El blog del periodista Txerra Cirbian

Categoría: Cinema (Página 1 de 6)

Los ‘Robots de cine’ de Jordi Ojeda

Estamos rodeados de robótica y no nos damos cuenta”, explica este conocido ingeniero catalán, experto en cómics, robótica y ciencia ficción. Aquí le entrevistamos para hablar de seres artificiales, reales e imaginarios, a raíz de la reciente publicación de su libro ‘Robots de cine. De María a Alita‘ (Diábolo Ediciones). Este texto ha sido publicado primeramente en el diario digital Catalunya Plural.

Jordi Ojeda (Barcelona, 1966) es de los pocos especialistas en ciencia ficción que sabe realmente de qué habla y escribe: es ingeniero industrial con un Máster en Producción Automatizada y Robótica por la Universitat Politècnica de Catalunya. Hace una década creó la empresa Rational Time, centrada en algo tan actual como la organización del tiempo de trabajo, que mantiene en standby. Responsable desde hace años del proyecto ‘Cómic, Ciencia y Tecnología‘, en el que usa la historieta como instrumento pedagógico y divulgativo, también es profesor del Departamento de Empresa de la Universitat de Barcelona y ha comisariado diversas exposiciones, las más populares, en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona y el Sitges-Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya.

-Usted es una rareza: ingeniero, experto en gestión del tiempo y comiquero de pro. ¿De dónde sale?
-Soy hijo de emigrantes andaluces. Mi padre era albañil y mi madre, ama de casa. Currantes que han trabajado toda la vida para que sus hijos pudieran estudiar y vivir bien. De pequeño era muy buen estudiante y un día descubrí que existía la carrera de Ingeniería Industrial, una formación que me permitía dedicarme a casi cualquier cosa.

-¿La descubrió, así, sin más?
-Me gustaba la ciencia. De pequeño decía que quería ser físico. Cuando estaba en el instituto, daba clases particulares de Matemáticas y Física a otros chicos, incluso de clases superiores, lo cual suponía una pequeña fuente de ingresos. Los profesores se enteraron y mi profe de Física, con el que con el que me llevaba muy bien, me propuso acudir a unos seminarios nocturnos que él daba en la Universidad.

-¿Y eso, con sólo 15 o 16 años?
-Sí, pero aunque me esforzaba mucho, no me enteraba de nada, porque eran temas muy avanzados: Física cuántica, Teoría de la Relatividad y similares. Un día, el profe me preguntó si me lo estaba pasando bien. Le respondí que me estaba costando mucho seguirle, pero que no se preocupara, porque me iba a esforzar, con la idea de ser físico como él. Y él, que ya empezaba a ser amigo mío, me miró y me dijo que muchas gracias, pero que él no era físico, sino ingeniero industrial.

-¡Vaya chasco!
-Sí. Casi me dejó hecho polvo. Pero me explicó bien en qué consistía la carrera y donde estudiarla, y decidí que eso era lo que quería hacer. La Ingeniería Industrial de hace 30 años te permitía formarte para muchas cosas. Allí se daban las Matemáticas más difíciles después de Exactas, la Química más difícil después de Químicas y la Física más difícil después de Físicas. Te formabas de manera más generalista y te preparabas para todo lo que vendría después: ¡yo estudié Informática con cartulinas perforadas!

-No me diga…
-Yo entré en la Universidad en 1984 y me convertí en becario de la Escuela de Ingenieros en 1987, con 20 años. Anécdota: ¡yo fui quien sacó de las cajas y montó los primeros ordenadores personales que se compraron en la Universitat Politècnica (UPC)! Ahora puede parecer ridículo, pero en aquel momento, casi nadie sabía lo que era un ordenador. Incluso organizamos visitas de profesores para enseñarles qué era un PC. Pero yo tengo correo electrónico desde 1988, uno de los primeros.

-¿Cómo entraron los robots en su vida?
-En aquella época asistí a un máster de robótica que dirigía Gabriel Ferraté, que era el rector de la UPC. Entonces era el Instituto de Cibernética, que luego cambiaría de nombre. Era todo muy novedoso, con los primeros robots, las primeras computadoras industriales… Y como yo destacaba mucho, me pidieron que coordinara el máster al año siguiente. Yo soy ingeniero, especializado en organización industrial. De ahí que me interesaran los grandes proyectos de esa parcela, la automatización en general, más que la robótica.

-¿Qué leía de pequeño?
-Soy el tercero de cuatro hermanos. Mi hermana es un año menor que yo pero mis hermanos son más mayores: cuando yo tenía 10 años, ellos ya eran unos jóvenes de 18 y 23 años. De ahí que yo crecí con los cómics y libros que leían ellos y con la música que escuchaban, nos llevaban al cine… Así que toda mi vida he visto, leído y escuchado cosas que no eran las propias de mi edad. Y de todas ellas, a mí me interesaba mucho la ciencia ficción, no sólo la tecnológica, sino la sociológica, la que reflexionaba sobre sociedades del futuro, de escritores como Aldous Huxley o H. G. Wells. Entre los 12 y los 15 años, los viernes y sábados iba de ‘caza’ por las bibliotecas de Barcelona en busca de libros raros. Si me hablaban de un libro de Isaac Asimov, por ejemplo, miraba qué otros libros había escrito y dónde los podía consultar.

-¿Y su afición por los tebeos?
-Como le decía, leía muchos cómics gracias a mis hermanos, ya que no tenía dinero para comprarlos. En especial, gracias a uno de mis hermanos, que se casó muy joven, a los 20 años. Sus suegros tenían un quiosco y durante muchos años nos pasábamos la noche del viernes al sábado leyendo todas las novedades de la semana. Eso sí, a las 6 de la mañana, volvíamos a dejar todo el material bien colocado y en perfecto estado.

-¡Qué suerte!
-Pues sí. Hasta que fui a la Universidad y ya no lo podía hacer, porque tenía que estudiar. Pero yo, con 18 años, estaba al día de todos los cómics que se publicaban y vendían en los quioscos: recuerdo en especial el primer número de la revista ‘Totem”, porque en ella salían el Corto Maltés de Hugo Pratt, la Valentina de Guido Crepax, lo mejor de Moebius… ¡Espectacular! ¡Y yo sólo tenía 11 años!

-Leía gratis, pero no tenía tebeos propios…
-No. Hasta que empecé a trabajar de ingeniero y pude comprar mis propios cómics e ir haciendo mi biblioteca. Pero esas lecturas me ayudaron a tener una cultura de la que aún ahora me aprovecho. Cuando acabé la carrera, en 1990, entré a trabajar en el Institut Català de Tecnologia y me empecé a encargar especialmente de proyectos de formación y divulgación. Me interesaba cómo podía explicar mejor la ciencia para que la sociedad la entendiera mejor. Y en 1997 surgió el proyecto ‘Cómic, ciencia y tecnología’, es decir, divulgar la ciencia y la tecnología utilizando como instrumento pedagógico las historietas.

