Más que unas vacaciones, las de Semana Santa son unos días de descanso entre la Navidad y las vacaciones de verdad, las de verano.
La cuestión es aprovecharlas… Hacer lo que se quiera.
Mi opción ha sido esta: dormir, desayunar, pedalear, comer, hacer la siesta, pasear, cenar, leer, dormir…
O sea, descansar y pisar lugares como el de la foto; poca tele –a quién le importa qué dicen una tal Bienvenida y su madre, a parte de los forenses de la cuadra rosa– y poco blog (el ordinador comienza a ser una grave dependencia, ja, ja, ja).
En definitiva, como decía Lo Vilot, un compañero internauta, son días para vivir.
This website uses cookies to improve your experience. We\'ll assume you\'re ok with this, but you can opt-out if you wish. Leer más
Deja una respuesta