Truman Capote vuelve a estar de actualidad gracias a la película Capote, protagonizada por un destacable Philip Seymour Hoffman.
Para los aficionados a la lectura pero, sobre todo, para quienes aman la escritura, cualquier momento es bueno para releerle.
He encontrado en mi biblioteca una vieja edición de Anagrama –de hace unos 30 años– de Música para camaleones.
En su conocido prefacio, Capote habla de muchas cosas; él es el protagonista absoluto y así nos lo hace notar.
Casi al inicio, hay una frase ingenua y premonitoria, a la vez: «Un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida […] Al principio [escribir] fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; [esa diferencia] es sutil, pero brutal».
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