Hace más o menos un año, la plataforma digital Netflix anunció varios proyectos de su división italiana. Uno de ellos es la serie ‘La ley de Lidia Poët’, entretenida producción con carismática protagonista femenina de carácter histórico, que se ha estrenado hace relativamente poco con buena aceptación.
Con la bella Matilda De Angelis al frente de un reparto en el que también destacan los actores Eduardo Scarpetta y Pier Luigi Pasino, esta ficción ofrece un mensaje progresista y feminista al recrear con bastante libertad e imaginación la vida de Lidia Poët, la primera mujer italiana que ejerció la abogacía.
En efecto, Lidia Poët fue un personaje real, una pionera que luchó por la emancipación femenina a caballo entre los siglos XIX y el XX: nació en 1855 en el seno de una familia adinerada, en un pueblo del Piamonte italiano, y creció en Pinerolo, un municipio cercano a la capital, Turín, donde su hermano mayor, Giovanni Enrico Poët, era abogado y dueño de un reputado bufete.
Educada en un colegio de señoritas en Suiza, donde obtuvo el título de maestra y donde aprendió inglés, alemán y francés, regresó a Pinerolo en 1877 para matricularse un año después en la Facultad de Derecho de la Universidad de Turín, donde logró licenciarse como abogada en 1881, con una tesis sobre la condición de la mujer en la sociedad italiana y el derecho femenino al voto.
Con esta base real, los guionistas Guido Iuculano y Davide Orsini han dado forma a los seis capítulos que componen la serie, dirigida por Letizia Lamartire (cuatro episodios), una joven y destacable realizadora, cuya opera prima, ‘Seremos jóvenes y bellos’ (2018), fue estrenada en la Mostra di Venezia.
La serie cuenta con otro realizador, Matteo Rovere (dos episodios), conocido en su país por ser también productor ejecutivo de filmes como ‘Lo dejo cuando quiero’ (2014) y ‘Settembre’ (2022), además de ser guionista y director de las películas ‘Veloz como el viento’ (2016) y ‘El primer rey’ (2019).
El reparto, que encabeza como os decía, Matilda de Angelis, como Lidia, lo completan Pier Luigi Pasino, en el papel de su hermano Enrico; Sara Lazzaro, como su cuñada, Teresa Barberis; Eduardo Scarpetta, como el hermano periodista de esta última, Jacopo Barberis; Dario Aita, como Andrea, el amante de la protagonista, y Francesco Biscione, como el fiscal enemigo de Lidia.
La serie mantiene una linea troncal, en la que se desarrolla la peripecia vital de Lidia Poët, desde su entrada en la abogacía hasta la defensa de su labor ante el tribunal que quiere impedir que ejerza, incluyendo las relaciones con su hermano (inicialmente tensas, porque no cree capaz a las mujeres de tener una profesión como la suya), cuñada y sobrina (para quien se convierte en modelo).
También muestra su relación con, al menos, dos supuestos amantes. En la ficción Lidia ejerce una libertad sexual muy poco habitual para la época. No es un secreto que el personaje real murió a los 93 años sin haberse casado nunca. La serie recrea también los fumaderos de opio, donde artistas y burgueses acudían a drogarse .
Y junto a esa trama que se desarrolla y recorre toda la serie, cada capítulo incluye un caso judicial en la que Lidia interviene como investigadora que ayuda a su hermano en la preparación de los casos. Se trata de casos relativamente sencillos, en los que siempre hay un inocente al que hay que defender de la policía o el fiscal que le han enjuiciado. Por alguna razón me recordó lejanamente a Enola Holmes.
Mi buen amigo José López Pérez (responsable de Nosolocine.net), más crítico que yo con esta serie italiana, añade: «Son casos bastante superficiales, que se resuelven de forma demasiado fácil y rápida». Tiene razón, seguramente debido a la brevedad de cada entrega, que se consume en un pispás. En todo caso, a mi me entretuvo un buen rato mientras que a José le aburrieron.
Así, en el primer episodio, una bailarina aparece muerta y acusan del crimen al chico que estaba enamorado de ella y que, según parecía, la acosaba. Y es la madre del sospechoso la que le pide ayuda, porque ella tiene –¡cómo no!– una tarifa más barata que la de los abogados masculinos.
En el segundo episodio, Lidia acepta defender a una anarquista acusada de asesinato. El anarquismo y sus peligros en la Italia de finales del siglo XIX aparecen también en el último capítulo, cuyo final abierto augura una segunda temporada, aunque Netflix aún no ha confirmado esa posible nueva entrega, que tiene muchas bazas a favor.
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