La reciente decisión de Facebook de rectificar –sus responsables han tenido que recular en su intento de modificar las condiciones de uso de esta red social para quedarse con los datos de los usuarios– ante el empuje de los usuarios es un aviso a navegantes: somos nosotros los que podemos, si queremos, abrir, potenciar, hacer caer o cerrar un determinado sitio en internet.
Ahora pienso, por ejemplo, en los habituales abusos que sufrimos los consumidores por parte de las compañías que nos suministran la telefonía, el gas o le electricidad, y por parte de los bancos y cajas que aumentan sin permiso las comisiones que nos cobran.
¿Y si extendiéramos esta fuerza que podemos tener a la vida cotidiana, al mundo real?