-¿Qué pensaban sus jefes?
-En aquel momento, nadie tenía ni idea de lo que estaba haciendo, porque hubieran pensado que me pasaba todo el día leyendo ‘Mortadelo y Filemón’. De los 22 años que llevo en este proyecto, salvo mi familia y amigos, hace sólo siete u ocho años que lo saben mis jefes; cuando empecé a salir en la prensa, la radio y la tele.

-¿Y le han ayudado?
-Siempre me he buscado la vida. En la UPC ha habido gente que me ha ayudado y jefes que me han puesto todas las trabas del mundo, porque no saben ni qué son los cómics ni entendían la importancia de que pudieras cautivar y animar a estudiar carreras científicas a la gente joven a partir de la lectura de los cómics. Fíjate que, en los años 60, en plena guerra fría, el Gobierno de EEUU pidió a las editoriales que introdujeran motivos científicos y tecnológicos en las historietas, sobre todo en los de superhéroes. Este fue uno de los motivos por los que Stan Lee desarrolló en Marvel personajes que eran científicos. Así, Reed Richards, el líder de los Cuatro Fantásticos, es un científico; Spiderman es estudiante de Química; IronMan es ingeniero… Cuando lees que Hulk era un físico que investigaba los rayos gamma, te interesa saber qué son.

-Pura miopía de esos jefes suyos…
-Es no ver que la cultura popular, como son los cómics, enfocados a cualquier edad, pero especialmente a los jóvenes, puede ayudar no sólo a que estudien ciencias, sino simplemente para adquirir el hábito de la lectura. Yo corrijo muchos exámenes y veo que la gente no sabe leer, no sabe escribir, no sabe expresarse. Tienen problemas de compresión lectora.

-¿Y usted cree que la historieta puede ayudar?
-Para mí, el cómic tiene cuatro usos: como una lectura, un libro de texto, temático, histórico, genérico; como recurso pedagógico, que te ayuda a explicar una lección; como plataforma para estudiar otras disciplinas artísticas, y como herramienta de comunicación, porque un dibujo te permite transmitir o expresar emociones o sentimientos.

-Volvamos al proyecto ‘Cómic, ciencia y tecnología’.
-Surgió en 1996 tras una charla sobre el tema a cargo de Francesc Solé Parellada, un catedrático de Economía que es un gran amante y coleccionista de cómics, a la que únicamente asistí yo. Solé, que había sido profesor mío, me invitó a ir a su casa para enseñarme los cómics que tenía. Fui a su casa y aluciné con su colección. ¡Brutal! Yo le propuse hacer un libro entre ambos con toda aquella documentación.

-No recuerdo un libro suyo así…
-No, no, espera. Como aquello era un trabajo colosal (íbamos con fotocopias, no había ordenadores), le propuse a Solé cambiar el proyecto de libro por algo más sencillo, como una exposición. Y podíamos convencer a algunas instituciones para que nos ayudaran, como el Col·legi d’Enginyers Industrials, la UPC y el Institut Català de Tecnologia. Y en 1997 expusimos en la UPC, en la que sería la última muestra exhibida en su sala de exposiciones.

-¡De esa exposición sí que me acuerdo!
-Sí, porque al año siguiente, en 1998, estuvo en el Salón del Cómic, y viajó a siete u ocho sitios más de Catalunya, casi siempre acompañada de una conferencia que daba yo. Y después, estuvo en Pamplona, Logroño, Madrid, Castellón, Valencia… 25 lugares diferentes hasta el año 2006 o 2007.

-También ha organizado otras muestras…
-Cuando llevamos la expo a Cantabria, en 2006, entre los asistentes se encontraba el responsable de cultura del Puerto de Santander, y nos propuso un proyecto en el que explicáramos la contribución de los puertos al desarrollo histórico, económico y sociológico de los territorios y ciudades donde había. Y este sería el germen de ‘Cómics a puerto’ y ‘Faros de papel’. Del 2007 al 2011 me dediqué a este proyecto, del que salieron exposiciones, libros, conferencias, artículos, congresos.

-Y luego llegaron los robots…
-En el 2011, Carles Santamaría, director del Salón Internacional del Cómic de Barcelona, me pidió organizar una gran exposición central sobre los robots en el mundo del cómic, que se acabaría titulando ‘Robots en su tinta‘. Acepté con la condición de que el marco no fuera únicamente la historieta, porque los robots en la ficción surgen especialmente de la literatura y se han hecho muy populares en el cine y la televisión, pero son residuales en el cómic. Estuve trabajando en ello todo un año y la exposición se inauguró en la edición 30ª del salón, en el 2012, año que superó por primera vez los 100.000 asistentes. Fue un espectáculo, la mayor exposición sobre robótica que se había hecho en España hasta ese momento.

-Y fue el germen de más exposiciones sobre robots.
-Sí, a raíz de ‘Robots en su tinta’, realicé la exposición ‘Robots de película: de María a Eva’. Ambas son el germen de mi libro, junto a una tercera, pendiente de montaje, que se exhibirá en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT) de Alcobendas (Madrid) a lo largo de 2020. Es un proyecto que inicié en el 2017, pero que tiene ocho años de investigación y trabajo detrás, desde el 2011. Y que, al retrasarse su puesta en marcha, me ha permitido trasladar el trabajo de investigación realizado a este libro.

-¿Todo sobre robots?
-En realidad, sobre el ser artificial. No me podía referir solo a robots como R2D2 y C3PO, de ‘La guerra de las galaxias’, sino que tenía que hablar del tema de forma global. Por ello, empiezo por los autómatas del siglo XVIII y la literatura de ciencia ficción y seres artificiales del siglo XIX (la palabra androide se inventa en una novela francesa). Ya en el siglo XX paso por el teatro, donde se inventó la palabra robot (aunque referida al ‘trabajo esclavo’) en una obra de Karel Capek, en 1921, y el cine, con la María de ‘Metrópolis’, así como la literatura de Isaac Asimov. Hasta los años 80 hablo de robótica de forma cronológica, pero después hablo también de cíborgs, exoesqueletos, drones, la realidad aumentada…

-¿Para usted, cuál es ese primer ser artificial?
-El que marca el inicio de la ciencia ficción moderna es la criatura de Frankenstein en 1818, el primer robot biológico, porque tal y como aparece en la novela de Mary Shelley, se crea a partir de trozos de varios cadáveres. Fíjate que en ‘Avatar’ (2009), una película tan interesante como taquillera, los cuerpo azules de los na’vi que usan los protagonistas no dejan de ser unas fundas con el cerebro de esos humanos. En el fondo, son robots biológicos.

-¿Están todas las películas del género?
-No. El libro no es completista, sino que destaco las películas que yo creo que son interesantes para el lector con una serie de salvedades: no salen muchos títulos orientales ni de animación porque es probable que escriba una segunda parte sobre el cine asiático y el anime japonés. Como no se trata de un encargo, utilizo un lenguaje divulgativo para todos los públicos. Y lo he dividido en muchos capítulos para facilitar su lectura y consulta posterior.

