El nombre de Jaume Mateu Bullich (Barcelona, 1955) oculta bajo una gran narizota de payaso al gran Tortell Poltrona, uno de los fundadores de Payasos sin Fronteras.
Ayer llegó a las redacciones de los periódicos una carta sorprendente, en la que se explica el rosario de problemas que el Circ Cric, la compañía de Poltrona, ha tenido con diversos ayuntamientos catalanes a la hora de poder instalar su carpa y que les ha obligado a cancelar la gira que acababa de iniciar: «Un calvario que ha sido habitual en estos últimos cinco años, desde que en el 2002 el Circ Cric volvió a la itinerancia, un periodo en el que hemos visitado 105 poblaciones, hecho 548 representaciones y acogido a 288.805 espectadores».
De la carta, que puede leerse entera en el apartado En Profundidad de este mismo blog, se deduce también que sin la protección de la Administración, sin una adecuada promoción del circo entre las nuevas generaciones, será muy difícil la supervivencia de este tipo de espectáculos.
Y no hablo del circo tradicional, que también tiene derecho a existir, faltaría más, sino de artes escénicas, de cultura, en definitiva. Algo que la Generalitat de Catalunya reconoció con el Premio Nacional de Circo de en el 2005 a Tortell y a su compañera, Montserrat Trías (Titat Craconi), por una trayectoria intachable de 25 años de trabajo.
Por eso se entiende que en la carta de Circ Cric se diga con cierta amargura: «¡Si queréis ver circo, ir a ver el Soleil! El Circ Cric para su gira por Catalunya y vuelve a casa».
Lástima.
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