Hubo un tiempo en el que ejercí de (semiobligado) cronista gastronómico, pero lo cierto es que me gusta comer poco, pero bien. Lo primero me permitió conocer buenos cocineros y restaurantes de calidad. Lo segundo lo practico de vez en cuando, y me limito a un presupuesto que no sea excesivo.
Por ejemplo, suelo acudir a restaurantes de prestigio que mantienen un menú de mediodía a precios contenidos o incluso un menú de degustación que no supere una cierta cantidad. Pero no llego (ni quiero) pagar 100, 200 o 300 euros, que es la bestial cifra que marcan algunos locales con varias estrellas Michelin.
Cuando voy a Menorca, y más concretamente en Ciutadella, tengo mi propia lista de lugares preferidos, como el Món, el Smoix y Es Tast de na Silvia, entre otros. Dejo de lado algunos clásicos que no suelen fallar, como el Café Balear y su hermano menor, la Pizzería Roma. Pero estos días he situado en mi ‘top ten’ Rels, el restaurante del excelente cocinero Joan Bagur.
De este local , ya había hablado, y bien, en Tripadvisor, en 2017. Fue el mismo año en que recibió el premio al restaurante revelación de Menorca, otorgado por la Associació de Periodistes i Escriptors Gastronòmics de les Illes Balears. Y es que el aún joven Bagur ha pasado por los fogones del Celler de Can Roca (de los hermanos Roca) y, en Barcelona, por el Dos Cielos (de los gemelos Torres), el Rocamoo (a las órdenes de su mentor, Felip Llufriu, chef del Món) y la Cuina del DO. Ya en Ciutadella, antes de iniciar su aventura en solitario, ha cocinado en el Hotel Rural Morvedra, Ca’n Lluis, Ca’s Ferrer y Hotel Princesa Playa.
El otro día volví a comer al Rels y pude tomar unos apetitosos platos del menú de mediodía, que entre semana sale por 28€ (bebidas aparte). Una relación calidad-precio que ya me gustaría a mí que tuvieran muchos locales de Barcelona, pero no hay manera. Hubo un par de tapas de entrada (pastel de pescado y paté de campaña), antes del primer plato: un delicioso pulpo en diferentes elaboraciones.
El segundo fue una paella a base de calamar y bacalao, que podía haber sido sólo para uno, algo poco habitual en muchos restaurantes (te obligan a ser dos, como mínimo); ese arroz para uno que suele reclamar siempre mi amigo Pau Arenós. Luego hubo un postre, más sencillo. Pero todo estaba delicioso.
Y como el chef decía hace poco en su Instagram, la forma de animar el sector no son los «me gusta» que colocamos en las redes sociales, sino yendo a comer o a cenar a estos establecimientos. Es la forma de que puedan trabajar y salir adelante, al mismo tiempo que nosotros gozamos con sus platos.
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