-En el libro hay títulos buenos y otros, más regulares.
-Es que no hago crítica de cine, sino que hablo de robots de película. Podría estar todo un día hablando de ‘2001’ (de hecho, el año pasado impartí un curso de 20 horas sobre esta película de Kubrick), pero en el libro sólo hablo de HAL.

-El prólogo lo firma Kike Maíllo, el director de las películas ‘Eva’ y ‘Toro’.
-Cuando Kike estaba a punto de estrenar ‘Eva’ en el Festival de Sitges del 2011, yo era jurado en aquella edición. Nos conocemos y hemos ido coincidiendo en diferentes conferencias y presentaciones. Le comenté lo del libro, le envié el texto y me dijo que le había gustado mucho y que no tenía ningún problema en escribir el prólogo. Que lo haya hecho le da una pátina de calidad, de que haya confiado en mi. También fue importante para el editor y para la promoción del libro, claro.

-¿Podemos sacar alguna conclusión de su libro?
-Que cada vez más estamos rodeados de robótica y no nos damos cuenta. Mira tu móvil: funciona con inteligencia artificial. Por eso, este no es solo un libro sobre robots en el cine, sino una reflexión sobre tecnología y el concepto de criatura artificial. Todo nuestro entorno, hasta nuestro ocio, tiene relación con la robótica. Es fácil imaginar que dentro de unos años podamos hacer una réplica de nuestro cerebro y tener una copia de seguridad en internet. O podríamos tener una impresión en 3D de nuestro cuerpo, una funda, como en ‘Avatar’. Pues quizá esto ocurra dentro de 20, 50 o 100 años. Y todo esto, en la ficción, ya lo ha plasmado alguien de alguna manera, como Richard K. Morgan, en ‘Altered Carbon’ (2002) y que Netflix ha convertido en serie (2018).

Miquel Porter i Moix, historia del cine catalán


Miquel Porter i Moix
Un documental del Canal 33 coproducido por TV-3 analiza la vida y trayectoria de Miquel Porter i Moix, figura clave de la cultura catalana del último tercio del siglo XX, uno de los fundadores de la Nova Cançó y de Els Setze Jutges, así como gran estudioso y divulgador del cine catalán.

Miquel Porter i Moix (1930-2004) fue uno de los primeros catedráticos de Historia del Cine de la Universidad española, propició la creación de la Filmoteca de Catalunya e inspiró el nacimiento de la notable escuela de cine ESCAC. La película ‘Miquel Porter i Moix: La república de la llibertat i el bon humor’, que el Canal 33 emite el sábado, día 1 (22.15 horas), está dirigida por Anastasi Rinos, un notable montador de Bigas Luna, Francesc Bellmunt, J.A. Salgot, Simó Fàbregas, Antonio Chavarrías, Eduard Cortés, Jesús Garay y otros conocidos realizadores catalanes.

“Por desgracia, pese a su importancia, Miquel Porter i Moix es un personaje poco conocido. Y no solo por la gente joven, sino también por muchas personas no tan jóvenes”, explica el director del documental. De ahí, que el filme se abra con estas palabras: “La historia está llena de hechos y personajes que dejan huella. Algunos, como los cimientos de un edificio, quedan soterrados. Pero saber quiénes son es saber quiénes somos”.

La familia de Miquel Porter ha estado directamente implicada en el proyecto, ya que fue la que contactó con el conocido productor Paco Poch y este, a su vez, quien fichó a Rinos. “Yo estaba en pleno montaje de un trabajo anterior, ‘Ana María Moix. Passió per la paraula‘ cuando Poch me explicó la idea. Con la colaboración de dos nietos de Porter i Moix, Tariq Porter, como coguionista y ayudante de dirección, y de Manuela Porter, como narradora, voz en off e hilo conductor de la película, el documental intenta explicar quién es este polifacético personaje.

Lluis Llach, en el documental.

“Miquel Porter era un optimista hiperactivo en diversas áreas. En el mundo de la escena catalana, inventando nuevas fórmulas teatrales, como fue el teatro vivo, el de improvisación. En el de la música, Creó, junto con otra gente [Remei Margarit, Josep Maria Espinàs, Lluís Serraïma] el grupo de Els Setze Jutges e impulsó la Nova Cançó”, añade Rinos. Y de ello hablan en el documental el citado Espinàs, Martí Llauradó, Quico Pi de la Serra i Lluís Llach. “Porter se convirtió en cantante sin serlo o en actor, sin serlo. Simplemente lo hacía”.

Uno de los grandes valores de este audiovisual es contar con una larga lista de personajes que hablan de Miquel Porter desde las diferentes áreas, desde sus inicios como librero en la librería familiar de su padre, la Llibreria Porter; su pasión por el cineclubismo y el coleccionismo cinematográfico, cuyos materiales pasarían a formar parte de la Filmoteca de Catalunya, de la que fue artífice. La productora Isona Passola, presidenta de la Academia del Cine Catalán, los directores Agustí Villaronga y Rosa Vergés, y la historiadora Palmira González son testimonios de su pasión por el cine.

“Porter era un estudioso del cine, un historiador. Y un experto como pocos del cine soviético”, comenta el director del documental. Y Vergés, por ejemplo, recuerda siempre las proyecciones de ‘El acorazado Potemkin’ en la facultad. “Era un gran maestro –añade Rinos, que le recuerda como profesor suyo en la Escuela Aixelà, junto con Pere Portabella y Romà Gubern.

“Creó en la Universitat de Barcelona la cátedra de Historia del Cine, dentro de Historia del Arte, una asignatura que existía en muy pocas universidades españolas”. Esa pasión por la docencia, que había ejercido antes y ya más tarde en la Universitat Catalana d’Estiu, le llevaría a contactar con Josep Maixenchs, a quien ayudaría a fundar las bases de lo que finalmente sería la ESCAC, la prestigiosa  Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya.

Fue en una época en la que Porter, hombre inquieto, de izquierdas y catalanista, también aportó su granito de arena en la política catalana: fue jefe del Servei de Cinematografia de la Generalitat de Catalunya entre 1977 y 1986, e incluso fue diputado por Esquerra Republicana de Catalunya (de 1982 a 1984). Vicenç Altaió, Miquel de Palol, Josep Lluís Carod-Rovira y hasta 35 personajes hablan de todas las múltiples facetas del personaje.

Y en el tramo final, aparece el Miquel Porter más cercano e íntimo, gracias a la presencia de buena parte de su familia, en especial su hermana Maria y sus seis hijos, quienes hablan de la madre y de la vida cotidiana del matrimonio. Un colofón emotivo para un documental necesario.

Una Colombia diferente

TRAILER JERICO from COMPACTO.coop on Vimeo.

