En los últimos años he vuelto a apasionarme por la fotografía.
Era una vieja afición de jovencito que nunca llegó a profesión por culpa mía, evidentemente, y de algún profesional que me quitó la ilusión en lugar de dármela.
Bueno, eso nos pasa cada día, en muchas profesiones, y la mía no es la única.
Con mi veterana Pentax ME, una réflex analógica, llegué hasta el 2004.
Yo ya tenía una Olympus compacta para pequeños viajes, pero para los grandes siempre había usado la réflex.
Y ese año tocaba Islandia. Cientos de fotos más tarde, mi presupuesto se había triplicado…
Fue entonces cuando decidí comprarme una pequeña cámara digital, una Exilim de Casio.