La fotografía es de JOAN CORTADELLAS para EL PERIÓDICO
Hace unos días, gracias a Facebook y al colega Ángel Sánchez descubrí que José Luis Martín, admirado dibujante de El Periódico y editor durante muchos años de la revista El Jueves, había rescatado a su ‘Quico el progre‘ en un divertido abuelete, ‘Quico jubilata‘.
Estuvimos charlando un par de horas y, de su amabilidad, salió esta entrevista, que publiqué precisamente en El Periódico.
Los lectores más veteranos de este diario seguro que recuerdan a Quico el progre. Fue el protagonista de la tira diaria que José Luis Martín dibujó para EL PERIÓDICO durante años y que incluso se convirtió en serie de televisión. Quico era un reflejo en clave de humor de la generación que tenía entre 20 y 30 años durante la transición y que ahora se sitúa ya entre los 60 y 70. Como Quico, ahora jubilata.
«Pero yo no estoy jubilado», rechaza Martín. «Durante 30 años he sido editor de ‘El Jueves’: eso quiere decir que he sido dibujante, pero también empresario. O sea, que me he encargado de números, de imprentas y de personal. En el 2011, cuando dejé de serlo, tenía la sensación de que había dibujado poco. Y a mí me gusta mucho dibujar, me lo he pasado estupendamente dibujando. Así que, hace cinco años, me propuse que solo haría cosas creativas: dibujar, pintar, escribir… Y he seguido como colaborador de la revista hasta el pasado mes junio [del 2016], en que me he desvinculado totalmente».
«Estaba cansado del humor de actualidad, pero tenía muchas ganas de hacer humor costumbrista, amable, divertido…»
También, «estaba muy cansado del humor de actualidad, que te obliga a seguirla» reconoce el padre de Quico y también de El Dios. «La he seguido durante muchos años por vocación profesional y personal, pero tenía muchas ganas de hacer humor costumbrista, amable, divertido…».
La desvinculación profesional, por un lado, y la libertad que le da el tener sus dos hijos ya crecidos y la economía doméstica saneada, le llevó a pensar en hacer una tira de un iaio, un abuelete: «Es que mis amigos y yo estamos en esa etapa de los 60 y pocos años, en la que ya tienes algún nieto, con unos hijos treintañeros que van agobiados todo el día, que se están haciendo un hueco en esta sociedad y que trabajan todas las horas del mundo… Seguramente como hacíamos nosotros a esa edad».
Lo dicho. Personas de entre 60 y 70 años, lectores de EL PERIÓDICO desde el primer día, en 1978, con pequeños o grandes problemas de salud, su relación con las esposas… «Todo ese mundo me parecía susceptible de convertirlo en una tira. Y un día se me encendió la bombilla. ¿Por qué no Quico, que había dejado un buen recuerdo, y había tenido muy buena difusión. Esa fue la idea».
LA VIDA DE QUICO
Pero, ¿qué le ha pasado a Quico todos estos años? «Después de dejar EL PERIÓDICO tuvo su propia empresa de publicidad. Le fue bastante bien y llegó a tener 40 o 50 empleados, en aquel momento en que la publicidad funcionaba muy bien. Los hijos se fueron haciendo mayores. Diana, la chica, le salió un poco más progre y antisistema. Mientras que su hermano, Albert, se ha hecho más del establishment, es un alto funcionario, separado y con inquietudes políticas que, como ya iremos viendo, le gusta el poder y ese tipo de cosas.Quico se divorció y se volvió a casar, hace 11 años, con María, que es una mujer que también provenía de una pequeña empresa familiar, un laboratorio. Ya está jubilada y es de ese tipo de mujeres dedicada a temas de crecimiento personal, dietas sanas, la salud, el yoga y esas cosas…»
Y nietos, naturalmente: «Diana tiene dos gemelas, Lluna y Ona. Y Albert, a Gebey, un niño adoptado. María tiene un hija de su primer marido, Alicia, una ejecutiva agresiva y madre de Pol, un adolescente, un ni-ni de los que les cuesta moverse del sofá, y al que veremos con su monopatín. Con esta familia y estos cuatro nietos puedo hacer un retrato divertido de la sociedad que me rodea, y que es lo que intenté en su día con Quico. Observar y sacar punta a la vida cotidiana», explica Martín.
«Publicaré una tira al día en internet, los días laborables, durante un año, para probar»
Y desde el 9 de enero, no para: «Publicaré una tira al día, los días laborables, durante un año, para probar. A ver si yo acabo de encontrar al personaje y si la gente lo acaba aceptando. De momento, solo en internet (Quicojubilata.com), pero con la ilusión puesta en volver al papel». Las tiras también se venden para financiar Humoristán, el museo digital del humor gráfico.
Y para acabar…
«Aquí nos gusta el humor ‘heavy’, duro»
¿Humor y corrección política? Lo que antes era tabú, ahora no lo es (monarquía, militares, religión), pero hay otros temas que sí lo son: marcas comerciales, colectivos, minorías. Es una contradicción, porque en este país nos gusta el humor heavy, el de trinchera. El de este lado quiere que machaques al de enfrente. Y se tiende a hacer un humor corrosivo.
Antes ya lo eran Perich, Ivà… Sí. Eran ácidos, corrosivos y no se caracterizaban por las buenas formas. Eran brutales. Era humor extremo. Como el del Charlie Hebdo, por ejemplo. El humor se basa en la complicidad. Tú dibujas cosas que tus lectores interpretan y comprenden. El problema es que lo que tú haces ahora, rápidamente corre por las redes y lo interpreta todo el mundo.
¿No teme al pirateo en internet? Eso es una epidemia nacional que ni siquiera está observada como problema. Es un desastre. Pero parece que eso solo lo pensamos los autores. Es una muestra más del poco aprecio que se tiene hacia el trabajo de los creadores, que para ellos no tiene ningún valor. Y los políticos no se atreven a legislar, porque les resta votos.