Tengo algunos amigos colombianos, como el escritor Mauricio Bernal, uno de los mejores periodistas de El Periódico, que me hacen recordar que Colombia es mucho más que ‘Narcos’ (realidad, películas y Netflix).
Un ejemplo es este premiado documental de Catalina Mesa, que no encuentra acomodo para ser visto en nuestras pantallas.
Una pena. De ahí, que Aritz Cirbián y su equipo de Compacto, junto con Verkami, se hayan propuesto ofrecer a quien desee verlo hacer una microaportación.
Viene a ser como pagar la entrada o el DVD por anticipado para disfrutar la película después, al tiempo que echas una mano a sus autores. O como ellos lo explican mejor:
«Colaborando con el proyecto no sólo nos ayudas a volar más lejos y poder exhibir esta joya documental, también puedes conseguir un buen número de recompensas y ayudar a la comunidad local de Jericó».

10 películas que deberías ver sobre Venecia

Aquí tenéis mis diez películas imprescindibles que deberíais ver antes de visitar Venecia o después de haberlo hecho, si antes no tuvisteis tiempo.
Recordad que todas las anécdotas y lugares los podéis encontrar en mi libro ‘Venecia de cine‘.

1. ‘Senso‘ (1954), el melodrama de Lucino Visconti, con Alida Valli y Farley Granger.
2. ‘Locuras de verano‘ (1955), la comedia romántica de David Lean, con Katharine Hepburn y Rossano Brazzi.
3. ‘Anónimo veneciano‘ (1970), el drama romántico de Enrico Maria Salerno, con Tony Musante y Florinda Bolkan.
4. ‘Muerte en Venecia‘ (1971), el drama homosexual de Lucino Visconti, con Dirk Bogarde.
5. ‘Amenaza en la sombra‘ (1973), el terror psicológico de Nicolas Roeg, con Donald Sutherland y Julie Christie.
6. ‘Moonraker‘ (1979), las aventuras de James Bond en góndola, de Lewis Gilbert, con Roger Moore y Lois Chiles (o ‘Casino Royale‘, si prefieren otro 007)
7. ‘El placer de los extraños‘ (1990), el drama psicológico de Paul Schrader, con Rupert Everett y Natasha Richardson.
8. ‘Todos dicen I love you‘ (1996), el humor del tímido de Woody Allen en pos de la bella Julia Roberts, corriendo por la ciudad.
9. ‘Pan y tulipanes‘ (1999), la magia cotidiana de Silvio Soldini, con la maravillosa Licia Maglieta y el ajustado Bruno Ganz.
10. ‘The tourist‘ (2010), de Florian Henckel von Donnersmarck, la última de las grandes superproducciones rodada casi íntegramente en la ciudad italiana, con Johnny Depp y Angelina Jolie paseando por sus canales.

El documental de creación

El martes 24 acudí a una mesa redonda sobre Las fronteras del documental, en la sede de la Filmoteca de Catalunya. Los ponentes eran muy interesantes: Mercedes Álvarez, Neus Ballús, Carles Bosch y Albert Solé, con Jordi Balló como moderador. Este último es el impulsor del Máster en Documental de Creación de la Universitat Pompeu Fabra.
El coloquio se enmarcaba en unas jornadas que la Filmoteca catalana dedica a Joaquim Jordà, fallecido hace 10 años.

En el debate se vio pronto la existencia de dos corrientes básicas: una, procedente de una base periodística, a la que pertenecen tanto Bosch como Solé, y otra, más experimental, más cercana a la realidad ficcionada o ficción con base documental, defendida por Álvarez y Ballús.

Sus propios trabajos evidencian esas diferencias: mientras el primero procede del reporterismo televisivo y es el autor de la excelente ‘Balseros‘, candidata al Goya y al Oscar, y el segundo recuperó la figura del gran Jordi Solé Tura, su padre, en ‘Bucarest, la memoria perdida‘, que ganó el Goya y el Gaudí, en el 2009; Ballús ganó el Gaudí con ‘La plaga‘, y Álvarez, varios premios con ‘El cielo gira‘.

Los cuatro invitados se mostraron totalmente diferentes entre sí. Así, Solé incidía, y mucho en que escribe, produce y rueda con la idea del público en la cabeza.
A su vez, Ballús apostaba por el atrevimiento formal y explicó cómo su filme, ‘La plaga’, fue mejor aceptado como ficción en numerosos festivales normales que en certámenes específicamente dedicados al documental.

Bosch se mostró ligeramente ofendido por el hecho de que sus documentales no entren en la categoría de «creación» para Balló y la UPF: «Nosotros nos hemos partido el coco en ser creativos. Puedo seguir siendo periodista y creativo», afirmó. E incidió en la falta de libertad actual: «Éramos mas libres en 1984, cuando hacíamos el 30 minuts en TV-3, que ahora».
Balló se defendió alabando la ruptura creativa que supuso, por ejemplo, el reportaje en primera persona que Carles Bosch realizó en Checoslovaquia, justo durante la caída del Muro de Berlín.
Mercedes Alvarez quiso alejar el documental-reportaje del de creación: «Una cosa es la información y otra el cine; este aporta otra concepción, transmite emociones; hay una secuenciación. Los cambios, en el cine, provienen desde el lado artesanal, de la experimentación», afirmó. «Es la necesidad de libertad de discurso, de estar en la frontera, de romper con la forma».

Evidentemente, películas que han marcado hitos del documental de autor (he aquí una denominación quizá mejor que la de creación) como ‘El sol del membrillo’, de Víctor Erice; ‘Innisfree’, de José Luis Guerín, y ‘Monas como la Becky’, del añorado Joaquim Jordà fueron ampliamente citados.
Un respetuoso debate que, lógicamente, no se acabó al finalizar el coloquio.

Aritz, en ‘Variety’

Me llega un mensajito desde Cannes: «Echa una ojeada a este ‘link‘.»
El enlace en cuestión me lleva a la imagen que estáis viendo: «10 Talents To Watch In Spanish Cinema».
Sí, sí, ahí están los diez jóvenes talentos del cine español a vigilar, a tener en cuenta.
Y en segundo lugar, estrictamente en orden alfabético, Aritz Cirbián es uno de esos diez, para Emilio Mayorga, el corresponsal de la famosa revista Variety.
La lista entera es esta: Eduardo Casanova, Aritz Cirbián, Mayi Gutiérrez Cobo, Laia Costa, Leticia Dolera, Irene Escolar, Belén Funes, Juanjo Giménez, Jose Luis Montesinos y Clara Roquet.
Por lo que veo, sólo otra chica y él son del ramo de la producción. ¡Uau!
Salto de alegría y empiezo a enviar el enlace a los amigos.
Toca abrir una segunda caja de baberos…

Micromecenas de ‘Metamorphosis’

Es domingo y me he decidido a aportar una pequeña cantidad en calidad de micromecenas de ‘Metamorphosis‘, que ya ha sido seleccionado para participar en el Festival de Cine de Málaga y en el Docs Barcelona.
Diréis que para qué quieren la pasta. Muy fácil: «Aunque está prácticamente acabada, si esta película no llega a la gente, el trabajo hecho será en balde». Nuestras aportaciones son para hacerlo posible.
De hecho, cada día hay más películas americanas que pasan por las salas y copan las proyecciones. Ver otro tipo de cine es posible, si logra nuestro apoyo.
El documental ‘Metamorphosis’ está dirigido por Manuel Pérez, el realizador de la interesante película ‘Frontera‘ (podéis ver la ficha en Filmaffinity, por ejemplo), y retrata la construcción de la candidatura ciudadana de Barcelona en Comú desde abajo, a través de Laia, una de las personas que se integraron en la candidatura barcelonesa.
En ese sentido, se aleja del retrato de Ada Colau Ballano, que es la protagonista de otro documental, para ser un retrato de la gente que empuja desde abajo. Eso es lo que más me ha interesado a la hora de aportar unos euros al ‪#‎crowdfunding‬ del equipo, en cuya producción aparece Mikel Mas, que ya había estado en la citada ‘Frontera’, y mi hijo, Aritz Cirbián.
Los tres son los productores de la película, o sea, los que arriesgan su dinero, aunque los mecenas les echemos una mano.
Yo lo he hecho de forma humilde. Quien pueda y quiera más, aquí tenéis el enlace de Verkami para clicar, leer y quizá aportar.

