Hace unos días, las cadenas de televisión en abierto volvieron a emitir la película ‘The Tourist’ (1989), de Florian Henckel von Donnersmarck, con Johnny Depp y Angelina Jolie al frente del reparto. A muchos de mis amigos críticos de cine no les gusta para nada. A mí, en cambio, no sólo me divierte sino que la considero una de las cintas internacionales que mejor supo aprovechar los escenarios venecianos. Perfectos para pasear durante los días de Carnaval o San Valentín, claro.
Claro que no le fue fácil al alemán Florian Henckel von Donnersmarck lidiar con dos estrellas de Hollywood como Jolie y Depp, y menos en una Venecia donde abundaban fans y turistas de verdad filmando el rodaje (hay montones de vídeos del rodaje en internet). Pero el director de ‘La vida de los otros’ no se pudo negar a una Angelina que le había llamado personalmente para aquella nueva versión de la película francesa ‘El secreto de Anthony Zimmer’ (2005).
La trama es más bien tontorrona: Scotland Yard y los matones de un mafioso ruso buscan al antiguo administrador de este último, a quien ha pispado una fortuna; un dinero, que en realidad, es del Gobierno inglés. Para ello, todos siguen a Elise, la antigua amante del contable, la única que puede reconocerle, ya que este se ha hecho la cirugía estética. En su viaje en tren hacia Venecia, la mujer elige a Frank, un turista, con la idea de despistar a los policías británicos y a los criminales rusos.
Pero lo que me interesa del caso, ahora que los carnavales ocupan las calles venecianas, son los lugares reales que vosotros, lectores, podéis visitar pensando que Depp y Jolie estuvieron allí, empezando por la estación de tren de Santa Lucia, la popular Ferrovia. Allí, en los andenes esperan un montón de policías italianos que esperan detener a Frank, que no es (al menos en apariencia) más que un despistado profesor de matemáticas norteamericano, viudo por más señas.
Frank y Elise bajan y salen al exterior. Y mientras el primero abre el mapa para ver dónde tiene que ir, con la Ferrovia al fondo, ella ya está dentro de una motora-taxi. Le invita a subir a bordo y desde allí parten hacia San Marco. Un salto de escenario difícil de digerir, porque si están frente a la estación, el contraplano debería ser otro.
Aquí el director decidió irse nada menos que a la isla de la Giudecca para poder ofrecer la panorámica del Campanile de San Marco al fondo. Una perspectiva similar, desde los muelles de la Giudecca, muestra poco más tarde a los malos, en una motora que se acerca a la Fondamenta Zattere Allo Spirito Santo, no muy lejos del Ponte agli Incurabili.
El taxi acerca a la pareja protagonista hacia el Hotel Danieli, pero no es tal: la motora se ha adentrado en el Gran Canal y les deja frente a un edificio junto al agua que es el Palazzo Pisani Moretta, una mansión del siglo XV, restaurada hace pocos años, que se alquila para fiestas y rodajes como este.
A la hora de cenar, Elise y Frank lo hacen frente al Gran Canal. Aquí, los productores de la película obviaron los locales de verdad situados en la zona y prefirieron transformar en un restaurante al aire libre la terraza del museo de la Colección Penny Guggenheim de arte moderno. ¡Ah… Y os aseguro que no fue la primera película en hacer esta trampa!
En una de las escenas más divertidas de la película, Frank, con pijama de rayas, se despierta solo en el sofá de la gran suite que comparte con Elise y se ve sorprendido por dos matones enviados por el mafioso ruso. Se encierra en el baño y huye por una ventana. Sale del edificio, que tiene un tejado a dos aguas, y en el otro lado del canal se ve la basílica de Santa Maria della Salute y el Guggenheim.
De esta forma, el inicio de la huida por los tejados venecianos se produce no lejos del puente de la Academia, pero, por arte de birlibirloque, nuestro héroe aparece junto al puente de Rialto, a más de un kilómetro de distancia aguas arriba. Y rizando el rizo, Frank se desliza desde un tejado al interior del edificio situado precisamente sobre el mercado del pescado, justo al otro lado del Gran Canal. Cuando se asoma a una barandilla, vemos a Frank situado sobre los toldos de los puestos de fruta, sobre los que salta cuando aparecen los mafiosos.
Detenido por los ‘carabinieri’ tras haber arrojado accidentalmente al agua a un agente que patrullaba por el mercado, Frank es trasladado a una comisaría con el aspecto exterior de la Biblioteca Nazionale Marciana, edificio ubicado en la Piazetta haciendo esquina con la Plaza de San Marco y frente al Palacio Ducal.
Traicionado por el inspector que interpreta Christian de Sica, Johnny Depp es trasladado esposado en una motora que se detiene junto al pequeño muelle situado junto a las inconfundibles columnas del Campo di San Francesco della Vigna, en el barrio de Castello, donde el policía entrega a Frank a los mafiosos.
En ese momento aparece Elise en otra barca y arrastra a Frank y su bote hacia los canales que rodean la Madonna dell’Orto y la Scuola vecchia della Misericordia, ya en el barrio del Canareggio, donde Elise recoge del agua al empapado Frank, a quien acompaña al aeropuerto para que se aleje del peligro en que le ha metido.
Elise vuelve a Venecia y navega por el Gran Canal para entrar finalmente con su motora en el Arsenal, donde por primera vez da sus datos al oficial que hay en la entrada y descubrimos que es una agente especial encargada de temas de lavado de dinero. Mientras, Frank no ha cogido ningún vuelo y ha vuelto a Venecia, luce smoking blanco y con un cigarrillo en la mano atraviesa la Piazza San Marco.
Por la noche, Elise acude al baile donde le ha citado su antiguo amante, Alexander, a quien –se supone– entregará a la policía. Su motora se acerca a un edificio iluminado del Gran Canal, en cuya planta baja destacan 10 arcos y otros 18 más pequeños en la galería del primer piso. Con ese aspecto sólo puede tratarse del Fondaco dei Turchi, un palacio véneteo-bizantino que fue sede de los comerciantes turcos en la ciudad y que desde 1923 alberga el Museo di Storia Naturale di Venezia.
Elise entra en el palacete donde la sorprende la presencia de Frank, que desbarata la operación policial. Al poco, ella sale del baile persiguiendo a un falso Alexander, despistando a los agentes y llegando a un amplio apartamento donde la esperan los mafiosos. El palacete en cuestión es la casa conocida como Villa Effe en la Giudecca, con vistas al Bacino di San Marco, donde se desarrolla la parte final de la película, que no explicaremos por razones obvias.
En todo caso, la muestra de paisajes reales venecianos es mucho más amplia que las que suelen ofrecer otras producciones cinematográficas internacionales. Y es en este sentido, lo que más agradará a los viajeros que buscan los lugares donde se rodaron las diferentes escenas de este y otros filmes venecianos, que desarrollo en el libro ‘Venecia de cine‘, que podéis encontrar abajo del todo.
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