Me he cruzado con un vecino cargado de regalos y he hecho el típico comentario sobre estas fechas y la necesidad de comprar o no regalos.
Hace días que en una de las listas de discusión en la que participo con asiduidad también hemos tocado el tema con un éxito de participación inusual: ¡unas 160 intervenciones!
Cierto que el tema de las creencias religiosas, a favor y en contra, han alimentado buena parte de la polémica.
La discusión la inició Alfons Dolsa, alma mater del Museo de las Mariposas de Catalunya, con una pregunta clave: «¿Por qué hemos de gastar más en esta época del año, comprar cosas que quizá no usaremos nunca, encender más luces y tirar mucha más basura?»
La conclusión a la que he llegado es que casi todos seguimos un ritual que no nos termina de satisfacer, el de comprar regalos a fecha fija, pero que cumplimos quizá empujados por un impulso contradictorio: el consumismo que nos rodea y el hecho de intentar hacer felices a quienes nos rodean mediante un detalle más o menos útil.
Toni Dalmau, autor del Diario de lo Absurdo, lo expresaba a las mil maravillas, en su intervención: «La relación directa entre la creencia religiosa y la celebración de estas fiestas ha quedado del todo diluida, y en buen número de casos es inexistente. Se trata de un cóctel tramposo integrado por una parte de tradición, otra de relaciones sociales (básicamente familiares) y una tercera parte de fiebre consumista. Lo más jodido de todo es que costa rehusar esta poción y enviar al barman a tomar por el saco. Si lo haces, corres el riesgo de hacer sentir mal a padres, abuelos, a la gente que, en definitiva, lo ha celebrado toda la vida. Cambiar de bebida es un proceso lento…»
Y Toni añadía: «En realidad, estas fiestas son una trampa, incluso los días que no tienen una vínculo directo con la religión. ¿Por qué coño tenemos que sentirnos obligados a celebrar en familia o con los amigos la Nochevieja? ¿Por qué nos sentimos mal con nosotros mismos sólo de pensar en la posibilidad de quedarnos solos en casa esa noche? ¿Nos da miedo sentirnos solitariamente excéntricos en medio del universo? ¿Son cojonadas sentimentales?»