 


 
Anexo del día 17
Por los pelos, pero el equipo de ‘Metamorphosis’ lo ha logrado en las últimas horas de crowdfunding‬: 12.850€ logrados sobre los 12.000€ necesarios para hacer más visible este documental.
Enhorabuena.

Indiana Jones en Venecia

Como acabo de encontrar en internet a un fan de como yo de escenarios de películas y estamos en las fechas indicadas, os dejo aquí este regalito de Navidad: un fragmento del capítulo que he dedicado a Indiana Jones en mi libro Venecia de cine y el vídeo de Youtube que lo describe.

Quizá recordaréis que Indiana Jones y su amigo Marcus toman un avión hacia Venecia en busca del padre de nuestro héroe, Henry Jones. Ambos toman un vaporetto del que desembarcan junto a la Basílica de Santa Maria della Salute y allí se encuentran con la doctora Elsa Schneider.

Los tres se adentran en el barrio de Dorsoduro y caminan por la Fondamenta Gherardini, cruzan el Ponte dei Pugni y continúan por la otra parte del mismo muelle hasta llegar al Campo San Barnaba.

Elsa Schneider quiere enseñarles a Indiana y a Marcus la biblioteca donde Henry desapareció mientras buscaba pistas del Santo Grial en la sección de mapas de la ciudad. La imponente fachada de la iglesia de San Barnaba, con la torre de ladrillo detrás de esa biblioteca de ficción.

En efecto, San Barnaba ya no es una iglesia, sino que ejerce la función de sala de exposiciones, con una muestra permanente dedicada a las máquinas de Leonardo da Vinci.

Tras una serie de peripecias en su interior (tumbas, fuego, agua y ratas), Elsa e Indiana logran escapar a través de una alcantarilla, que abren en medio de las mesas de un café de la plaza y salen corriendo, perseguidos por los defensores de la Hermandad de la Espada Cruciforme.

Digamos que el Campo San Barnaba también ha sido el escenario de otras muchas películas, en especial de Locuras de verano, de la que hay también otro capítulo en el libro y que podéis hojear íntegramente y comprarlo, si os apetece, en la web de la editorial Ecos. También lo tenéis en Amazon, El Corte Inglés, La Casa del Libro, Fnac, Apple y Google Play.

Elsa e Indy aparecen junto a la Calle de Santa Lucia y los muelles industriales de Venecia, deonde se inician las escenas de una persecución en lanchas por unos canales. Ah… pero el viajero no encontrará esta localización: la verdadera calle de Santa Lucia desemboca en el Rio Terà Lista di Spagna y la Ferrovia. En cambio, en la ficción de Indiana Jones y la última cruzada, esa escena fue rodada en los citados estudios Elstree, días antes, en Inglaterra.

Después de la pelea entre Indy y Kazim, con la gran hélice de un barco detrás de ambos destrozando una de las barcas, la otra motora vuelve hacia el centro tras pasar frente a algunas localizaciones venecianas reales, como el Canal Lavraneri, un lugar situado en la parte trasera Sacca Fisola, una zona tan alejadas que prácticamente no la pisan nunca los turistas. Una vez en el canal de la Giudecca, la barca se desliza frente al hotel Hilton Molino Stucky Venice, que ocupa el imponente edificio de una antigua firma harinera.

La escena finaliza en el Gran Canal, a la altura del Puente de la Accademia. Detrás de los dos hombres, que hablan del Grial, van desfilando lentamente las fachadas de algunos de los palacios de ambos lados, como el Palazzo Venier dei Leoni, que alberga la Colección Peggy Gugenheim, y la bonita fachada del Palazzo Barbarigo. Finalmente, Indy deja desembarcar a Kazim en el muelle del Palazzo Barbaro, donde le explica que su padre está retenido por los nazis en un castillo fronterizo entre Austria y Alemania.

La mejor forma de admirar esos palacetes al borde del Gran Canal es, lógicamente, en una embarcación: la más barata, el vaporetto. También se puede acceder a los muelles más cercanos para observar los edificios desde la orilla contraria. Por ejemplo, el más cercano al último lugar es el Ponte dell’Accademia, mientras que la mejor perspectiva del Guggenheim puede ser desde justo enfrente, en la Fondamente del Traghetto de San Maurizio, muelle al que se puede llegar a través de la Calle Dose da Ponte, no muy lejos de la Piazza San Marco.

Más cine por favor

Es lunes y faltan pocas horas para que se den a conocer las nominaciones a los premios Goya de este año, entregables dentro de un par de meses.
Gente a la que quiero ha depositado buena parte de su esfuerzo e ilusiones en ello.

Mientras esperamos, escucho la canción de Luis Eduardo Aute, esa Cine, cine, cuya letra os dejo aquí abajo y cuyos enlaces os llevarán a informaciones que marcaron mis inicios de cinéfilo.

Recuerdo bien aquellos cuatrocientos golpes de Truffaut y el travelling con el pequeño desertor, Antoine Doinel, playa a través, buscando un mar que parecía más un paredón.
Y el happy-end que la censura travestida en voz en off sobrepusiera al pesimismo del autor, nos hizo ver que un mundo cruel se salva con una homilía fuera del guion.
Cine, cine, cine, más cine por favor, que todo en la vida es cine y los sueños, cine son.
Al fin llegó el día tan temido más allá del mar, previsto por los grises de Henri Decae; cuánta razón
tuvo el censor, Antoine Doinel murió en su domicilio conyugal.
Pido perdón por confundir el cine con la realidad, no es fácil olvidar Cahiers du cinéma, Le Mac Mahon, eso pasó, son olas viejas con resacas de la nouvelle vague.
Cine, cine, cine, más cine por favor, que todo en la vida es cine y los sueños, cine son.

La gente del cine

Cada vez admiro más a la gente que hace cine, que es capaz de hipotecarse para llevar adelante sus sueños de celuloide (o de lo que sea en que ruedan ahora) y transitar el largo, larguísimo camino que va desde el guión hasta el estreno.
Y la lucha por mantenerse en cartel, en pugna con los ‘blockbusters’ de Hollywood que nos inundan y cuyo presupuesto de publicidad es mayor que el de la producción de una pequeña película independiente.
Y luego, ese perseguir la inclusión en un festival, una nominación a los premios de la Academia del Cine que te dé un empujito más.
No dejéis, amigos, de apoyar nuestro cine. Su esfuerzo precisa de nuestra constancia.

