Esta mañana, mientras iba a votar, me he encontrado con varios amigos y conocidos.
Uno de los comentarios que más me han dirigido es sobre la portada del diario El Periódico. en la que aparece un primer plano de Fidel Castro, seguido, en una segunda página, de otros dictadores.
Si en anteriores ocasiones la primera página de este diario ha concitado la sorpresa general e, incluso, ha agradado a la mayoría, precisamente por la diferencia con respecto a otras publicaciones, hoy no ha sido así.
— «Yo no creo que esta portada tan «alegre» sea la mejor forma de animar a la gente a votar».
— «No me gusta nada. Me parece muy desagradable. He pensado que se daba la noticia de la muerte de Castro».
— «No se puede situar a Fidel al mismo nivel que los otros dictadores».
— «Si querían llamar a que la gente vaya a votar, es una portada que no invita a hacerlo».
— «Hombre, me sabe mal por ti… pero me parece más divertida la de La Vanguardia, incluso la de El País en plan Beatles que poner a Fidel enfermo en portada».
Bueno… Después del chaparrón, sólo puedo decir dos cosas.
1. En el editorial de El Periódico se dice: «Todos los dictadores que aparecen en la portada someten a sus ciudadanos y les privan del derecho a voto. Es un derecho del que hoy disfrutamos, pese a defectos del sistema que hay que corregir y debates entre políticos que sólo logran crispar y desmovilizar (…) Debemos hacer hoy más que nunca una defensa de la democracia, que pasa por el sencillo acto de ir a las urnas y votar. Más de 2.400 millones de personas no pueden hacerlo».
2. En efecto, hoy nos toca a nosotros, a los ciudadanos. Es nuestra hora. Tenemos la sartén de los votos por el mango. Podemos cocinar lo que queramos… Incluso poner un simple arroz blanco, sin etiquetas, o no cocinar, que también es nuestro derecho.
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