En aquesta època en que als treballadors se’ns demana que rendim més –encara més?– però que hem de treballar menys hores i que hem de conciliar la vida laboral i familiar – com dimonis es fa això?– i que naturalment cobrem menys, perquè els pobres rics, els pobres banquers i els pobres poderosos del món han de seguir sent rics i poderosos al costat dels banquers, llegeixo una frase afortunada de Federico Luppi, un home feliç en la seva professió. És clar: és actor i els actors no es jubilen mai.
Li deia fa uns dies don Federico a Vicente Verdúen una d’aquestes entrevistes que aquest veterà periodista està fent a diferents personatges a El País Semanal sobre el sentit de la vida, que «Per què cal seguir treballant?»:
Verdú: Y ahora mismo, a sus 74 años, ¿qué espera?, ¿qué le hace ilusión?
Luppi: Nací trabajando. Ahora me gustaría tener una cabaña en la montaña, me gustaría no trabajar demasiado. Los actores no tenemos jubilación, no tenemos retiros seguros.
Verdú: ¿Y hay posibilidades de cumplir su sueño?
Luppi: Lo veo un poco verde, pero, caramba, un día estábamos filmando allí en el Roncal, tuvimos que ir hasta cerca de los 2.000 metros, en los Pirineos, y hacía un frío espantoso. Le dije al director que paráramos un poco, eran las tres de la tarde, había una especie de llovizna o aguanieve, y había unos pastores que tenían una especie de cobertizo de piedra donde estaban guardando un montón de ovejas en un corral de atrás. Nos invitaron allí, había un fuego y partieron unos quesos enormes, tostaron pan. Me senté en esa cabaña comiendo pan y mirando a los Pirineos y me dije: «¿Por qué hay que seguir trabajando?».
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