El blog del periodista Txerra Cirbian

Etiqueta: salud

El análisis

Esta mañana me ido a hacer el típico análisis de sangre.
Esperaba colas y retrasos, como suele ser habitual en los ámbitos sanitarios, públicos y privados. Cada vez más.
Me cabrea sobremanera tener cita a las 9 y que me atiendan a las 10. No sé por qué he de perder una hora de mi tiempo esperando. ¿Por qué no te citan directamente a las 10?
Falta información, explicar al paciente (y lo digo en todos los sentidos de la palabra) los motivos del retraso, porque quien lo provoca no suele darse cuenta del desasosiego que causa.
Ya, ya sé que las administraciones presionan, recortan personal y sobrecargan a los profesionales de la sanidad. Pero no admito que ante una cola de usuarios larguísima uno de estos profesionales deje sola a su compañera y se vaya a desayunar. No puede ser. Yo lo hago en mi casa antes de ir a trabajar.
Me enrollo, perdonad.
Os decía que esta mañana he ido a que me sacaran sangre.
He ido pronto, antes de las 8 de la mañana y ya había gente esperando… pero la cosa ha ido fluida.
En menos de un cuarto de hora ya estaba con la gomita apretada alrededor de mi brazo y la enfermera con la aguja a punto. Una profesional en torno a los 40 años.
He mirado para otro lado, porque soy un poco aprensivo, qué se le va a hacer. «¿Cierro la mano?», he preguntado. «No. No hace falta. Ya se lo diría si fuera necesario», me ha contestado ella.
He seguido sin mirar. No he notado la aguja, que ha entrado con una suavidad inusitada, y casi no he notado la extracción. Sublime.
No he podido dejar de decírselo. «Señora, un aplauso. Hacía mucho tiempo que no me pinchaban así».
Ella, humilde, ha respondido: «Es que no hace falta hacer daño. No es necesario». Y ha sonreído.Aquest matí he anat a fer-me el típic anàlisi de sang.
Esperava cues i retards, com sol ser habitual en els àmbits sanitaris, públics i privats. Cada vegada més.
M’emprenya molt i molt tenir cita a les 9 i que m’atenguin a les 10. No sé per què he de perdre una hora del meu temps esperant-hi. Per què no et citen directament a les 10?
Manca informació, explicar al pacient (i ho dic en tots els sentits de la paraula) els motius del retard, perquè qui ho provoca no s’en adona del desassossec que causa.
Ja, ja sé que les administracions pressionen, retallen personal i sobrecarreguen als professionals de la sanitat. Però no admeto que davant una cua d’usuaris llarguíssima un d’aquests professionals deixi sola la seva companya i es vagi a esmorzar. No pot ser. Jo ho faig a casa meva abans d’anar a treballar.
M’enrotllo, perdoneu.
Us deia que aquest matí he anat a que em traguessin sang.
Era d’hora, abans de les 8 del matí i ja hi havia gent esperant-hi… però la cosa ha anat fluïda.
En menys d’un quart d’hora ja estava amb la gometa ajustada al voltant del meu braç i la infermera amb l’agulla a punt. Una professional al voltant dels 40 anys.
He mirat a una altra banda, perquè sóc una mica aprensiu, què hi farem. «Tanco la mà?», he preguntat. «No, no cal. Ja l’hi diria si fos necessari», m’ha contestat ella.
He seguit sense mirar. No he notat l’agulla, que ha entrat amb una suavitat inusitada, i gairebé no he notat l’extracció. Sublim.
No he pogut deixar de dir-ho. «Senyora, un aplaudiment. Feia molt temps que no em punxaven així».
Ella, humil, ha respost: «És que no cal fer mal. No cal». I ha somrigut.

Andador y muletas

Un familiar de edad avanzada se cayó hace 15 días y se rompió el fémur.
La semana pasada salió del hospital y le recetaron un andador.
Cuando esté mejor, tendrá que utilizar un par de muletas; más tarde, una sola; después, un bastón, y finalmente, nada.
Para obtener todo ello, ha tenido que pedir hora al médico de cabecera, y después, al traumatólogo de la Seguridad Social.
Hoy, hemos visitado a este último y, sin ningún problema, nos ha recetado el andador y las dos muletas.
Hemos vuelto al mostrador de atención para gestionar el papel que nos permitirá comprar todo a precio reducido y, sorpresa: el programa informático de la SS ha sido incapaz de autorizar tres elementos ortopédicos a la vez.
Esperemos que lleguen a tiempo para poder ser utilizados.

Aquagym

Decía ayer que a veces uno se siente mayor. En realidad no es así: uno se siente tan joven como antes, pero el cuerpo le dice que ya no tiene 20 años.
En esa tesitura, y como algunos de los males modernos están relacionados con el trabajo con ordenadores, me he apuntado a hacer aquagym: hacer ejercicio en el agua a ritmo de la música que pone el monitor.
«¿Pero eso no es para ancianos? «, me pregunta mi amigo Joan. Pues sí. Lo practica mucha gente mayor porque al realizar ejercicios dentro del agua, hay menos lesiones.
Pero también puedo asegurar que hay muchas personas de mediana edad y algún que otro joven que lo practica. Y de todo tiop de profesiones. A la hora que lo practico, a mi lado hay una psicóloga, un compositor de música, un ingeniero, una restauradora, unos cuantos jubilados y bastantes amas de casa.
Si uno tiene dolores de espalda, contracturas y otros achaques, no hay que dudarlo: a hacer aquagym. Es sano y muy divertido.

Penitencia

Ayer, Jueves Santo, me llamó un amigo para preguntarme qué dónde andaba, que si estaba de vacaciones en el Caribe, en Egipto o en el crucero que acababa de embarrancar en Grecia.
Estuve a punto de contestar que estaba en medio de una procesión de Semana Santa en cualquier ciudad castellana.
Pero tras un ataque de tos, le tuve que decir que estaba haciendo penitencia, pero en la cama, donde estaba postrado desde el lunes. La culpa: un gripazo considerable que aún me retiene entre sábanas.
Todas estas horas de malestar general y dolores de cabeza te hacen pensar en lo bien que se está cuando uno está sano, en la poca importancia que damos a la salud cuando se disfruta de ella.

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