Venecia, un paseo de cine

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A raíz de la publicación de mi libro ‘Venecia de cine’, los colegas de Viajes National Geographic me pidieron un reportaje sobre la capital del Véneto, que publicaron en el número de noviembre de la revista.

Ahora la acaban de colgar en su web en abierto, donde la podéis consultar y disfrutar de las maravillosas imágenes de la ciudad de los canales que acompañan a mi texto y que lo hacen más atractivo. No saben cómo se lo agradezco.

Con su permiso, os dejo aquí también el texto íntegro, pero con alguna de mis propias fotos, para no restarles protagonismo.

Venecia, un paseo de cine

Escapada de fin de semana a la bella ciudad italiana de los canales

Decía Thomas Mann, autor de ‘Muerte en Venecia’, que a la ciudad de los canales hay que llegar por mar, que hacerlo de otra forma es como entrar por la puerta trasera de una casa. Ya no hay barcos de vapor como desde el que Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde, en el cine) descubre la ciudad entre la bruma. Existe, sin embargo, una forma más sencilla para hacer realidad los deseos del escritor: al salir del aeropuerto Marco Polo, es cuestión de abordar el Alilaguna, el ferry que cruza la laguna y permite vislumbrar el perfil de Venecia con los campanarios recortados en el horizonte.

Venecia es una de las ciudades más literarias del mundo, pero también una de las más cinéfilas. Por eso, si no se hace caso a Thomas Mann, se puede optar por el glamur de Hollywood y llegar en tren, como Katharine Hepburn en ‘Locuras de verano’, la película que David Lean dirigió hace justo 60 años y que puso de moda la ciudad como destino romántico.

Tanto si el viajero ya ha visitado otras veces Venecia como si no ha estado nunca, que no dude en imitar a aquella gran actriz: subir a un vaporetto de la línea 1 en la Ferrovia en dirección a San Marcos y, si puede, tomar asiento en la parte delantera de la barcaza, porque disfrutará del placer de deslizarse por la Historia, así en mayúsculas. Estamos en el Gran Canal, la principal arteria de la ciudad, que dibuja un enorme 2 (o una gran S invertida) a lo largo de casi cuatro kilómetros. A este espejo se asoman alrededor de medio centenar de palacios que enseñan sus mejores galas sobre fachadas góticas, barrocas, renacentistas y neoclásicas.

Durante el largo trayecto, el inconfundible autobús acuático pasa bajo tres de los cuatro grandes puentes que unen las dos orillas del canal: el de los Descalzos, el de Rialto y el de la Academia. El cuarto, el de la Constitución, el más moderno y polémico, fue construido por el arquitecto español Santiago Calatrava y enlaza la Piazzale Roma y la estación de tren.

Rialto es el puente más bonito y conocido de todos, y también uno de los ejes de la vida comercial veneciana. Punto de encuentro, de negocios y conspiraciones, es el lugar donde Al Pacino, en su papel del judío Shylock, recibe el escupitajo de Jeremy Irons, el aristocrático Antonio de ‘El mercader de Venecia’ (2004), en la última adaptación para el cine de la obra de Shakespeare. Rodada en pleno invierno por Michael Radford, los especialistas que eran arrojados desde el puente vestían trajes de neopreno bajo los ropajes medievales para aguantar las heladas aguas del Gran Canal.

El mercado de Rialto es una parada obligada. A primera hora de la mañana, los venecianos acuden a comprar pescado y marisco de la laguna, hortalizas de la isla de Sant’Erasmo y setas del Friuli. Las callejas situadas entre el puente y la Fondamenta Riva Olio, en especial el Campo de la Pescaria, acogen las multicolores paradas. El edificio de ladrillo visto y toldos rojos que alberga los puestos de pescado está coronado por una terracita desde la que Johnny Depp se lanza sobre los toldos de los puestos de fruta y verdura para huir de los matones que le persiguen en ‘The tourist’ (2010).

Depp y Angelina Jolie también llegaban en tren a Venecia, pero tras salir por la puerta de la estación de Santa Lucía, abordaban un taxi-motora que los dejaba junto al Danieli, el lujoso hotel situado a pocos metros de la plaza de San Marcos donde suelen alojarse todo tipo de celebridades. Dickens, Balzac, Proust y Wagner durmieron en sus habitaciones y, dicen, que aquí la escritora francesa George Sand vivió sus amores con Alfred de Musset. En todo caso, su espectacular vestíbulo y su restaurante, situado en la terraza y con una panorámica magnífica, merecen una visita.

Cuando el vaporetto llega a la altura de este hotel, tras sobrepasar la dársena del Palacio Ducal, descendemos de la barcaza. Al otro lado de la Piazzeta, después de pasar entre las columnas del León y San Teodoro, nos plantamos en la famosa plaza de San Marcos para admirar la Torre del Reloj y sus autómatas, la fachada bizantina de la Basílica y la Porta della Carta, la entrada principal del Palacio Ducal.

En los días de invierno este conjunto tiene un encanto especial gracias al fenómeno del acqua alta (de mediados de otoño hasta la primavera), cuando las aguas de la laguna inundan de forma pacífica pero inexorable las partes bajas de la ciudad. A primera hora de la mañana, la anegada plaza de San Marcos parece un espejo que refleja las arcadas de las Procuradurías, con las sillas y mesas de los cafés y las palomas revoloteando bajo el Campanile.

Después de haber dedicado todo un día a la Venecia esencial (Rialto, Gran Canal y plaza San Marcos), nos lanzamos a descubrir la otra Venecia, la de las placitas con iglesias y los palacios medio escondidos y asomados a canales angostos. El ‘sestiere’ del Castello, quizá el barrio de sabor más auténtico, se halla un par de paradas de vaporetto más adelante de la Piazzetta.

Cruzando el puente que une la Riva Cà di Dio con la Riva San Biagio, se llega frente a la bella entrada del Arsenal, el cuartel donde la actriz italiana Alida Valli buscaba a su amante Farley Granger en ‘Senso’ (1955), la primera película de Luchino Visconti ambientada en la ciudad, varios años antes de su ‘Muerte en Venecia’ (1972).

Para adentrarnos en el barrio hay que atravesar el puente de la Cadene y seguir la Via Giuseppe Garibaldi, flanqueada por comercios y tabernas tradicionales. Igual que Corto Maltés en la ‘Fábula Veneciana’ dibujada por Hugo Pratt en 1977, seguimos por la Fondamenta Santa Anna y cruzamos el largo puente de madera de Quintavalle para admirar la bonita y poco conocida Basílica de San Pietro di Castello.

El segundo día en Venecia recomiendo empezar frente a la Basílica de Santa Maria della Salute, a la entrada del Gran Canal. A finales de noviembre, precisamente durante la fiesta dedicada a la Virgen de la Salud, se instala un puente provisional para permitir un acceso más directo a la iglesia, dado que el de la Accademia queda algo lejos.

