Olvidada aquella tontería de algunos comerciantes de querer retrasar las rebajas, mira por donde que estamos metidos de lleno en ellas…
Y como siempre que llegan me asaltan unas dudas terribles sobre su misterio: ¿cómo es posible que algo que cuesta 180 euros al inicio de temporada, pase a 100 al inicio de las rebajas y a 60 al final de las mismas?
Porque estoy seguro, de que los tenderos no son tontos y que, tanto al inicio como al final, algo ganan… No van a estar trabajando por nada.
Quizá, como dice mi apreciado amigo Lo Vilot, «uno de los secretos –que no lo es– que tenemos los comerciales en el momento de aumentar precios –la primera fase– es subirlo más de la cuenta para después, una vez recibes la queja –quién compra tiene la obligación de hacerlo–, bajarlos y hacer ver que quien compra te ha ganado la partida: es el descuento, el rappel, la bonificación… Es así de sencillo y, en realidad, mucho más complicado. Pues eso es lo que pasa en las rebajas».
De ahí, la pregunta del millón: ¿Si a 100 o incluso a 60 euros el producto en cuestión se pueden ganar la vida, por qué lo venden a 180? ¿No sería más fácil poner el precio más bajo desde el inicio? Los comerciantes , venderían muchos más productos a lo largo de más meses, sin tener que rebajarlos, y los consumidores quizá compraríamos sólo lo que necesitamos.
Pero, claro, seguro que, como ironiza Lo Vilot, siempre habrá alguien que encuentre caros los 60 euros y pretenda una rebaja… ¿Será nuestro pasado árabe el que nos obliga a regatear por todo?