Hace unos días, el 23 de julio, se cumplieron 25 años de la muerte de Alfonso Carlos Comín. Tenía entonces 46 años. Cristiano y comunista, Comín fue un hombre que hizo compatibles la creencia religiosa y la militancia política de izquierdas, algo que en los años del franquismo y la transición española eran irreconciliables, al menos en apariencia.
Quien escribe estas líneas conoció a Comín en un primitivo congreso de Cristianos por el Socialismo. Allí fue tomada esta foto por este mismo reportero, entonces joven e inexperto. Ahora mismo soy incapaz de fijar la fecha, aunque fue hacia 1976; el lugar, un pueblo en las cercanías de Madrid; y quienes le rodeaban. No importa mucho. El eje de la imagen, el centro de la reunión era él.
Y ahora, 25 años después, su recuerdo y su obra siguen presentes mediante la Fundación que lleva su nombre. Como sigue presente la teología de la liberación que practican hombres buenos, como lo fue Comín.