Justo al lado, la Punta della Dogana di Mare regala una increíble vista de la salida del Gran Canal, con la torre del Campanile y el Palacio Ducal emergiendo a la izquierda, y la Basílica de San Giorgio Maggiore al otro lado del amplio canal que separa Venecia de la isla de la Giudecca. Durante la Bienal de Arte –de mayo a finales de noviembre–, algún año en la Punta se han instalado obras, como la escultura del niño que coge una rana de Charles Ray, en 2013.

El museo que alberga la Colección Peggy Guggenheim, imprescindible para los amantes del arte moderno, está a pocos pasos de ahí. En su terraza, Woody Allen filmó escenas de ‘Todos dicen I love you’ (1996). Enamorado de la ciudad, el famoso director neoyorquino se casó en el Palazzo Cavalli, un edificio próximo a Rialto donde se celebran las bodas civiles de la ciudad.

Paseando cerca del Gran Canal por el mismo barrio de Dorsoduro, llegaremos al Campo de San Vio. Esta amplia plaza sirvió como decorado de la terraza de la ficticia Pensione Fiorini, donde se alojaba Katharine Hepburn en ‘Locuras de verano’; un poquito más adelante, en el Campo de San Barnaba, la actriz se caía a las aguas del canal mientras hacía una fotografía.

En esta misma plaza, en la película ‘Indiana Jones y la última cruzada’, Harrison Ford penetraba en la iglesia de San Barnaba en busca de pistas para localizar a su padre (Sean Connery) desaparecido. Unos minutos después salía a través de una alcantarilla situada en medio de la plaza ante la atónita mirada de los turistas. El templo, erigido hacia el siglo VIII, reconstruido en el XVIII y hoy desconsagrado, acoge una exposición permanente de Leonardo da Vinci.

Los callejones que desembocan en el Gran Canal conducen hasta uno de los palacios venecianos más bonitos, Ca’ Rezzonico, que alberga un museo de arte del siglo XVIII. En la orilla opuesta se alza el edificio de mármol blanco del palacio Grassi, el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad, que ocupa una parte del Campo San Samuele. Un tercer palacio imprescindible se halla en esta misma plaza: el de Malipiero, en cuyas salas Giacomo Casanova sedujo a decenas de damas.

De nuevo rumbo a Rialto, cruzamos plazas tan encantadoras como Santa Margherita, San Pantalon y San Tomà hasta salir al Campo San Polo. Este es el corazón del barrio donde vive el comisario Guido Brunetti, el personaje creado por la estadounidense Donna Leon, que reside en Venecia desde hace décadas. Cada mañana el policía sale de su casa y se dirige hasta el puente de Rialto, su lugar preferido para hacer un alto al mediodía y tomarse una copita de vino blanco acompañada de una tapa en algún bar o restaurante de la zona.

Pero Brunetti suele tomar el café al otro lado del puente de Rialto, en el Campo San Bartolomio. Su creadora vive por esa zona, en las cercanías del animado Campo Santa Maria Formosa, no muy lejos del conjunto arquitectónico de la Basílica dei Santi Giovanni e Paolo y la Scuola Grande di San Marco, que alberga el hospital de la ciudad.

Corto Maltés, otro personaje de ficción célebre, también está presente en esta zona. En la calle del Rio Terà dei Birri se encuentra la Casa de Corto Maltese, el museo dedicado al personaje de cómic creado por el dibujante italiano Hugo Pratt.

Estamos a pocas travesías del bonito barrio de Cannaregio, fragmentado por tres canales paralelos y lleno de rincones sugerentes. La plaza del Ghetto judío, la Fondamenta della Misericordia y el Campo de l’Abazia son mis preferidos, aunque muchos venecianos sugerirían seguir la calle de la Corte Vecchia hasta la iglesia de la Madonna dell’Orto, que aparece bellamente retratada en la película ‘Retorno a Brideshead’ (2008), basada en la novela de Evelyn Waugh de 1945. Un final de película para este paseo por la Venecia más literaria y cinematográfica.

Un Storify sobre 007

Hace unos días, en una clase de periodismo digital, el profesor citó como herramienta de trabajo en la web a Storify.

En Clasesdeperiodismo.com lo explican así:

«Es una manera de contar historias usando contenido de los llamados medios sociales. Permite compartir tuits, actualizaciones en Facebook, fotos (también de Flickr e Instagram), sonidos y videos. Las historias que se crean son interactivas y fáciles de compartir e insertar en sitios web»

En efecto, he hecho esta prueba y es fácil. No deja de ser un copiar-y-pegar que adquiere forma de imagen embebida en tu web o en tu blog. Bonito y barato. La originalidad está en lo que explican los otros en los recortes que incorporas a tu sitio.

Daniel Craig pasea por Venecia en Casino Royale

Esta noche, aprovechando que Spectre ya está en los cines, Antena 3 emite Casino Royale, la primera película con Daniel Craig como James Bond… y la última vez que 007 se paseó por Venecia.
En mi libro Venecia de cine hablo de los escenarios reales de la ciudad donde se rodó este filme. Os explicaré algunos lugares que podréis reconocer viendo las aventuras del personaje.

Para empezar, Bond, para no ser menos, entra a lo grande en la ciudad: ¡en velero! Su novia, Vesper, maneja el timón del barco, el Spirit, y deja Murano a estribor para encarar la Fondamenta Nuove por babor. El barco se desliza desde el puente de los Scalzi hacia el de puente de Rialto, en paralelo al Mercado, donde Vesper entrevé al malo de la película y prosigue en dirección al puente de la Academia a través del Gran Canal.

Inciso: ningún velero puede pasar por debajo de ningún puente veneciano, a no ser que corte, doble o abata el mástil…

Hagamos un corte, para no desvelar demasiado la trama.

Bond ha de perseguir a su chica desde el hotel donde estaban alojados hacia San Marcos. Por cierto: la de problemas que tuvieron para rodar esta escena, en pleno verano y con cientos de turistas en la famosa plaza.

007 mira a un lado y a otro de los soportales de la plaza y la cruza corriendo en busca de una sucursal bancaria: el Basel Bank.En realidad, es la Banca Commerciale Italiana, situada en la esquina noreste de la plaza y con un típico cajero automático en su interior.

Pero la chica se aleja con un maletín en la mano a través del Sotoportego del Cavalletto, subiendo las escaleras del puente homónimo. Nada ha cambiado en ese callejón, incluido un hotel de la cadena Best Western cuyo cartel anunciador puede verse perfectamente en la película.

Vesper se aleja de la zona, atraviesa el Sotoportego de le Colonne y el puente anexo y llega a las puertas de un vestusto palazzo, donde se desarrolla la escena culminante de la película, que ya no os explicaré.

Sólo os diré que el exterior del edificio tiene un parecido más que razonable con la fachada del Palazzo Pisani, sede del Conservatorio Estatal de Música Benedetto Marcello, levantado en 1876 en honor de ese compositor veneciano, contemporáneo de Antonio Vivaldi.

