la garganta, se atrevió a mirar otra vez la cinta rodada con Victorina cuando él sabía que le quedaban meses de vida y montó Al final de la vida. La película es un emotivo homenaje a esa modista que enviudó muy pronto, y que, sin ser cinéfila ni futbolera, acompañó a su hijo en sus dos pasiones: el Barça y el cine. «Quiero que la película se vea una vez al año en una ciudad española, aunque sea en un centro cívico», decía Benpar a Piñol.
Este jueves, 26 de febrero, lo hace en Murcia, en la Filmoteca Regional Francisco Rabal.
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