Recuerdo haber visitado Carnac hace 25 años, cuando se podía pasear por los caminitos de hierba que había entre los cientos de menhires alineados en el campo a lo largo de más de un kilómetro.
Como decía ayer, el lugar siempre me había hecho pensar en la cantera de Obélix, el amigo gordito de Astérix el galo.
En esta ocasión el lugar había cambiado y todo estaba más cuidado…
Tanto, que de entrada pasé de largo a la zona de Le Ménec y llegué hasta el centro del pueblo de Carnac. Mi despiste fue tal que me dirigí a la Oficina de Turismo para indagar dónde estaban los dichosos menhires.
Sorpresa. Eran las 13.50 y hasta las 14.00 horas no abrían. Se hicieron de rogar, la verdad. Había dos puertas de acceso y varios turistas esperando, pero los funcionarios de turno no levantaron el cartel de cerrado hasta pasados un par de minutos de las 2 de la tarde. Creo que es la primera vez que me ha pasado algo así en Francia. Y la joven que atendía el mostrador tampoco fue un dechado de información con respecto a las maravillas de la zona. Lástima.
Reculamos hasta la zona de los alineamientos megalíticos y comprobé, no sin cierta nostalgia, que habían vallado la zona, que ahora se podía visitar en una especie de circuito circular, pero sin pisar los caminos centrales, que eran los que antaño permitían ver y tocar los pedruscos.
Pero, como cita la entrada de la Wikipedia, esta decisión también ha permitido conservar mejor los monumentos y que la hierba vuelva a crecer allí donde las pisadas de millones de turistas la habían convertido en polvo.
«La gran afluencia de turistas ha erosionado el suelo en el que se asientan los menhires de Carnac, con el riesgo de que las piedras basculen y caigan. Ello, unido a las agresiones directas que han sufrido algunos menhires, motivó que en 1991 se levantara un cercado alrededor las zonas más deterioradas. Hoy sólo los especialistas, estudiosos y cuidadores pueden acceder a las piedras en la mayor parte del recinto.»
De todas formas, el lugar sigue teniendo un toque de misterio y de leyenda que me sigue asombrando ahora, como lo hizo hace ya un cuarto de siglo, en aquella mi primera visita.
El Centro de Monumentos Nacionales de Francia tiene una muy interesante web sobre Carnac que os permitirá descubrir más cosas de este impresionante lugar.
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