Si leer más cosas de esta y las 36 películas que integran el libro, podéis pasaros por la editorial Ecos o Amazon, y con sólo un clic bajará a vuestra tableta o smartphone.

Collage veneciano

Estas imágenes las tomamos hace justo un año, cuando estaba preparando el libro ‘Venecia de cine‘.
Muestran ese fenómeno tan molesto para los venecianos y los turistas que son las mareas altas extraordinarias.
En cambio, a mí me gustan…
En una de las películas del libro, la encantadora y triste a un tiempo La pequeña Venecia (Shun Li y el poeta), aparece claramente el fenómeno, que ahora os explico.
Las acqua alta son las mareas altas extraordinarias que afectan a Venecia, Chioggia y otras zonas de la laguna en algunas épocas del año, entre mediados de otoño y el inicio de la primavera.
Se considera acqua alta cuando la marea supera los 90 centímetros por encima del nivel normal. Pocas veces pasa de 120 centímetros, pero cuando ocurre provoca daños gravísimos. Con 135 centímetros, como en el 2004, se inunda el 80% de la capital.
Las autoridades avisan de la llegada del acqua alta al despuntar el alba mediante una alarma, una sirena que avisa de la crecida. Efectúan cierto número de toques en función de la altura prevista para la marea alta (100, 110, 120 centímetros y superiores).
Como solución tradicionalestán unas pasarelas de madera que permiten circular por encima del agua en las zonas inundadas. Los venecianos salen de sus casas con las botas de agua puestas y los turistas suelen optar por bolsas de plástico sobre los zapatos. Rara vez salen indemnes.

La entrevista con Nosolocine

Y aquí va la segunda entrega, más cortita y concreta que la anterior, de la entrevista que me hizo José López Pérez para su web Nosolocine.net.

En ella hablamos de la época en que colaboré con Fotogramas, El Dominical de El Periódico y alguna pincelada más de la actualidad. Espero que os guste.

Críticas de cine

A raíz de la emisión en Telecinco de la película ‘Lo imposible‘, de JA Bayona (aquí tenéis mi comentario en El Periódico), el amigo Gabriel Jaraba abrió un tema sobre gustos de cine en su muro del Facebook.
Yo lo aprovecho para ahondar en el tema de la crítica de cine, porque estaría bien recordar que se trata de un género de ‘opinión’ en el que se incorporan ‘elementos informativos’.
Yo recuerdo (y sé que algunos amigos y colegas podrían empezar a apedrearme) haber ‘pateado’ con media platea del teatro Victoria Eugenia donostiarra, durante la clausura del Festival de San Sebastián de 1986… ¡la película ‘Terciopelo azul’ de David Lynch!
Tal como lo oís… Y unas semanas más tarde ganó en el Festival de Sitges.
Mientras yo me la cargaba en mi crónica de Donosti, mi compañero Àlex Barnet la elevaba a categoría de obra maestra en Sitges.
No es contradictorio: simples puntos de vista, eso sí, razonados.
Toda película merece un segundo visionado. Y más cuando sabemos el esfuerzo humano y económico que hay detrás.
Como decía J.A. Bayona cuando recibió su segundo Goya, necesitamos películas grandes, medianas y pequeñas… y apoyo de todos para sacarlas adelante.

Rodajes

Desde que era muy jovencito, me gustaba acercarme a los lugares donde había rodajes de cine y curiosear, cuando me dejaban, entre cables, focos y cámaras. Aún ahora, cuando veo a un grupo de gente rodando, me suelo acercar para preguntar. Muchas veces es publicidad, algunas, televisión, y las menos, cine.

Otro lugar que me encanta visitar son los platós. Saber que aquellas paredes de tramoya, de cartón-piedra, serán ‘de verdad’ en pantalla tiene su magia. Durante muchos años (y aún, cuando puedo) he visitado los platós donde se ruedan películas, series y programas, para hablar con quienes transforman esa apariencia en la ‘realidad’ de la ficción.

Por ejemplo, los decorados de ‘Gavilanes‘, serie que dirigía el amigo Jesús Font, representaban una gran hacienda entre olivares.

El proyecto Ulises

Esta semana (viernes 17, a las 19.00 horas) presentan en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona el documental Projeto Ulisses con presencia de su directora, la portuguesa Silvia Pereira, el eurodiputado de ICV Raül Romeva, el candidato a sucederle en el Parlamento Europeo, Ernest Urtasun, y Oskar León, de la PAH de Barcelona.
Sus autores explican lo siguiente en la sinopsis:

«La crisis ha dividido Europa por la mitad y ha inventado una categoría de países llamados PIIGS (cerdos en inglés), referidos a las iniciales de Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España. Este documental parte del episodio de la Odisea, donde Ulises salva a sus marineros que también habían sido transformados en cerdos por la hechicera Circe. Aquí comienza un viaje a través de los países de Ulises (Portugal, Italia, Grecia, España) para explicar cómo un proyecto de recuperación de la economía basada en la valoración de las personas, el conocimiento y la planificación podría permitir superar la crisis y salvar Europa. Este filme, creado por Silvia Pereira y producido por Ideas Faro, es una idea original de Rui Tavares que explica quién puede estar en nuevas formas de recuperación de los países en crisis y la forma en que su contribución es esencial para el proyecto europeo».

La idea es relanzar Europa desde los países del sur.
Si alguien no puede ir a verlo al CCCB y participar en el coloquio, puede hacerlo en el sitio web del documental: Projeto Ulisses.

Aquesta setmana (divendres 17, a les 19.00 hores) presenten al Centre de Cultura Contemporània de Barcelona el documental Projeto Ulisses amb presència de la seva directora, la portuguesa Silvia Pereira, l’eurodiputat d’ICV Raül Romeva,, el candidat a succeir al Parlament Europeu, Ernest Urtasun, i Oskar León, de la PAH de Barcelona.

Els seus autors expliquen el següent en la sinopsi:

«La crisi ha dividit Europa per la meitat i ha inventat una categoria de països anomenats com animals en anglès: els PIIGS (porcs en algès per les inciails dels països Portugal, Irlanda, Itàlia, Grècia i Espanya). Aquest documental parteix de l’episodi de l’Odissea, on Ulisses salva als seus mariners que també havien estat transformats en porcs per l’hechicera Circe. Aquí comença un viatge a través dels «països d’Ulisses» – Portugal, Itàlia, Grècia, Espanya – per explicar com un projecte de recuperació de l’economia basada en la valoració de les persones, el coneixement i la planificació podria permetre superar la crisi i salvar Europa. ULISES, creat per Silvia Pereira i produït per Idees Far, és una idea original de Rui Tavares que explica qui pot estar en noves formes de recuperació dels països en crisi i la forma en que la seva contribució és essencial per al projecte europeu.»

La idea és rellançar Europa des dels països del sud.
Si algú no pot anar a veure’l al CCCB i participar al col·loqui, pot fer-ho al lloc web del documental: Projeto Ulisses.

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